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"Aunque para Alicia aquel día se presentase como otro cualquiera dentro de su rutina, pasó algo que paralizó al país y supuso un giro radical en su vida.

Eran las cuatro de la tarde cuando las emisiones de radio y televisión interrumpieron su programación para informar de los sucesos. La célula terrorista ETA había perpetrado un atentado en Barcelona, colocando una bomba en el centro comercial Hipercor. El país entero dejó de respirar durante unos instantes mientras escuchaban la noticia y esperaban la confirmación del número de muertos y heridos. Alicia se acababa de incorporar en el trabajo tras salir a su hora de la comida con Javier, y se encontró con que médicos y pacientes habían parado la consulta para situarse frente al televisor de la sala de espera. Entre los comunicados que se podían escuchar en las noticias, se volvió a recordar cuales eran los sectores de riesgo de sufrir un atentado y cuáles eran las medidas de seguridad a seguir. Un escalofrío recorrió la espalda de Alicia. Era cierto que había escuchado a su padre hablar sobre aquello en alguna ocasión, pero hasta entonces no había sido del todo consciente.

Su padre formaba parte del cuerpo de funcionarios del estado destinados a las prisiones. Este sector era uno de los más perseguidos por la banda terrorista y por ello debían de extremar las precauciones, cómo observar conductas sospechosas a su alrededor, comprobar los bajos del coche antes de encenderlo, etc.

Aunque seguía consternada por lo que acababa de ocurrir, había algo que preocupaba más a Alicia, pues conocía lo suficiente a su padre como para saber que su rutina se vería alterada desde ese mismo instante.

Al llegar a su casa, su familia le estaba esperando para la cena. Sus padres habían invitado a Valentín a cenar y pese que él se encontraba notoriamente feliz, Alicia se sentía incómoda por la situación. Hacía apenas unas horas había disfrutado de una velada con Javier, y ahora debía de compartir la misma mano que recibió caricias de su amante con su novio. Valentín era un joven de tez blanquecina y cabello negruzco, apenas unos centímetros más alto que Alicia y de corpulencia media. No llamaba demasiado la atención a la vista. Conoció a Alicia durante su último año en el instituto mientras cursaba el COU, cuando Alicia estaba en primero de BUP. Valentín se fijó desde un primer momento en ella, pero ésta no estaba demasiado interesada en él. Fueron sus amigas quienes le insistieron en que le diera una oportunidad, ya que era uno de los chicos más inteligentes de su curso y resultaba "muy buen partido". Así como comenzaron a salir.

Al sentarse todos juntos a la mesa, empezó el declive del estilo de vida que llevaba hasta ese momento.

-¿Supongo que la habréis enterado de lo que ha pasado hoy no? - comenzó diciendo su padre con un toque de arrogancia. Todos asintieron - cómo veréis, no hay que tomarse a broma todo lo que siempre os digo. Somos un foco de riesgo ante los atentados y toda medida de seguridad es poca, por ello, y a partir de hoy mismo, vamos a tomar las medidas necesarias para garantizar nuestra seguridad. - esperó unos segundos para observar la reacción de su familia mientras bebía agua. Todos permanecieron en silencio ante lo que sabían que ocurriría a continuación. - las chicas no saldréis de casa solas. A Lola y María las llevaré y recogeré yo personalmente del instituto. Alicia, tu seguirás asistiendo a tu trabajo, pero Valentín se ha ofrecido a acompañarte todos los días a la ida y a la vuelta. Además de no dejarte sola durante tu hora de descanso al medio día. - tras terminar esa frase, Valentín cogió la mano de nuestra protagonista como muestra de apoyo, pero Alicia apenas lo sintió. Su mente estaba en blanco, dilucidando las opciones que tenía. Su padre prosiguió - vuestra madre tendrá que hacer la compra semanal los sábados, cuando yo pueda acompañarla. Por lo que queda prohibido salir de esta casa solas sin mi consentimiento hasta nueva orden. Quiero saber en cada momento dónde estáis y con quien.

Sus hermanas pequeñas comenzaron a refunfuñar entre murmullos y su madre se resignó a servir la cena en silencio, pero Alicia no podía permanecer callada ante aquellas nuevas normas. Toda su intimidad se vería perjudicada, provocando que dejase de pasar tiempo con Javier. No lo podía permitir.

Fuí, Soy, SeréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora