10. Kuebiko

27 4 2
                                    

Sig.: Un estado de agotamiento inspirado por los actos de violencia sin sentido.

Ya llegas,
Lo siento;
En mis párpados,
En mi lengua,
En cada una de las yemas
de mis dedos.

Ya llegas.
Como un soplo de aire turbio,
Llegas.
Con la fuerza de un duende,
Atraviesas mi cuerpo
y se hinchan
mis venas.

Pasas muy rápido,
Fugaz.
Eres casi imperceptible,
Pero yo lo noto más que nadie.
Soy la única que lo ve claro.

Has llegado otra vez,
Otra vez.
Pero,
¿Cuánto durará hoy?

Sólo te reúnes conmigo
cuando
se percibe
a duras penas
una sonrisa en mi rostro.
No quieres verme feliz,
No quieres.

Y yo ya no sé qué hacer
para volver a tener
los cordones de mis zapatos
bien atados,
La vida bien pegada a mí.

Ya no sé qué más hacer para
protegerme.
No quiero seguir tus normas,
No quiero estar a tu lado,
Cogiendo tu mano.
No quiero mirar tus ojos,
No quiero reflejarme en tu mirada.

Vienes,
Sigiloso,
Y no me queda
otro remedio
que sufrirte,
En silencio,
Para que el murmullo de la gente
no suba el volumen.
Eres así de eterno.

Yo cierro los ojos,
Pero igualmente te veo.
Atraviesas mis entrañas y
Te juro
Que ya no sé si alguna vez
estuve en tu alma.

Me muerdo los labios,
Hasta ensangrentarlos.
Entierro bien mis dedos
en las palmas de mis manos,
Por si no me ves,
Por si te cansas de hacerme daño
alguna vez.

Ya no resbalan lágrimas
Por mi rostro,
Ya no se me nubla la mirada.

Se me está congelando el alma.

Pero se me está partiendo algo por dentro;
Tengo miedo,
Pero no te lo tengo a ti.

Hace un tiempo se me hubiese destrozado el alma en pedazos
Sólo por estar dos segundos sin tocar tu espalda en medio de un mundo nuevo.

Fuiste capaz de abrir un universo
Misterioso dentro de mí,
Y ahora que entraste y
lo arrasaste
todo a tu paso,
Estás seguro
de que no volveré
a levantarme.
De que todo lo que hiciste
me hundió por completo.

Y
Sino,
Siempre vuelves para impedirme
avanzar.

No eres justo.
Pero de eso ya me tuve
que dar cuenta
la primera vez que te acercaste a mí.

No pude hacerlo.

Y ahora estoy condenada
A no tocar otra espalda,
A no besar más labios,
A no mirar a otros ojos,
A no soñar con nadie más.

Lo único que quiero que sepas
Es que no me destrozaste del todo,

Ni lo harás jamás.

No me infravalores.

No cantes victoria ya.

En VersoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora