Observó la calle y abrió sus ojos de par en par al ver a su madre con tantas bolsas. Corrió hacia ella para tomar algunas bolsas. Cargó todas las que pudo en sus manos, liberándole del peso.
-¿Estás bien mamá? Esto pesa bastante... Podrías haberte quedado sin brazo.
-No te preocupes cariño. Estoy bien gracias a que llegaste.
-Pero... Deberías tener más cuidado. No me gustaría que tuvieras dolores debido al exceso de peso.
-Ay... No te preocupes tanto, ¿sí?
Llevó una mano a la mejilla de su hijo y la acarició tratando de tranquilizarlo. Los ojos del chico lucían muy preocupados y su hermosa sonrisa se había borrado de sus pequeños y bonitos labios. Su respiración se había acompasado y sus manos se tensaron. Sonrió para no preocupar más a su madre.
-Está bien mamá.
Sonrió aún más enseñando sus paletas de conejito y se dirigió a casa. Al llegar dejó las bolsas en la mesa del comedor y empezó a colocar todo en los armarios, la despensa y la nevera. También había cosas para el congelador. La señora observó con una sonrisa a su hijo. Había crecido tanto... No solo en físico, sino en mentalidad. Prácticamente actuaba como un adulto experimentado y completamente independizado. Además de que ayudaba mucho con ciertos temas de la casa y a tomar decisiones importantes. Era todo un hombre ya. Pensar en aquel niño tímido e indefenso le daba felicidad, pero sabía que su pequeño seguía ahí. Esa inocencia... Esa felicidad, el no tener demasiadas preocupaciones, vivir cómodamente con lo que tienen. Ser humilde y honrado. También era inseguro, algo torpe, y para la cocina no servía, pero poco a poco había aprendido. Seguía siendo su niño, y le daba gusto saber cómo crecía feliz, sano y fuerte, rodeado de lo que necesitaba.
-Mamá, ya terminé.
El chico se giró hacia ella y la observó. La mujer no dejaba de sonreír cruzada de brazos. Había sido difícil para él adaptarse a tanto cambios desde pequeño, pero lo había superado bien y vivía bien. El joven le sonrió y le dio un abrazo.
-Iré a mi habitación a estudiar. Mañana tengo exámen.
Le dio un beso en la mejilla a su madre y corrió a la habitación para aprenderse lo que le faltaban y repasar. La fémina no pudo evitar sonreír. Estaba tan feliz de tenerlo... Soltó un suspiro y decidió alistarse para ir a trabajar. Entró a la habitación de su hijo para despedirse con un beso y un abrazo y se marchó.
El joven se quedó toda la tarde estudiando, a veces iba a la cocina a tomar algún aperitivo y luego volvía rápidamente. Cerca de las diez de la noche finalizó su cometido y decidió relajarse viendo la televisión. Su madre regresó de madrugada a casa, y su padre se encontraba de viaje de negocios. Por eso, él ya se encontraba durmiendo plácidamente en su cómoda cama. A la mañana siguiente se levantó al primer toque del despertador. Fue al baño a hacer sus necesidades, se vistió, se peinó y bajó a la cocina a desayunar cereales. Tomó su mochila del cuarto, sus auriculares y su teléfono. La mochila se la colgó detrás de su espalda, los auriculares en sus oídos y puso música. Con ello empezó a caminar a por el coche de segunda mano que tenían y condujo a la universidad. Su madre siempre trabajaba de noche por eso podía coger el coche.
Al llegar aparcó en el parking y corrió a su primera clase, tenía el exámen. Lo realizó sin dificultad. Las horas fueron pasando y ya tocaba el recreo.
-¡Hey JungKook! ¿Te vienes con nosotros a comer?
El joven miró a sus amigos y sonrió ampliamente asintiendo. Siguió a Jimin y a Jin por los pasillos hasta llegar al patio en donde se sentaron en unos bancos y tomaron su pequeño desayuno de media mañana.

ESTÁS LEYENDO
Cartas de flores [Vkook]
Fanfiction" -Lo prometo. -¿Hmm? ¿El qué? -Gracias a esta cadena... -Tomó aire mientras miraba la cadena y le sonrió- ... Volveremos a vernos. -¿De verdad? ¿Y con esto estaremos siempre juntos? -Si. Siempre. -No te olvides de mí... "