IV

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Watanuki se encontraba dando vueltas en aquel futón, por segunda noche consecutiva no podía conciliar el sueño, pero esta vez estaba más que infundado. Había decidido quedarse a dormir en la tienda, después de todo era viernes y al día siguiente no habría escuela.

Nunca antes había estado tan feliz de no asistir al colegio como ahora, en esos momentos era el último lugar donde quería estar parado y todo porque ahí también se iba a encontrar él. El causante de sus desvelos, el que podía poner su salud en riesgo por la falta de sueño y la última persona a la que deseaba ver.

Aún no se explicaba que rayos había pasado, por más que le daba vueltas y vueltas al asunto no lograba entender el comportamiento que había tenido Doumeki a la hora del almuerzo. Y bueno no es como si él se hubiese detenido a cuestionarlo, en lugar de eso simplemente había huido.

¿Y cómo no huir? si alguien le hubiese dicho lo que iba a ocurrir con Doumeki nunca lo hubiera creído, lo más seguro es que se hubiera reído o que hubiera matado a la persona por decir un chiste de tan mal gusto... si lo más seguro que fuera lo segundo.

Y ahí se encontraba él, llenándose la cabeza de preguntas que sabía no tendrían respuesta, por lo menos no por parte de él, el único que podía aclarar sus dudas era el moreno, pero definitivamente no podía hablar con él, tan solo pensar estar cerca suyo hacia que se pusiera sumamente nervioso y por alguna razón se moría de vergüenza.

De un momento volvió a recordar aquel beso... su primer beso, aquel que le robó Doumeki. Había sido un leve contacto, en el que apenas se rozaron sus labios, pero había sido tan cálido... tan suave, como si el otro temiera que con ese contacto fuera a quebrarse. Para Watanuki en ese momento se olvido de todo, su mente se puso totalmente en blanco y lo único que existía era él, las sensaciones y los labios ajenos.

-¡¡Pero que mierda estoy pensandoo!!-. Gritaba Watanuki sentándose de golpe en su futón, se había perdido tanto recordando que había vuelto a experimentar esa sensación de calor que se expandía por su pecho y su corazón volvía a latir de manera errática.

-Rayos ¿estaré enfermo? ¿o por qué me siento así?... creo que algo anda mal conmigo. Debería ir al doctor para que me revisen ... aunque pensándolo mejor...- Un aura depresiva se instalo alrededor del menor, odiaba ir a los hospitales, aunque... cualquier persona odiaba ir, pero para él era una situación diferente, debido a que podía ver espíritus y fantasmas, eso hacía una enorme diferencia, generalmente en cualquier lugar puede haber algún ser sobrenatural, pero en un hospital definitivamente iba a haber y lo peor es que no era solo uno si no cientos de ellos, definitivamente para Watanuki era aterrador estar ahí.

- No, creo que mejor no, estoy de maravilla... jajaja-. Una risa forzada salía de la boca del menor mientras llevaba su mano derecha a la parte trasera de su cabeza en señal de despreocupación intentando convencerse de su afirmación.

-Tal vez deberías pedirle ayuda a Doumeki y decirle que te acompañe... de esa manera no podrán molestarte mientras estas ahí ¿no crees?- La voz de Yuko se escuchó desde la puerta que ahora se encontraba abierta mientras ella ingresaba a la habitación.

-Parece que estas algo inquieto Watanuki, ¿pasa algo?-. Le demando la mujer mientras tomaba asiento en una silla que se encontraba cerca de la entrada.

-Yuko-san, la-lamento el escándalo, por un momento olvidé que me encontraba en la tienda, no te preocupes todo esta bien...

Yuko lo miró fijamente por unos segundos, su mirada era seria y no decía nada, Watanuki se removió un poco al sentir los ojos carmesí sobre él.

-... ¿seguro?

-Claro que si Yuko-san...-. Watanuki sabia que no había manera de engañar a la maga, pero realmente no podía contarle lo que le pasaba en esos momentos, además no es como si él supiera que estaba ocurriendole.

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