Capítulo diecisiete

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Ambos nos encontrábamos sentados en el sillón, mientras de fondo se escuchaba el ruido de la televisión. Giré lentamente la cabeza hacia YoonGi, quien al notarlo gruñó con levedad. - YoonGi...

- ¿Qué coño quieres? - No me agradó nada la brusquedad de su respuesta, pero lejos de enfadarme, me intimidó un poco.

- Yo... Lo siento.

Alzó una ceja con aires desconfiados mientras clavaba su mirada en mí. - ¿Por qué, exactamente?

- Siento que... - Tomé una honda respiración. - Siento que seas tan idiota como para no darte cuenta de que la abstinencia es culpa tuya por ser un borrachuzo y por ofrecerte a cualquiera. Y también siendo que seas un imbécil que piensa que solo porque a ti te apetezca, yo tengo que darte sexo siempre.

No tardó ni un segundo más en levantarse. Me cogió de las muñecas y tiró fuerte obligándome a levantarme, y antes de que perdiera el equilibrio, apoyó una de sus grandes manos sobre mi cadera, haciendo también que mi cuerpo se pegase al suyo. - Jimin... Te doy cinco segundos para retractarte. - Al ver que seguía firme, comenzó a contar. - Cinco.

- YoonGi, no...

- Cuatro.

- Por favor...

- Tres.

- ¡Yo no tengo la culpa, yo te quiero! ¡Yo te quiero y tú vas preguntándole a cualquiera si puedes follarle!

- Dos...

- ¡YoonGi! ¡Si me quisieras no harías esas cosas, s-si me...! - Y me deshice en lágrimas. - ¡M-Me excita tu personalidad dominante, pero hay un límite! ¡No puedo darlo todo por ti y que tú solo actúes con violencia! ¡N-no...! - Colocó una mano sobre mi cabeza y me acercó a su pecho, donde me acurruqué llorando.

- Shhh... - Él repartía caricias por mi pelo. - Jiminie... No quería que lo tomaras así, yo te... quiero. Solo que... Mi forma de ser es una mierda, lo siento.

- N-No Hyung. - Subí la mirada para observarle con mis ojos cristalizados. Sorbí mi nariz y sonreí. - Usted es genial.

Le vi negar con la cabeza, y acto seguido me besó.

💔

Caminé a través de aquella cafetería retro, observando alrededor y percatándome de todas las miradas que se centraban en mí. Y entre ellas, no estaba la de aquel idiota.

Me dejé caer en una de las sillas de plástico de aquella mesa de dos al fondo de la cafetería, y miré mi reloj. Eran las diez menos veinte, debería haber llegado hace diez minutos. Alcé la mirada cuando escuché la familiar campanita que sonaba al abrir la puerta, pero en lugar de al idiota al que buscaba, encontré a un joven y guapo chico. Caminó lentamente en mi dirección, aunque su mirada clavada en el suelo me hacía dudar de aquello. Cuando iba a llegar a mí, se desvió y se sentó en la mesa que se encontraba justo al lado de la mía. Volví a observar la puerta, y al ver que nadie venía, decidí distraerme un rato. - Tss, chico. - Él me miró casi de inmediato, con una mirada inquisitiva. - ¿A qué vienes?

- Pues... A tomar café.

Tuve ganas de golpearme la frente. - Es una cafetería, lo sé. Me refiero a, ¿cómo es que vienes solo?

Los 7 príncipes del infierno ▪BTS▪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora