Multimedia: "Body Electric" - Lana del Rey.
Pasaron unas semanas y Vienna sentía que era hora de organizar una de sus célebres fiestas, que mucho pedían sus compañeros. Las aguas se habían calmado luego de lo ocurrido un mes atrás en el salón de clases, todo estaba tranquilo en Carpe Diem. Aquella era una noche de sábado finalizando abril, de serenidad y quietud... al menos meteorológicamente. Diversos cuerpos y rostros se abrían paso hacia la enigmática mansión. En cada dirección había luces de colores y música que inundaba los oídos, dejando salir pasos de baile y anulando la razón.
El inmenso living estaba colmado de adolescentes animados, de canillas de cerveza que las mellizas habían adquirido para la ocasión y de aperitivos salados. Ante los ojos de Ladillo y de Figueroa, que jamás habían estado en una casa tan grande ni tan lujosa, y tampoco en una fiesta de esa categoría, era una verdadera sorpresa. Este sitio agrupaba a la mayor parte de los invitados y la música que ahí se escuchaba era la del momento, la más conocida. Sin embargo, no era lo único que había en la casona.
Las hermanas tenían pensado invitar a sus nuevos amigos a la zona más exclusiva del evento: el sótano.
—Nuestro sótano siempre me hace acordar a las fiestas grunge que aparecen en Skins —comentó Merlía, poniendo de ejemplo aquella serie inglesa que con Vienna había disfrutado, temporada por temporada. Su tono de voz evidenciaba la ilusión de tenerlos a los cuatro allí.
Caterina, Ángeles, Rosaline y Lucien, atraídos por la curiosidad, siguieron sus pasos hasta llegar al subsuelo. No conocían a ninguno de los que allí se encontraban, no eran del colegio y tampoco del mismo rango de edad. La música resultaba distinta, al igual que la atmósfera. Ya no era un sonido que inundaba los oídos, sino que, para los amantes del género, era el que lograba ingresar en el cuerpo y mover cada fibra de él. Crudo, distorsionado, con baterías pesadas y voces rasgadas. Un sonido sucio que combinaba la rebeldía y la subversión del punk, y la apatía y la técnica del metal.
—Esta es la zona... VIP —informó Vienna, con una sonrisa pícara en los labios oscuros—. Nosotras solemos estar en ambas, la verdad. A mis amigas las invité una vez, pero les pareció muy fuerte y "dark". Capaz que a ustedes también, pero no pierden nada por conocer, ¿cierto?
—¡Siento que no vine con la ropa indicada! —exclamó Ángeles, dándole un vistazo a su delicado vestido. Había notado que la mayoría portaba camisetas anchas con frases transgresoras, camisas a cuadros, accesorios con metal, zapatillas Converse o botas Doctor Martens. Además, la gama de colores predominantemente oscura contrastaba con el rosa pastel de su prenda—. Es increíble lo diferente que es la fiesta de arriba a esta, wow. ¡Es raro, pero me gusta! Me quedo.
Y así hicieron todos.
Eufóricos saltos y gritos; emoción, sudor, movimientos bruscos, sonrisas y rostros invadidos por una pasión incesante. Caterina contemplaba su alrededor con total atención, y de un momento para otro, se vio sola en una esquina. Le pareció visualizar a los demás riendo y saltando junto a unos desconocidos, y de repente se sintió asaz desprotegida, extraña, fuera de lugar, preguntándose en qué momento se había quedado sola. Le apenaba verlos divirtiéndose y que, por más que ella quisiera vivir lo mismo, no encontrara el modo.
Un frío recorrió su pequeño cuerpo y los sonidos empezaron a molestarla. Imaginó su habitación, lo cómoda que era y cómo resultaba aún más acogedora y deseable. Deseó mecer en sus brazos a la gatita Simone, así como olfatear las páginas de sus libros y deleitarse con música suave. Pensó en sus padres, que estaban lejos de saber qué clase de festejo era ese. Se preguntó qué opinarían de la situación y no se figuró algo positivo.
Transcurrieron unos minutos y estaba decidida a volver a su casa, pero antes de salir, decidió darle un último vistazo al espacio, y sus ojos no podían creer lo que veían.
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Cenizas al café
Teen FictionLas mellizas Ferrari son un mito en el instituto Carpe Diem. Para la mayoría, dignas de admiración y celebración. Sin embargo, unos pocos las observan con ojos de duda, casi sintiendo que esconden un enigma. Dos muchachas, dos formas de ver el mund...