Capítulo 2: Universidad

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―Esta será la llave de tu cuarto ―me explicó con tono monótono la recepcionista que rondaba los cincuenta años―. Es la habitación número 307 en el ala oeste, tercer piso. Tus pertenencias ya deberían estar allí. Si no es así comunícate con recepción. Si hay algún objeto de la habitación que está dañado debes escribirlo en la hoja que te he dado y traerla a recepción. Tu compañera de cuarto ya se ha registrado. Este es tu carné de estudiante que tendrás que presentar en tus primeras clases y en ocasiones especiales. ¿Alguna pregunta?

Negué con la cabeza y deseé no perderme dentro del campus. Mi avión había aterrizado horas atrás, pero había tenido que esperar en la recepción de la universidad más tiempo del que había calculado. En el transcurso de esa semana debían llegar todos los alumnos, pero parecía que ese día había llegado la mayoría de ellos. Había personas por todas partes tratando de registrarse y discutiendo sobre sus habitaciones. 

Cuando por fin estuve en frente de la puerta de mi futuro cuarto agarre la manija y respiré hondo.

"Todo estará bien Emma" "Todo—

De repente la manija giró y se abrió la puerta de golpe haciendo que me tropezara hacia delante.

- Vaya vaya, primer día y las chicas ya caen a mis pies –dijo una voz masculina- amo esta Universidad.

Me enderecé de inmediato con las mejillas ardiendo. Un chico de mi altura me miraba con una sonrisa alegre. Tenía la piel oscura, cabello ondulado color miel con unos ojos del mismo color y una escasa barba en el rostro. 

―¡Ethan! ―exclamó una chica detrás de él. Era más baja que yo, tenía el pelo largo color castaño con algunas mechas más claras. Estaba perfectamente peinada y vestida impecable, con un pantalón de vestir color gris y una blusa floreada. Tuve la necesidad de correr a cambiarme mis pantalones de chándal con agujeros que había usado para estar cómoda en el avión.

Quien parecía ser Ethan alzó las dos manos y puso cara de inocente.

- ¡Ella se cayó, yo no la tiré!

―Pero podrías haberla ayudado ―se quejó. 

―Es lo que estaba a punto de hacer ―protestó, mirándome. Noté que su atención iba a mi cicatriz antes de apartar la vista― ¿Estás bien?

―Sí, no pasa nada, estoy bien ―dije, sin sonar muy convincente.

La chica acercó a mi empujando a Ethan y me hizo señas para que pasara.

- ¿Tú eres mi compañera de habitación? ¡Que emoción! Me llamo Madison, pero me dicen Maddie.

―Emma ―le respondí sonriendo mientras me adentraba en la habitación.

El cuarto era bastante práctico. Las camas ocupaban la mayor parte del espacio, una al lado de la otra separadas por una mesita de luz. Había estantes vacíos en una de las paredes. El armario era amplio y luego había otra puerta que debía ser el baño, pero lo mejor de todo era el ventanal con el cristal tintado que daba a un balcón. No pude evitar imaginarme pintando allí y sentí esa emoción que solo me provocaba la perspectiva de hacer arte. Esperaba que a mi compañera de habitación no le molestara el olor a pintura, porque eso definitivamente sería razón para pedir cambio de habitación y sabía que yo no iba a animarme a hacerlo, aunque quisiera.

Bueno, tal vez ella pide cambio de habitación... y ni siquiera por el olor a pintura. Por mí.  

- Oh ya he colgado ropa mía en los percheros del armario, si necesitas más espacio dime sin ningún problema. También puse algunas cosas en los cajones ¡Oh y en el baño! No tenemos cortina en la ducha, al parecer las personas que estuvieron antes que nosotras se la robaron, pero iré a pedir una a recepción luego, pero si quieres ducharte ahora—

Nuestros DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora