Ríndete y enamóralo.

423 43 26
                                    

El día afuera lucía muy deprimente, de hecho, se sentía un frío que calaba hasta los huesos, la temperatura había bajado de un día para otro sin razón aparente y aunque se encontraban en otoño era muy temprano para los fuertes fríos. A pesar de amanecer con un día tan pésimo cierto pelirrojo lo veía perfecto y es que se sentía como nuevo, renovado, con ganas de intentar algo nuevo.

—Es un buen día para enamorar —dijo así mismo mientras se levantaba de su cama y a pesar de que, regularmente, esta acción siempre le causaba fatiga hoy no, hoy era un día con demasiadas energías para gastar.

Se puso de pie y miro a través de su ventana, el cielo lucía un tono gris alertando de un chubasco alrededor. A la mierda, se dijo así mismo, por más que estuviese negro aquel día no iba a cambiar el hecho de como se sentía.

Bajo un poco su mirada y observo que cierto pelinegro caminaba sobre la acera, se veía tan lindo y rechoncho con un par de suéteres puestos, sonrió internamente y se agradeció a si mismo por haber mirado por la ventana justo en ese preciso momento. Ya no le incomodaba darse cuenta que estaba sonriendo como tonto al ver a esa persona, a su querido DobleD y es que su amiga Nazz se había encargado de hacerle perder toda pena y negación, es por eso que se sentía como una persona nueva, libre de sus acciones y pendiente de sus emociones. Siguió mirando a Edd, quien al parecer se dirigía a casa de Ed, en unos segundos el pelinegro estornudo, tal vez por el frío viento y tropezó al resbalarse con un charco de agua cayéndosele los libros, que como vil ñoño, cargaba en mano. No lo dudo ni un segundo y rápidamente tomo los primeros jeans que vio, se ató torpemente las agujetas y salió disparado hacia la calle con una chamarra y sus llaves en una mano que deposito sobre la moto.

—¡Ey! Dork.

Hacía ya mucho tiempo que no le decía así y cierta melancolía inundo su ser, se recordó a si mismo cuando niño y recordó a Edd, tan tierno y delicado pero siempre presente para las idioteces de sus amigos, vaya tiempos, aquellos en los cuales no pensó ni por un segundo enamorarse de ese pequeño bobo, si alguien se lo hubiera dicho en ese entonces seguramente lo habría tomado de a loco, pero ahora estaba allí de frente a ese tierno y frágil bobo, que no había cambiado mucho, bueno en realidad sí, se había hecho más alto y aunque no tuviera complexión de deportista debía aceptar que su cuerpo era perfecto, también sus facciones se habían tornado más dulces, siempre tan de buen humor.

Noto como aquel pelinegro que estaba admirando movía sus labios sin pronunciar palabras, después cayó en cuenta que le estaba diciendo algo por lo que tuvo que dejar de divagar y prestar atención

—¿Perdón? —se sintió como estúpido al ignorarlo por estar clavado en sus propios morbosos pensamientos.

—Dije, buenos días Kevin —le dedicó una sonrisa de esas que solo ese chico puede dedicar, una tierna y delicada.

—¿Ya no me dirás Kev? —se agacho para ayudarle a recoger los lapiceros que se encontraban regados por todo el pavimento al hacer esto notó un leve sonrojo en Edd, tal vez era por el frío o tal vez era por lo que había dicho, esa duda lo persiguió durante todo el día.

Edd no sabía que responder, de la nada llegaba Kevin después de días sin hablarle, mentiría si dijera que no se sintió sorprendido por tal acción, además su pregunta, oh dios, en ese instante sintió como sus mejillas ardían un poco, por favor que no estuviera sonrojado.

Terminaron de levantar las cosas y Edd las acomodo en su mochila, donde debieron estar en un principio, el silencio se hizo presente y con el también los nervios de DobleD, se sentía nervioso por ese cambio tan repentino y por el simple hecho de estar frente a Kevin, no sabía por qué se sentía así pero al estar junto al él pudo sentir su corazón acelerar.

Prohibido EnamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora