Capítulo Cinco

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Antes de que pudiese analizar esa reacción, la chica esbozó una sonrisa.

-Hola -la saludó, sus ojos de color azabache brillaban de femenina curiosidad.

-Lo siento -murmuró-. Volveré más tarde.

Goku levantó la mirada -No, no, entra, por favor. Mai, te presento a Milk, la
sustituta de Bulma.

Milk dejó los cafés sobre la mesa para estrecharle la mano.

-Encantada.

-Mai ha traído arroz chino.

-Muy amable -ridículamente aliviada por segunda vez ese día, Milk sonrió-. Encantada de conocerte.

-Lo mismo digo -replicó la joven-. Bueno, los dejo para que hagan lo que tengan que hacer. Dile a Goku que te lleve a casa algún día.

-Sí... bueno, adiós -Milk tuvo que tragar saliva, nerviosa. ¿Era una especie de conspiración? Podría haberle dicho que solo estaba allí ocupando el sitio de Bulma durante unos días, que no estaba saliendo con su hermano y, por lo tanto, no había ninguna razón para ir a su casa-. En fin, voy a buscar esos informes...

Una vez fuera del despacho intentó llevar oxígeno a los pulmones.

Que Goku viviese con su hermana le sorprendía. Había pensado que un hombre como él viviría solo, sin una hermana pequeña a su lado, aunque Mai fuese prácticamente una adulta.

Un hombre como Goku debía tener a las mujeres comiendo de su mano...

Bulma siempre decía que su ética profesional era legendaria, y ella era su empleada, se recordó a sí misma, de modo que cualquier cosa remotamente sexual estaba fuera de la cuestión. Desde que llegó a la oficina se había mostrado serio y apenas se había fijado en ella más que para darle trabajo. Satisfecha, y aliviada, tomó los informes y se dio la vuelta... Para encontrar a Goku mirándola desde la puerta.

Y no parecía estar pensando en el trabajo. El sol empezaba a ponerse, y los últimos rayos iluminaban la piel masculina, ella apretó los papeles que llevaba en la mano para contener el deseo de tocarlo y averiguar si era tan cálido y firme como parecía.

Como en su sueño.

Si no hubiera soñado con él no estaría teniendo esos pensamientos tan inapropiados; ella se enorgullecía de ser una profesional y no miraba a sus jefes como si quisiera besarlos...

Probablemente estaba esperando que le explicase por qué había tardado tanto.

-Me encantan los atardeceres, ¿a ti no? -murmuró, apretando los documentos contra su pecho como si fueran un escudo.

-Sí, especialmente cuando se disfrutan en buena compañía -respondió él, sin dejar de mirarla.

-Bueno, ¿quieres que empecemos?

Goku dio un paso adelante y no se detuvo hasta que estuvo a un centímetro de ella y Milk vio algo que no había notado antes: sus ojos, verde esmeraldas, estaban rodeados de un círculo azul y brillaban ¿era un brillo de especulación, de atracción?

La azabache tembló, entre el deseo y el miedo, cuando el rubio alargó una mano para quitarle los informes.

-¿Qué tal si tomamos ese café antes de que se enfríe?

Pasándose una mano por los brazos helados, ella murmuró: -Espero que te guste el café con leche. Le pregunté a María y me dijo que creía que sí.

Él asintió con la cabeza -En este momento agradezco cualquier cosa con cafeína.

Ella lo siguió al interior del despacho y se sentó frente a él.

Las Fantasías De Milk 《GoChi》(Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora