Punto final

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Inuyasha agarro su cuaderno y lo abrió con una sonrisa. Leyó con cuidado cada palabra, memorizando su contenido y aprendiendo cosas nuevas.

-¿Otra vez leyendo esos viejos apuntes? —Miroku se sentó en la silla a su lado y miro el cuaderno. —La maestra de literatura debería aprobarte desde ya.

El peli plateado rió por la ocurrencia de su amigo. — Me gusta leer esto.

-Inocente criatura. — Negó con la cabeza divertido. — Deberías aprender cosas de utilidad. —Mordió su labio inferior. — ¡Como el porno!

Inuyasha se sonrojo de inmediato y con sus manos empezó a negar de inmediato, moviéndolas nervioso de un lado a otro. Miroku carcajeo y golpeo la mesa por la risa, hasta que llego Sango y le dio un golpe con un libro en su cabeza.

-¡Deja de molestar a mi bebé!

-¡Salvaje!

Los tres chicos rieron. Sango se sentó en el otro lado de Inuyasha y miro los apuntes, acostó su cabeza en la mesa y pidió que el chico leyera en voz alta, su voz siempre en un calmante. Miroku la imitó y se recostó.
Inuyasha sonrió y bajo su mirada de nuevo al cuaderno.

-Un cuento para sanar el alma. —Leyó el título. —Cuando tu cuerpo empieza a sentir la presión de la sociedad y tus lágrimas resbalan por tus mejillas sin poder detenerlo, es hora de que leas esto...

Hermoso.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora