Prólogo

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COPYRIGHT © 2018 Leila Ripiano

Se dice que existen cinco etapas de aceptación de la muerte, cinco etapas del duelo, pero para mí existen seis.

La primera es la negación, es lo primero que sentimos cuando se nos da la noticia que un ser querido ya no está: "Esto no me puede estar pasando a mi" "No puede ser". Es tan fuerte el impacto, es un sentimiento tan desconocido, que tendemos a pensar que no es real, en algún sentido lo usamos para protegernos de la intensidad de la pérdida. ¿Mi hermana? ¿La que hace unos días atrás estaba hablando conmigo sobre colores de pelo y famosos que a ella le gustaban ya no está? ¿Dejó de existir? Imposible.

La segunda etapa es la ira. "¡No es justo!" "¿Por qué le tuvo que pasar a ella?" "¿Por qué les suceden cosas malas a las personas buenas?" "Ella no se merecía esto" "¡No es justo!". Te dan ganas de romper todo, de destrozar todo lo que tienes en frente porque te sientes impotente, indefenso, quieres que el mundo sienta el mismo dolor y el mismo enojo que estas sintiendo en ese momento.

La siguiente etapa es la negociación. En esta etapa se desea volver a la vida que se tenía antes de que muriera el ser querido y que éste vuelva a nosotros. La negociación se manifiesta cuando te sientes como si hubiera algo que personalmente pudiste o debiste haber hecho para evitar la muerte y, si crees en un ser superior, le pedirás que todo vuelva a ser como antes sin importar lo que se deba dar a cambio.

La cuarta etapa es la depresión. La depresión puede manifestarse como pérdida de apetito, insomnio, disminución de la energía y falta de concentración. Al igual que soledad, vacío, auto-compasión y aislamiento. En mi caso también ataques de pánico, ansiedad, problemas de comunicación y pesadillas.

La quinta etapa es la aceptación. Esta es la etapa en la que comprendes que tu ser querido ya no está y tienes que seguir adelante, no hay nada que puedas hacer. Se trata de aceptarlo y salir adelante. Esta etapa no significa que estamos de acuerdo con esta muerte, sino que la pérdida siempre será una parte de nosotros.

Pero para mí existe una sexta etapa, la oscuridad. Es una oscuridad inevitable, porque cuando muere una persona con la que estabas conectada, una persona con la que tenías un lazo inquebrantable, algo en ti también muere, jamás podrá ser lo mismo y tú ya no serás la misma persona. Es aquella oscuridad que no debe ser alimentada, ni presionada porque de allí nacen demonios.

Nuestros DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora