Capítulo Catorce

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Sentía la tentación de preguntar qué le pasaba, pero no tenían tiempo que perder y no quería empezar una discusión que podría hacerlos sentir aún más incómodos.

Hablarían del asunto más tarde. ¿Qué creía, que iba a lanzarse sobre él delante del cliente? ¿Que no sabía lo que significaba ser profesional? Ya lo había demostrado en varias ocasiones.

Tal vez había cambiado de opinión y pensaba que una noche era suficiente. No, no podía ser eso; solo tenían unas semanas, pero aún no estaba dispuesta a decirle adiós.

Goku encendió la radio del coche con el ceño fruncido. Por su culpa, Milk no había tenido tiempo de desayunar. Normalmente solía pensar con claridad después de nadar un rato, pero aquella mañana su mente era un caos. Ella lo afectaba de una forma incomprensible. Lo hacía sentir indeciso, y eso era algo nuevo para él.

Lapis los recibió frente al edificio, con sus ojos azul mar y su aspecto de surfero. Incluso Goku podía entender por qué las mujeres lo encontraban tan atractivo.

-Te presento a Milk Ox, mi ayudante.

-Bienvenida a Paoz -dijo Lapis, estrechándole la mano-. ¿Eres nueva en la empresa?

-No, estoy ocupando el puesto de Bulma -Milk miró alrededor mientras sacaba el ordenador-. Este es un sitio precioso, tiene mucho potencial.

-Eso creo, pero quiero que Goku me dé su opinión.

El rubio asintió con la cabeza. -Bueno, vamos a dar una vuelta.

La azabache devolvía la simpatía de su anfitrión con sonrisas mientras inspeccionaban el sitio, tomando notas y haciendo preguntas pertinentes. Si Lapis le parecía irresistible, no lo demostraba.

Por otro lado, tampoco mostraba ninguna señal de que lo encontrase a él irresistible. De hecho, no lo miró una sola vez a menos que fuese para aclarar algo o responder a alguna pregunta, y lo hacía con fría amabilidad.

Como debía ser. Lo que él esperaba... no, lo que exigía de su ayudante. ¿Por qué demonios iba a ser diferente?

Una vez en la oficina, se puso a trabajar mientras Goku y Brett discutían la propuesta y las posibles empresas constructoras.

Lapis se inclinó para mirar la pantalla del ordenador y comentó algo mientras ella lo miraba con esos ojos de color azabache.

Y Goku sintió algo raro en el pecho, como si le hubieran clavado un cuchillo.

-¿Qué opinas, Goku?

Él tuvo que aclararse la garganta.-¿No dijiste ayer que te gustaría contratar una empresa local?

-Sí, claro.

-¿Tienes alguna en mente?

Antes de subir al coche Lapis se volvió hacia Milk. -Si estás buscando trabajo y quieres algo permanente, yo tengo un puesto libre en este momento. Y estoy seguro de que lo harías muy bien.

¿Trabajar para Lapis? No, de eso nada, pensó Goku; si ella decidía quedarse en Japón se quedaría en G. Son.

-Gracias, pero me marcho de Japón en unas semanas -respondió.

El alivio de Goku duró poco.

-Para cuando vuelvas... -Lapis le entregó una tarjeta- la oferta sigue en pie -añadió, escribiendo algo en el dorso-. Si las circunstancias cambian, solo tienes que llamarme.

Goku puso una mueca. ¿Era una invitación? ¿Qué habría escrito en el dorso de la tarjeta? Maldita fuera, no podía verlo.

Estaba paranoico, pensó, apretando los dientes mientras le estrechaba la mano a Lapis.

Las Fantasías De Milk 《GoChi》(Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora