Capítulo 12: Arte Oscuro

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"El arte debe perturbar lo cómodo y consolar a los perturbados."

―Banksy

Ya era de noche cuando nos despedimos de Alisha, Lexi y Frosty y salimos de su departamento.

Era completamente consciente de la cercanía del cuerpo de Jax. Estaba a un paso detrás de mí y tenía que hacer un gran esfuerzo para no inclinar mi cuerpo hacia atrás y apoyarme en él.

Estiré el brazo para apretar el botón del ascensor, pero Jax me detuvo poniendo su mano sobre la mía. Mi respiración flaqueó y miré su mano sobre mi piel antes de mirarlos a los ojos. Él me estaba mirando con intensidad.

―Vayamos por las escaleras.

Fruncí el ceño tratando de prestar atención a lo que me decía y no a su mano todavía sobre mí.

―¿De nuevo? Ya hemos subido por las escaleras ―protesté.

―Bajar es mucho más fácil.

―No, tengo sueño. La única forma de que yo baje por las escaleras es cargándome así que tú ve por...

Jax no me permitió terminar la frase, pasó un brazo por mis piernas y otro por mi espalda, y me levantó como si fuera una pluma. Emití un grito y, de repente, el sueño que tenía se disipó de golpe. Nuestros rostros estaban a centímetros y mi respiración era un desastre. Aparté la vista cuando él comenzó a descender por las escaleras.

―¡No lo decía literal! ―me quejé― Jax nos vamos a matar, ¿tú piensas que peso diez kilos? No señor, voy a quebrarte la espalda si sigues bajando.

Moví las piernas, pataleando para que me baje, pero él siguió descendiendo.

―Voy a quebrarme la espalda si no dejas de moverte, Emma ―se quejó, sus manos me agarraron con más fuerza y tragué saliva.

―¡Jax voy a caerme! ―lloriqueé, sin dejar de moverme.

Jax suspiró ante mi dramatismo y se detuvo en el descanso de las escaleras. Me bajó lentamente y sus manos inevitablemente se deslizaron por mis piernas en el proceso. Cuando mis pies tocaron el piso y subí la mirada, Jax ya tenía inclinada la cabeza y me estaba mirando.

Mi respiración se aceleró, nuestros cuerpos se estaban rozando. Me incliné contra la pared a mi espalda y mi vista descendió a sus labios rosados.

―¿Vamos a seguir fingiendo? ―cuestionó y yo volví a mirarlo a los ojos, sus ojos verdes miraban los míos con urgencia.

―¿Fingiendo qué? ―logré decir.

―Que esta tensión entre nosotros no existe ―masculló.

Jax se acercó un poco más. Yo estaba completamente pegada contra la pared y la distancia entre nosotros era escasa. Comencé a sentir un súbito calor y un poco de miedo. No miedo de Jax, si no de lo que podría pasar entre nosotros, de lo que eso significaría. Jax pareció leerme el pensamiento, su voz estaba llena de sinceridad cuando habló.

―Emma, no voy a mentirte. Yo no quiero nada con nadie, esa es la realidad. Pero... ―Su mano derecha se deslizó hasta mi nuca y mi respiración se aceleró― Tampoco puedo soportar esto. Quiero seguir conociéndote, pero no puedo hacerlo así. El hecho de que me mires de reojo, de que te sonrojes si digo algo que puede sonar mal, de que me mires con culpabilidad como si estuvieras imaginando cosas de las que te arrepientes... Me está volviendo loco.

―Lo siento, no sé qué hacer al respecto ―susurré con la mirada fija en sus labios.

Jax sonrió ante mi mentira. Él se acercó más a mi hasta que nuestros cuerpos quedaron pegados, hasta que tuve que inclinar la cabeza hacia atrás para verlo.  Se apretó contra mí y yo jadeé. Sus pupilas se dilataron y su mirada cayó en mi boca.

Nuestros DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora