Ocúpate.

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—¿Tú qué opinas Kevin?

—¿Eh?...

Se encontraban en los vestidores preparándose para el entrenamiento, y al parecer le habían hecho una pregunta sacándolo de sus propios pensamientos. No estaba nada concentrado en lo que ocurría a su alrededor y no le interesaba mucho, aun así, se dignó a prestarles un poco de su atención a su compañero que ahora le hablaba.

—Que qué opinas ¿Una chica te toma como un pervertido si intentas tu jugada en la primera cita? Chris dice que sí y que jamás te vuelve a hablar, yo digo que es todo lo contrario —alzó una ceja pidiendo su opinión—, ¿Tú qué dices?

—Emm pues —tuvo que formularse dos veces la pregunta en su cabeza ya que no había prestado demasiada atención— ...Supongo que todo dependerá de su personalidad, por ejemplo, si es inocente e ingenua le asustarás —se escucharon risas en todos los vestidores logrando que Kevin se diera cuenta del error que acababa de cometer.

— ¿Y si le robas un beso? —pregunto uno de sus compañeros alzando los labios en burla a su respuesta tan cursi que había dado.

—En ese caso no importa, porque es un simple beso —contestó seriamente a la pregunta sin hacer caso de sus burlas—, aunque si eres tú quien la besa lo más seguro es que salga huyendo, idiota —Las carcajadas se escucharon de nuevo.

—Quién te viera capitán, ¿Ahora eres la doctora corazón? ¿o al parecer alguien está enamorado?

—Pero qué idioteces dicen, han sido ustedes los que preguntaron, imbéciles —tomó el balón y todos lo siguieron al campo.

Comenzaron su entrenamiento como de costumbre, primero un poco de calentamiento y estiramiento, y después corrieron por minutos dando vueltas alrededor de la cancha, esto era rutina diaria ya que todos los jugadores debían mantenerse en forma, y sobre todo debían acostumbrarse a la condición del deportista. Durante todo el entrenamiento Kevin andaba muy distraído, se tropezó dos veces al correr, y en cuanto se pusieron en posición para practicar las estrategias de juego se equivocó de lugar recibiendo gritos por parte del entrenador, una y otra vez.

Y es que simplemente no dejaba de pensar en lo sucedido hace menos de media hora, en aquel abrazo, su piel, se sintió tan cálida que deseo volver a ese momento para jamás soltarlo, ¡Que idiota fue al largarse! Tal vez en estos momentos podría estarlo besando, ¡Oh sí!, por fin habría probado esos deliciosos labios, y tal vez también habría metido su mano debajo de su playera para tocar su suave piel, apostaría a que su piel es demasiado delicada, pasaría su mano alrededor de su pecho y exploraría todo de él hasta llegar a sus pezones...

— ¡Kevin, cuida... —no pudo terminar su frase cuando vio como el pelirrojo caía al piso por el balonazo que cayó directo en su cara, en cuanto lo vio caer corrió hacia él para auxiliarlo— Bro ¿Estas bien? —le ayudo a incorporarse.

—Si, idiota —se levantó algo mareado— ¡Fíjate!

—Ey, eres tú él que esta distraído —habló en defensa propia, era cierto, no era culpa suya que el pelirrojo no estuviera prestando atención— si no te sientes bien será mejor que lo dejes por hoy.

— ¡Kevin! —Grito no muy feliz el entrenador a los lejos— ¡¿Puedes dejar de besar el piso?! ¡Con un demonio! ¡Te voy a lanzar a la banca si sigues así, me sirves mas sentado! —se fue acercando mientras gritaba mas fuerte, hasta estar frente a él—. Todavía de que haces que te castiguen ayer, te das el lujo de estar en la luna durante el entrenamiento...

—Estoy perfectamente bien... —le escupió las etras con rabia, no soportaba que nadie le hablara así, aunque fuera su jodido entrenador.

—¡Sabes que estas sangrando! ¿cierto? —Kevin llevo su mano a la nariz y corroboro lo que le decía, sintió un leve mareo al ver la sangre y se desmayó— ¡Alguien arrástrelo a las putas bancas, por amor de Dios! ¡Tenía razón, me sirve más sentado! ¡Todos los demás a posición! —Soltó un pitazo con el silbato que tenía en el cuello mientras dos de los jugadores acataron la orden del entrenador enseguida, levantando a Kevin.

Prohibido EnamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora