"La vida es un lienzo en blanco, y debes lanzar sobre él toda la pintura que puedas."
―Danny Kaye
A lo largo de mi vida, muchas personas me habían dicho que mi timidez era "tierna", un término que particularmente detestaba. No le encontraba nada bueno ni positivo a mi timidez. Privarme de oportunidades por el simple hecho de no querer socializar, el continuo nerviosismo que me provocaba conocer a otra persona, dejar que me conocieran, que me llamaran la atención por ser callada; no lo disfrutaba para nada.
Desde hacía tiempo estaba intentando cambiar, obligándome a hacer cosas que me daban miedo. Porque por más de que me dieran miedo, no quería quedarme estancada. Eso me daba más miedo. Era una continua batalla interna.
La frase que me había dicho Maddie se me había quedado grabada: "si tú lo creas, tú también puedes hacer que se vaya". Sabía que no era tan fácil como sonaba, pero aun así deseaba con todas mis fuerzas que eso fuera verdad, que realmente pudiera tener el poder de cambiar. No esperaba vencer mis miedos de un día para el otro, pero sí comenzar a controlarlos. Porque sabía que, si no controlaba mi mente y mis temores, ellos me iban a controlar a mí.
Traté de tener eso en mente para poder sobrellevar el día de hoy en donde conocería gente nueva.
Me había despertado temprano. No había podido dormir bien. Quería aprovechar para preguntarle a Maddie cómo le había ido con Ethan, pero ella seguía durmiendo plácidamente. El día anterior me había enviado un mensaje cuando Ethan se había ido de la habitación, pero me distraje hablando con Jax y, cuando había vuelto, Maddie ya estaba durmiendo.
Me duché y me vestí rápidamente. Me puse un pantalón suelto color negro, una remera blanca y una chaqueta de jean. Sinceramente, era muy monocromática para vestirme. Siempre utilizaba colores negros o básicos.
Le envié un mensaje a Maddie avisándole que iba a volver por la noche y bajé al estacionamiento de la universidad. Jax me había dicho que iba a estar allí. Lo busqué, pero no lo encontré en un primer momento. Paseé un poco por las filas de autos hasta que un auto negro se detuvo frente a mí, Jax tenía la ventanilla baja y sonrió al verme.
―¿Subes? ―Sus ojos verdes se encontraron con los míos, llevaba puesta una gorra de béisbol negra.
Rodeé el auto y subí al asiento de acompañante.
―No sabía que tenías auto ―le dije.
Me estiré para tomar el cinturón de seguridad y ponérmelo, pero este parecía estar trabado y no cedía.
―Espera, te ayudo.
Jax se sacó su cinturón de seguridad y se estiró hacia mi asiento para ayudarme. Jaló el cinturón con fuerza dos veces hasta que cedió. Le agradecí, pensando que me lo daría para que yo misma me lo colocara. En cambio, pasó el cinturón por mi pecho y tiró de la banda superior haciendo que se me ciñera más al cuerpo antes de abrocharlo. Luego alzó la cabeza para mirarme. Estaba tan cerca de mí que podía sentir su calor corporal.
―El cinturón suele trabarse ―murmuró―. Lo he regulado para que estés más segura.
Tragué saliva, sintiendo el aire pesado entre nosotros. Me removí un poco en mi asiento.
―Gracias. Nunca regulo el cinturón de seguridad ―admití.
―Muy pocas personas lo hacen ―contestó, alejándose de mí para volver a ponerse su cinturón―. Soy un poco obsesivo con esas cosas, lo siento.
Algo dentro mío se removió.
No dijimos nada por unos segundos hasta que comenzó a conducir. Los músculos de su brazo se contraían cada vez que movía la palanca de cambio y su mano estaba peligrosamente cerca de mi rodilla. Aparté la mirada.
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Nuestros Demonios
RomanceSe dice que todos buscamos a alguien cuyos demonios se entiendan con los nuestros, sin importar la historia que hay detrás de ellos. Se dice que es difícil separarse de alguien cuando sus almas se conectan y Emma Denovan está por descubrirlo.