Capítulo Dieciocho

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El domingo por la mañana, Milk despertó con la luz del sol entrando por la ventana. Goku no había aparecido, aunque lo había esperado despierta hasta las cuatro de la mañana.

Tenía los ojos hinchados, la nariz tapada de tanto llorar y un agujero en el pecho.

No sabía si su relación con Goku se había roto, por qué no había ido o qué estaba pensando, pero tenía muchas cosas que hacer. Debía decidir qué iba a llevarse con ella y tirar el resto o regalarlo.

Podría llamar a Goku para pedirle disculpas por su comportamiento el día anterior. Había visto un brillo de decepción en sus ojos cuando mencionó lo de no dar explicaciones.

Acababa de hacerse un té cuando él llamó al timbre.

Apoyado en el quicio de la puerta, con el cabello despeinado y los ojos enrojecidos, parecía no haber pegado ojo en toda la noche.

Era el hombre más atractivo que había visto nunca, pensó, dando un paso atrás para dejarlo entrar. Olía a mar y a sueños imposibles.

-Te extrañé.

No había querido decirlo, pero las palabras salieron de su boca sin que pudiese evitarlo.

Sin decir nada, Goku sencillamente se apoderó de sus labios.

Posesivamente, con una pasión casi furiosa.

Sintió la fuerza de los rígidos brazos que la sujetaban, el sólido cuerpo contra el que la aplastaba. Pero, de repente, la soltó con tal vehemencia que estuvo a punto de caer hacia atrás.

-Tenemos que calmarnos -dijo, metiendo las manos en los bolsillos -. Esto es demasiado intenso y no es lo que necesito ahora mismo. Y tú tampoco.

Lamentaba el beso y la falta de control. Saber eso era doloroso para ella, pero era lo mejor y tenía razón, debían distanciarse un poco. En una semana, el hombre al que amaba y ella estarían a miles de kilómetros de distancia. No iba a cancelar el viaje, lo necesitaba más que nunca, no iba a intentar convencerlo de que lo suyo podría ser algo más que una corta aventura, no iba a decirle cosas que él no quería escuchar: que no solo quería ser su amante sino su esposa, la madre de los hijos que obviamente él quería tener y esperaría de un matrimonio.

Ella no podía darle una familia y tampoco podía arriesgarse a ver un brillo de decepción en sus ojos cuando se lo dijera. Debía marcharse, decirle que había sido divertido, pero debía empezar a preparar el viaje. Irse durante esa última semana y no volver a verlo. Pero no podía decepcionar a Mai, y Goku había pagado el trabajo por adelantado. Además, ella nunca había sido de las que se rendían, y pensar en no volver a verlo era demasiado doloroso.

-¿Qué intentas decir?

En lugar de responder, la tomó en brazos para llevarla al dormitorio como un hombre impaciente tomando algo que le pertenecía.

Él la deseaba en ese momento, toda ella, en cuerpo y alma, con una urgencia que no había sentido nunca y ella se lo dio todo, borrando dudas y preguntas y provocando una oleada de emociones que apenas podía controlar.

La dejó de pie temblando de excitación, empezó a quitarse el pantalón y la camisa y sólo quedar en boxer, estiró su mano y ella la tomó sin titubear, rodeó su cintura con sus enormes brazos y la besó desesperadamente, sentía que tenía una década de no haberla besado, ella por inercia rodeó sus frágiles brazos en el cuello de él, haciendo más profundo el beso.

Bajó los brazos y los colocó en el redondeado trasero de ella y la levantó como una pluma, pequeña y frágil. Era sólo de él. La azabache enredó sus piernas en su cintura y jadeó cuando él la depositaba en la cama delicadamente, se apartó de ella y la contempló por una milésima de segundos como siempre lo hacía cada vez que iban a hacer el amor.

Volvió a juntar sus labios con los de ella mientras le quitaba el albornoz, y notó que no llevaba sujetador, solamente bragas de color blanca.

Contempló esos pechos que ya estaban con esos hermosos pezones erectos exigiendo su atención. No dudó ni un segundo y dio una gran lamida provocando que se le erizara la piel a la pelinegra, mordía, succionaba, apretaba y pellizcaba sus senos, mientras que una de sus manos traviesas bajó hasta su entrepierna y de un sólo jalón se deshizo de las bragas de ella.

Colocó la palma de su mano en su monte de venus y la sintió muy húmeda, le encantaba provocar eso en ella. Empezó a frotar su entrepierna y luego metió dos dedos y empezó a masturbarla, la pelinegra apretaba sus dedos, con sus paredes vaginales.

- Goku... - Gimió la pelinegra. Mientras se arqueaba.

Amaba escuchar su nombre, salir de la sexy boca de ella entre jadeos.

Dejó ese par de manjar para hacer un recorrido de besos y chupetes sobre la blanquecina piel de el estómago y vientre de la pelinegra, llegó hasta su parte favorita y pasó su lengua en su parte sensible, subió la mirada para observarla como se retorcia de placer y lo que vio lo excitó más.

Su pelinegra tenía los ojos cerrados, respiraba con dificultad, tenía apretadas las sábanas entre sus manos, y su pecho se movía de arriba hacia abajo de lo tan excitada que estaba, y amaba saber que él provocaba eso en ella.

Sacó sus dedos y los saboreó, amaba todo de ella y esto no sería la excepción. Empezó a succionar su clítoris, introdujo su lengua, haciendo que ella se viniera en él, la saboreó a tal punto de jalar y dejar chupetones en su sexo.

Sacó su falo tan grande de lo erecto que estaba y empezó a frotarlo.

- Date la vuelta, Milk y ponte en cuatro - Ordenó él.

Ella desconcertada lo hizo, se volteó y quedó en cuatro con el trasero en dirección a él.

Goku seguía jalando su miembro y tenerla en esa posición provocaba que su pene doliera más, quería meter su miembro en ella pero quería darle más placer. Así que bajó su cara y dio un pequeño soplo provocando que la pelinegra le temblara las piernas y observó ese delicioso líquido salir de su vagina y perderse en sus piernas.

Besó su trasero y metió el dedo pulgar en su ano y otros dos en su clítoris, la masturbo por largos minutos, hasta que no pudo más y tomó su miembro y se introdujo en ella.

Se movían de manera sincronizada, eran unos expertos a la hora de hacer el amor más placentero.

Se apoyó más en ella, bajó sus manos y tomó sus pechos mientras seguía introducido en ella, los apretaba y los pellizcaba con desesperación, los dejó de apretar para tomar de sus cabellos y enredarlos en su mano de manera tan experta para aumentar las embestidas.

-Ahh... Goku... ya no soporto más - Gimió la pelinegra.

Ella sintió una corriente eléctrica que apretó el pene de Goku con sus paredes vaginales, dando como resultado el orgasmo más placentero de su vida. Segundos después sintió como él hacia lo mismo viniéndose dentro de ella.

Cayeron rendidos en la suave cama con la respiración entrecortada.

Después, la retuvo entre sus brazos, respirando el aroma de su pelo.

No recordaba nada de lo que había decidido antes de llegar allí. Una sola mirada cuando abrió la puerta y lo único que podía pensar era «estoy en casa».

Lo único que sabía era que la deseaba en todos los sentidos, costase lo que costase. Fuera cual fuera el sacrificio, el riesgo.

¿Pero cómo respondería ella si le abría su corazón? ¿Estaría dispuesta a hacer sacrificios, a arriesgarse con él? ¿Estaba preparado para descubrirlo?

Las Fantasías De Milk 《GoChi》(Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora