Era la primera vez desde que nos mudamos que volvía a poner un pie en mi ciudad de origen. La nostalgia golpeaba mi pecho de forma cálida y gentil. Cada lugar, cada calle, cada rincón por el que caminaba me traían recuerdos, recuerdos de momentos felices, de mis amigos, de mi padres mucho antes de que todo se fuera al diablo, incluso la calle por la que Alan y yo paseábamos con su correa desde que era cachorro. Me sentía envuelto por una especie de paz que me hacía sentir como si todo lo que me preocupaba, todo el peso sobre mis hombros desaparecieran en un instante. Quería salir corriendo y ver a mis amigos, reencontrarme con ellos abrazarlos, volver a reírnos juntos hasta que nos duela la panza, como en los viejos tiempos. Pero mi motivo para estar aquí era diferente, el miércoles pasado terminé por llamar a Oscar y concretar un encuentro dónde le daría la oportunidad de hablar conmigo. Me dirigía hacía un bar ubicado en frente de la estación de tren. Un lugar que ya conocía, porque solíamos ir allí con mis amigos los fines de semana, es un lugar pequeño que está dividido en dos secciones. La primera es el mismo bar clásico que puedes encontrar en cualquier lugar, de mesas simples, cuadradas y de madera, no soy muy conocedor del tema, no se que tipo de madera es, solo que son de un color beige y están debidamente barnizadas, las sillas de mismo estilo siempre en perfecta alineación paralela en cada una. Del lado izquierdo una barra con asientos más altos, perfectos para los que sólo quieren un café o tomar una cerveza viendo la televisión gigante que esta a la izquierda de la puerta de entrada. Al final, detrás de todo, donde ya no hay más nada, a la derecha las puertas de los baños de damas y las de caballeros, a la izquierda un espacio sin puertas con unas pocas mesas más y tres mesas de pool, ese solía ser nuestro lugar de encuentro muchas veces con mis viejos amigos. Cuando no íbamos a Haramichi, el cyber más popular de la zona para jugar video juegos en línea, nos reuníamos en ese mismo bar a desafiarnos a juegos de pool en los que jugábamos por la ficha o por la coca. Al principio no era muy bueno en eso, pero tuve dos profesores excelentes, los hermanos Gauna, Leo y Omar, ellos eran tan fanáticos de este juego que sumergieron a todo el grupo a un entrenamiento para poder obtener juegos tan buenos que podrían durar demasiado tiempo, como acabar en un parpadeo. Como esa vez en la que eramos un equipo de dos contra dos y uno de los equipos no pudo llegar a su segunda ronda de tiro, en cuánto le tocó el turno al equipo contrario ya no tuvieron oportunidad, los hermanos Gauna metieron todas las bolas sin fallo alguno, fue una victoria limpia y aplastante. Desde ese día no volvimos a dejar que ellos quedarán en el mismo equipo, pues ya sabíamos que así ninguno tendría oportunidad.Una vez allí busque una mesa libre en donde esperar a mi padre, pero en cuántos mis ojos rastrillaron el lugar lo vi, estaba esperándome, aún faltaban diez minutos para que se hiciera la hora acordada, pero él ya estaba aquí. Me acerqué con pasó seguro aunque algo nervioso, no quería que me notara incómodo. Ya no era ese Derek inseguro que se marchó. El Derek que se presentaba ante él ya no era más un cobarde que agachaba la cabeza, quería que viera que si bien aún era un mocoso en términos de edad, como mi madre siempre me recalca, ahora quien se sienta frente a él era un hombre.
- Hola papá - levantó su mirada pérdida en la taza de té para mirarme de frente.
- ¡Viniste hijo! - sus ojos mostraban un brillo que jamás vi antes, lleno de añoranza y arrepentimiento, si dijera que eso me dejo indiferente les estaría mintiendo.
- si... ya estoy aquí, ¿Cómo has estado? - pregunté tomando asiento en la mesa para dos que él había elegido.
- bien... bien... - dijo bajando nuevamente su rostro hacia la taza humeante - he tenido tiempos mejores - sonrió con amargura.
- ¿Cómo van las cosas? ¿Has comenzado a tratarte?
- no... la verdad es que no...
- ¿Y eso porqué? - pregunté incrédulo de lo que escuchaba.
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Destino Cruel (terminada)
Teen Fiction¿Que harías si las cosas nunca mejoran? ¿Si estás por perder lo único que de verdad te importa en esta vida?