Capítulo Tres

2K 171 117
                                    

-Sí, yo... -consiguió decir, tartamudeando-. Soy Milk Ox.

Era guapísimo, desde el pelo rubio con las puntas alborotadas; la recién afeitada mandíbula, lo bastante
fuerte como para romper piedras; a la planchada camisa blanca; la corbata gris y ese aroma a sándalo y jabón.

La azabache no se atrevía a mirar más abajo, era la clase de hombre que te hacía olvidar hasta tu propio nombre porque una estaba ocupada intentando respirar.

Milk hizo un esfuerzo por ordenar sus pensamientos -Buenos días, señor Son. Estaba... solo... he abierto su agenda para que la tuviese a mano -consiguió decir. Luego, como si no hubiera entrado en su correo unos minutos antes sin que él lo supiera, le ofreció la mano.

Y, por una vez, agradeció su metro setenta y ocho, aunque no fuera suficiente, porque aquel hombre debía medir al menos un metro noventa.

-Estoy deseando trabajar con usted.

Cuando le tomó la mano sintió un escalofrío y tuvo que hacer un esfuerzo para no pensar en cómo había acariciado sus pechos en sueños la noche anterior.

Porque estaba segura de que aquel era el hombre.

Y eso era horrible, ella no quería que su amante imaginario apareciese en su vida profesional, pues necesitaba el trabajo. ¿Cómo iba a tratar con Goku Son sin recordar cómo había sido hacer el amor con él? Y sobre todo ¿cómo iba a disimular? Al menos él no sabía nada.

Estaba sonriendo, pero sus ojos... había muchas cosas escondidas tras esos ojos verdes.

-Llámame Goku -habló, sin soltarle la mano-. Aquí el trato es muy informal.

La azabache recuperó su temblorosa mano. -Muy bien, Goku -murmuró, apretando los labios. El sentimiento de culpa hizo que se pusiera colorada, contra su voluntad, miró la pantalla de la laptop para comprobar que el correo no había vuelto a aparecer de repente y cuando volvió a mirarlo a él, Goku estaba estudiándola con la misma expresión inescrutable.

-Siento no haberte saludado ayer, pero tuve que irme a toda prisa, mi hermana se puso de parto y su marido no podía llegar a tiempo al hospital supongo que María, la recepcionista, te explicó todo lo que hay que hacer.

-Sí, claro -Milk le perdonó por el día anterior. ¿Cuántos hombres corrían al hospital por el parto de su hermana? Su hermano no se había puesto en contacto con ella desde que escapó del infierno que era su casa para irse a la capital oeste años atrás.

-¿Ha ido todo bien? -le preguntó, aliviada al poder pensar en algo que no fuese el maldito correo, y la tensión sexual que de repente parecía ahogarla-. ¿Qué ha tenido, un niño o una niña?

El rubio sonrió y, ¡ay!, tenía una sonrisa encantadora que le formaba una arruguita en la mejilla izquierda.

-Todo fue fenomenal -respondió. Si él fuese el padre no podría estar más contento-. Es una niña, Marron, y pesa tres kilos y medio.

-Qué nombre tan bonito - la pelinegra hizo una pausa-. Así que supongo que anoche estuviste ocupado celebrándolo.

Demasiado ocupado como para abrir su correo, o eso esperaba.

Él la miró de forma desconcertante, como si pudiera leer sus pensamientos como si supiera lo que había estado haciendo la noche anterior, con él y Milk se puso colorada.

-Mai y yo tomamos una copa de champagne.

¿Mai? De modo que tenía novia. La pelinegra sintió como si la hubieran pinchado y estuviera desinflándose. Bulma no le había contado nada de eso, le había dicho que Goku Son no tenía tiempo para relaciones, que su familia era lo más importante para él y que las mujeres eran lo último en su lista, aunque no era homosexual.

Las Fantasías De Milk 《GoChi》(Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora