• 16: ¿Acaso no lo ves? •

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Era un viernes de mayo

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Era un viernes de mayo. La clase de Francés transcurría lentamente, entre explicaciones tediosas. Vienna se dedicó a escribir en su cuaderno una entrada para el blog Besos y porros. Los lectores habían estado solicitando que contara la historia de cómo Bruno (a quien ellos identificaban como Dante) y ella se habían conocido en el bar Midnight. Ese día la inspiración había llegado y entonces se decidió a leer lo escrito.

Besos y porros

Hola, hola, tanto tiempo. Estos días han sido algo intensos y me he desaparecido por acá, pero los pienso compensar con la muy solicitada historia de como nos conocimos Dante y yo. Así fue:

Sus ojos verde esmeralda captaron mi atención desde el comienzo. Se movía al violento ritmo de la guitarra eléctrica y daba pequeños sorbos a su vodka ice. Esa banda local de rock and roll de la que él era parte lanzaba un espectáculo aquella noche en el bar Moonlight. Mis ropas con brillos resplandecían en la oscuridad, agitaba los brazos con armonía y meneaba mis caderas. Poco después los músicos se detuvieron para darse un descanso. Me senté en la barra.

—Una cerveza stout —ordenó una voz masculina, ronca, detrás de mi. De pronto añadió—, y una mimosa para la señorita. —Se sentó a mi lado y me dedicó una sonrisa encantadora—. Espero que te guste la mimosa.

—Depende de quien la ofrezca —sugerí, pícara y extendí mi mano cargada de accesorios, la cual el tomó—. Soy Ginebra.

—Te hubiese ofrecido un Bombay Sapphire de haberlo sabido —murmuró, a lo que yo reí. Me gustaba cuando las personas hacían referencias con mis nombres—. Yo me llamo Dante.

—¿Y que hacés por acá Dante?

—Toco la guitarra eléctrica —comentó dándole un trago a su bebida oscura—. Chemi el vocalista es amigo del dueño del bar y bueno, de vez en cuando tocamos acá.

—Cierto, te vi tocando. Fue un gran show.

—Gracias Ginebra. ¿Y vos que hacés en este lugar?

—Una especie de escapatoria a mi vida.

La pausa acabó y los cuatro integrantes de la banda subieron al escenario para romper la noche con otro de sus impresionantes covers. Esta vez era AC/DC. Una electricidad recorrió mi cuerpo y al parecer el lo notó.

Terminó la música en vivo y volvió el DJ a su puesto. Poco después estábamos en el medio de la pista. Danzábamos con frenesí, nuestros cuerpos se rozaban y mi corazón palpitaba. Sus pasos de baile eran magníficos, todo el lo era. Sus ojos me recordaban a un gato misterioso, sentía que me estaba enganchando con alguien que me destrozaría. Pero me encantaba. Tendría unos tres o cuatro años más que yo, pero es que posiblemente creía que yo era de su edad. Nadie hubiese pensado que aún no había cumplido los quince años.

Cenizas al caféDonde viven las historias. Descúbrelo ahora