Capítulo Doce

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Milk sintió un escalofrío de emoción cuando Goku salió del coche y tiró de ella para besarla con un gesto impaciente mientras le acariciaba los pezones por encima del vestido.

Saber que ella era quien le hacía perder el control, convirtiéndolo en un salvaje, en un hombre primitivo, era como si el champagne se le hubiera subido a la cabeza. Nunca había sentido algo así y era asombroso. Ardía cada vez que la tocaba con las manos o la boca.

Goku le bajó la cremallera del vestido. -Te deseo tanto...

-Sí -susurró ella; la desesperación que notaba en su voz la hacía temblar.

-Te deseo ahora.

Cerró los ojos y arqueó la espalda, levantando los pechos hacia él.

-Sí, ahora mismo.

La habría dejado tomarla allí mismo, en el coche, pero el rubio salió de él a toda prisa y tiró de ella para tumbarla sobre el capó, levantándole el vestido con manos temblorosas para apartarle el sujetador y acariciarle los pechos como un animal hambriento.

Él metió una mano entre sus piernas para apartar las braguitas. Ah, ese primer roce de sus dedos sobre el húmedo algodón...

La azabache contuvo un gemido.

-Milk... -murmuró él, con una voz que era un gruñido y ella tembló de deseo.

Un segundo después, le introdujo dos dedos en el interior y sus músculos internos se cerraron, abrazándolos, metía y sacaba los dedos, frotaba su clítoris con impaciencia provocando pequeños espasmos en la pelinegra haciendo que se le dificultara su respiración.

Sus miradas se encontraron entonces. Toda traza de civismo había desaparecido y solo quedaba un macho excitado. Podía verlo en el brillo de sus ojos, sentirlo en el calor de su cuerpo, en su olor y en el largo y duro miembro que le rozaba los muslos.

Lo quería dentro de ella; quería que la ensanchase, la invadiese, la llenase. Quitándose el irritante prendedor del pelo, Milk sacudió la cabeza.

-Ahora -le ordenó, apoyándose en los codos y abriendo las piernas para él.

Goku le arrancó las braga, dejándola expuesta ante sus ojos. Hubo un momento de silencio y luego el deseo, la impaciencia...

Los dedos de Goku temblaban de tal modo que apenas podía bajarse la cremallera del pantalón.

-Ahora, ahora -repitió ella, excitada

En sus entrañas se desató un incendio al escuchar su propia voz ronca, cargada de deseo. No quería que fuese despacio.

La azabache se desabrochó el sujetador y lo tiró con un abandono que sorprendió a Goku casi tanto como a ella misma pero cuando iba a quitarse los zapatos, él negó con la cabeza.

-Los zapatos se quedan -le ordenó, mientras se liberaba de los calzoncillos-. Espera, no llevo preservativo...

Milk lo miró a los ojos durante un segundo antes de decir: -No es necesario.

No más esperas, no más tiempo para pensar. Goku tomó su ya erecto pene y se hundió en su húmedo sexo con una fuerte embestida. El gemido que escapó de su garganta parecía salir de lo más profundo de su ser.

Enredando las piernas en su cintura, ella respondió con un gemido, agarrándose a sus hombros, clavando las uñas en su carne y él disfrutó del exquisito dolor, devolviéndole el favor con los labios y la lengua.

Era la tentación de una noche de verano, llena de oscuros placeres y eróticas delicias, se decía a sí mismo que eso era todo lo que necesitaba y sin embargo... durante una décima de segundo había visto una vida entera en sus ojos.

Pero no había tiempo para pensar y empujó con fuerza hasta que la escuchó gritar, daba fuertes embestidas provocando que los pechos de la pelinegra se movieran con rapidez, con una de sus manos apretaba la espalda de ella y con la otra frotaba su clítoris que tanto lo volvía loco. La observó por décima de segundos para bajar su mirada lentamente a ese par de manjar con aureola rosada, sin titubear introdujo uno a su boca, chupando, mordiendo y jalando su pezón dejando rastros de saliva en ellos.

Dio una estocada más fuerte provocando un ligera electricidad en las piernas de la pelinegra y empujó con fuerza hasta que la escuchó gritar. Solo entonces se dejó ir dentro de ella.

Luego apoyó la cabeza en su pecho, escuchando los rápidos latidos de su corazón mientras los dos volvían a la tierra. ¿Qué había pasado? ¿Era normal esa intensidad, esa locura?

-¿Estás bien? -murmuró, rozando su cuello con los labios.

-Mmm -Milk suspiró; un sonido perezoso, satisfecho-. Creo que sí.

-Y yo creo que empiezo a sentir las piernas otra vez. ¿Qué tal si nos ponemos cómodos?

Sin esperar respuesta, la tomó en brazos para llevarla al interior de la casa y la dejó en el suelo, frente al sofá de piel.

Iluminada por las luces de la piscina al otro lado de la pared de cristal Goku sintió algo a lo que no podía poner nombre.

Era la perfección hecha carne. Sus labios húmedos, hinchados de sus besos, los ojos brillantes, las largas piernas desnudas, los zapatos más seductores que había visto nunca...

¿Quién era aquella Milk de cabello despeinado y pezones erectos por el fresco de la noche?

-¿Tienes frío?

-No, pero aquí hay un problema.

Él frunció el ceño. -¿Qué problema?

-Yo soy la única que está desnuda y eso no es justo.

Él esbozó una sonrisa.-Tienes razón.

Ella miró su camisa arrugada y alargó una mano para tocar un botón. -Creo que es mi turno.

Tenía que quitarle la camisa para hacer realidad su sueño, para pasar las manos por ese torso.

-Me encantas -murmuró, inclinándose hacia delante para depositarle un beso en el corazón. Lo escuchó suspirar cuando pasó la lengua por uno de los diminutos pezones. Sabía salado y olía a... Goku. Deslizándole las manos por los hombros le quitó la camisa y, disfrutando de su recién descubierto poder, tiró hacia abajo del pantalón.

-Quítatelo. Ahora mismo.

-Eres muy mandona, ¿no? -murmuró burlón.

Ella se tomó un momento para admirarlo. Precioso, perfecto, mejor que el David de Miguel Ángel.

La felicidad del momento se desvaneció, pronto estaría lejos de Japón y aquello sería solo un recuerdo; nunca podría ser nada más. Aquella tarde con Marron había confirmado que nunca podría ser la mujer que él necesitaba.

¿Pero y si pudiera ser? En lugar de mirarlo a los ojos, puso los labios sobre su torso. ¿Y si no le importase que no pudiera tener hijos? ¿Y si pudiese amarla por quién era y eso fuera suficiente?

¿Amar? Milk se apartó. ¿En qué estaba pensando?

-¿Cambiaste de opinión?

-No, no, estaba pensando, nada más.

-Pensamientos tristes - comentó él, tomándola por la cintura-. Esta tarde miré ese mismo brillo en tus ojos.

-Tienes mucha imaginación.

Miraba esos perceptivos ojos mientras deslizaba los dedos hacia abajo... y cuando lo sintió volver a la vida pasó el pulgar por la punta, riendo.

-¿Ya?

Goku sonrió.

-Dame unos minutos.

El azabache se preguntó cuánto tiempo habría pasado desde la última vez que estuvo con una mujer, pero dejó de hacerse preguntas cuando la tiró sobre el sofá. Se quedaron abrazados en silencio durante unos minutos, mirando el agua de la piscina reflejándose en el techo.

-Cuéntamelo -le pidió él.

Ella frunció el ceño. Cuando creía que lo había olvidado...

Las Fantasías De Milk 《GoChi》(Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora