Multimedia: "There is a light that never goes out" - The Smiths
Besos y porros
Siempre encontré placer en cosas pequeñas y concretas. Las cenizas, el café, las estufas, las rosas negras, los poemas, la tinta, el color verde. Las hojas teñidas de marrón por el otoño, los cigarrillos, las avellanas, los lobos, las cartas de amor.
Pero también en algunas inmensas. El océano, el humo, la niebla, la lluvia, la carretera, el invierno. El carnaval, la música, la filosofía, las estrellas, las luces de la ciudad, el bosque, la nieve y el fuego.
Pasar horas mirando el fuego es un verdadero consuelo. Recuerdos de mi infancia; el corazón roto, los ojos llorosos, el alma ausente. Las flores marchitas, las cicatrices, los sueños perdidos. El amor, el desamor. Los abrazos salvajes, besos apasionados, las pupilas apagadas. Nostalgia que quema como el fuego frente a mis zafiros.
Las llamas producen un espectáculo impresionante, solo para mí. Me siento afortunada por eso. El vaso de whisky en las rocas está casi vacío. Esta noche tengo decidido dormir en el living, Canelle está ocupada consolando a nuestro hermano Antonio. Yo no sirvo para dar consuelo, no uno verdadero.
Junto con la única fuente de luz y calor reflexiono. Hay una imagen que viene a mi cabeza constantemente, hace años, no se como hacer que desaparezca (y tampoco se si es lo que quiero). Una casa de campo. Sí, y no una cualquiera, si no que esta tiene estanterías llenas de libros de todos los tiempos, una estufa a leña siempre prendida e irradiando una calidez que juro poder percibir por más de ser producto de mi imaginación. Que lindo sería poder leer sin tener que esconderme. A veces me pregunto por que a mis padres les molesta tanto que lo haga, y hace unos meses que se me ocurre que es porque quieren que viva en una burbuja, que solo conozca lo que ellos me dan a conocer. No se si es así pero creo que tiene sentido.
En la casa de campo hay dos adultos jugando con sus hijos, derrochando un profundo amor. Sus rostros solían ser irreconocibles, lo fueron por mucho tiempo, pero ahora toman los de los padres de Catalina.
No los conozco tanto a decir verdad y menos puedo hacerlo ahora que no estoy yendo al colegio. Lo que se es sobre todo por Canelle, y ella idealiza mucho a las personas. Sin embargo... y esto lo sabrán solo ustedes, queridos lectores: como quisiera ser Catalina. Como quisiera ser Catalina!! Y se que no puedo, que lo que tengo es lo que merezco, pero no logro evitar querer ser parte de su familia. Cuando pienso en esto luego me río, y ahora lo hago entre sorbos de whisky. Se imaginan a Catalina tomando whisky en su casa? Imposible. Que rara y distinta sería mi vida de haber sido criada por ellos.
Bueno, no quiero hablar más de eso. Hablemos de las cosas que me gustan, como hace un rato. Este blog es relativamente nuevo y quiero que me conozcan por como soy. La verdad es que la poesía ocupa un lugar importante. Leo poesía herida y poesía borracha. Ah! Me llegan mucho los poemas de los poetas malditos. Los conocí hace años, por alguien que fue muy especial para mi, pero que hace tiempo no está conmigo. Cuando leo esta poesía veo la angustia transformada en versos y el dolor en estrofas. Y luego páginas de tinta sombría rellenan mis cuadernos cuando expreso lo que siento acerca de las lecturas.
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Cenizas al café
Teen FictionLas mellizas Ferrari son un mito en el instituto Carpe Diem. Para la mayoría, dignas de admiración y celebración. Sin embargo, unos pocos las observan con ojos de duda, casi sintiendo que esconden un enigma. Dos muchachas, dos formas de ver el mund...