"El arte lava del alma el polvo de la vida cotidiana."
―Pablo Picasso
Ya había empezado a anochecer cuando decidimos levantar la mesa y ayudar en la cocina.
En uno de los viajes del jardín a la casa, Caleb me interceptó. Tenía el pelo castaño perfectamente alineado y ojos marrones que parecían nerviosos. Él era con el que menos había hablado, era más callado que los demás así que supuse que era una buena oportunidad para conocerlo.
―Emma, ¿y cómo estás llevando la universidad? ―me preguntó iniciando la conversación.
―Mmm... ni bien, ni mal. Estoy tratando de sobrevivir ―admití―. Es muy difícil no perder el ritmo con tantos textos para leer, entregas y exámenes. ¿Tú qué estudias?
―Arquitectura ―respondió―. No voy a tu universidad, pero tengo algunos amigos que estudian carreras relacionadas al arte y a veces me paso por allí.
Asentí y un silencio incómodo se instaló. Él se rio con nerviosismo.
―Me pareces una chica muy interesante ―comenzó a decir. Lo miré sorprendida―. No te quiero espantar...
―No... no pasa nada ―repuse, no muy convencida.
―Yo... ¿puedo pedirte tu teléfono? Tal vez podríamos salir algún día, para conocernos más.
Vaya, qué directo.
No sabía cómo me sentía al respecto, pero suponía que era mejor de esa forma. No solía haber gente tan directa. Sin embargo, me quedé muda. Al ver que no respondía, él negó con la cabeza.
―¿Sabes qué? Mejor te doy yo mi número y luego me escribes si quieres.
―Está bien ―me apresuré a contestar antes de quedarme pensando media hora más en qué decir y quedar terriblemente mal.
Le entregué mi celular. Caleb marcó su número rápidamente y me lo devolvió, yéndose con una sonrisa.
Bueno, eso ha sido algo nuevo. Y casi lo arruinas.
Estaba a punto de abrir la puerta de vidrio que llevaba al jardín cuando, esta vez, me llamó Brad.
―¡Emma! No puedes irte sin antes escuchar mis chistes ―me dijo alegremente.
―¿Cuentas buenos chistes? ―pregunté.
―Oh, sí. Son tan buenos y los conté tantas veces que ya todos se los saben de memoria y nadie quiere escucharme.
Sonreí.
―A ver, dime tu mejor chiste.
―¿Qué pasa si te tomas una foto con flash?
Me encogí de hombros.
―Superman se enoja ―contestó, lanzando una carcajada.
Me reí.
―¡Tengo otro! ¿Cómo se llama el primo vegetariano de Bruce Lee? Pues, Broco Lee.
Volví a reírme, pero esta vez era más por compromiso.
―¿Cómo queda un mago después de comer? MAGOrdito.
Brad siguió contándome chistes y estaba tan entusiasmado que me dio pena detenerlo. Miré a mi alrededor, Jax estaba a unos pocos metros hablando con Alisha, pero estaba tan enfrascado en la charla que no se percataba de nosotros. Recordé nuestra conversación en el auto sobre aplaudir si necesitaba salir de alguna situación incómoda. Realmente había pensado que no lo iba a necesitar, pero creía que la situación lo ameritaba así que uní mis manos en un aplauso, tratando de llamarle la atención a Jax.
ESTÁS LEYENDO
Nuestros Demonios
RomanceSe dice que todos buscamos a alguien cuyos demonios se entiendan con los nuestros, sin importar la historia que hay detrás de ellos. Se dice que es difícil separarse de alguien cuando sus almas se conectan y Emma Denovan está por descubrirlo.