Date cuenta.

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Ahí estaba, mirando su nuca como un completo idiota, debería mejor estar poniendo atención a la clase... si, tal vez, pero es que verlo se había convertido en algo tan irresistible ¿pero qué carajos? ¿qué es lo que estaba haciendo? Desvió su vista hacía su cuaderno y pensó con claridad, esto no podía estar pasando, no de nuevo.

Le tomo demasiada fuerza de voluntad el no voltear en toda la clase a verlo y por más que suene sorprendente por primera vez presto completa atención al profesor, todo con tal de no mirarlo a él. Las horas se le hicieron eternas, porque la clase era aburrida, pero sobre todo porque debía ignorar a aquella persona, aquella que ocupaba su mente de un tiempo a la fecha.

Alzó la vista y se encontró con el reloj de manecillas que marcaba cinco minutos para salir de la clase, por fin, sólo cinco minutos y ya, esta tortura terminará. Sin esperar a que la campana sonara se levantó de su asiento, con replicas por parte del profesor las cuales le importo un comino y se dirigió a la puerta. Antes de salir volteo a ver a uno de los pupitres de los asientos delanteros, estúpido ñoño, pensó y sonrió al mismo tiempo, ojalá y no haya visto esa estúpida sonrisa. Salió del salón azotando la puerta.

—Eres un idiota, sí, un grandísimo idiota —se miró en el espejo de los baños—, más te vale poner en orden todos tus estúpidos pensamientos —se regañaba a sí mismo mientras enjuagaba su rostro con agua fría. Cerro los ojos recargado en el lavabo y la primera imagen que ocupo su mente fue él, de nuevo, el doblemente bobo. Golpeo la cerámica con sus nudillos y salió que lo llevaba el diablo de los baños.

Camino por los pasillos de la escuela sin importarle a quien iba golpeando en el camino, es más, todos notaban un aura endemoniada lo cual les hacía alejarse de él para prevenir algún golpe. Saco una libreta de su casillero azotando la puerta de este y dio media vuelta para largarse a su casa, pero de repente se paró en seco pues ahí estaba Edd, junto con sus tontontos amigos buenos para nada.

—Tsk, idiotas —camino hacía ellos dedicándoles una mirada de furia—. Oye, cuidado Doble ñoño —tiró los útiles de Edd de un manotazo—, para la próxima sujétalos mejor... Ja

—¡Ey, imbécil! ¿Quién te crees, pedazo de chorlito...

—Déjalo así Eddy —Edd levanto sus libretas como si nada con la ayuda de Ed.

—Fíjate, ¡alcornoque! —seguía gritando las palabras al viento pues Kevin ya se había marchado.

—Jajaja... alcornoque —rió Ed

—Un día de estos le haremos pagar por todo esto, ya verás... Es más se me está ocurriendo una idea —volteó a verlos maliciosamente.

—Cada día dices eso, Eddy, pero nunca funciona nada de lo que dices. Tal vez y sólo tal vez deberíamos concentrarnos en algo productivo como los estudios o...

—Si, si, si, como digas, cabeza de condón. Por lo mientras vamos a mi casa.

Apenas y escucho lo que el baboso de Eddy le gritaba, como lo odiaba, tanto a él y al otro tarado ya que siempre estaban rondándole como si nada, lo que le hizo pensar lo que daría por estar tan cerca suyo, oír su dulce voz, sus modismos tan cordiales y su plática tan poco interesante sobre ñoñadas, oh si, definitivamente esto iba más allá de un simple interés. El sólo pensar en él una sonrisa idiota se le dibujaba en el rostro instantáneamente como si fuese lo más normal del mundo, aparte de que pensar en su voz le hacía pensar en sus labios y pensar en sus labios le hacía pensar en un beso, un delicado beso que quisiera robarle... No, no de nuevo. Ese bobo lo traía babeando y le tomo medio año darse cuenta, pero al fin estaba seguro, no era sólo interés esto ya era una atracción total.

Prohibido EnamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora