¿Ares esta aquí?

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Atena POV.

Los martes, el día después de un lunes obviamente, pero con el mismo desagrado que provoca un lunes. Los únicos días que son predilectos en mi persona son claramente los sábados y domingos como cualquier persona en esta tierra.

Ya no alargaré más las cosas con mis ya comunes reclamaciones hacia todas las mañanas de cada semana sin excepción.

Iba caminando en los pasillos de Winslow junto a Jenn; una compañera mía quien acabo de conocer. Ella iba hablando de varios temas a los que yo solo asentía con la cabeza y me acomodaba una banda elástica azul en mi cabeza. Por alguna rara costumbre mientras me ponía la banda en la cabeza siempre bajo la mirada, tal imprudencia mía trajo como consecuencia el tropiezo con un cuerpo duro haciendo que cayera sobre mi trasero provocando un leve dolor en este.

—¡¡Fijate en donde caminas, engendro!!—exclamo al tipo con quien tropecé

Levanté mi mirada hacia el repugnante insecto de satán que me hizo caer sobre mi hermoso trasero, pero dejo de respirar cuando mis ojos se posan en esos ojos avellana que me hacían flaquear hace dos años y que aun lo siguen haciendo aunque no lo admita.

—Yo debería ser quien diga eso, rarita—se defiende con ese maldito apodo que me ha atormentado desde que nos separamos.

—Como sea. Jenn, vamonos—tomo el brazo de Jenn y emprendo mi camino a mi clase de computación.

—¡¡Oye!!—grita Justin a una distancia algo lejana de nosotras.

—¿Qué quieres, Wall?—pregunto al chico estando ya junto a él.

—Hablemos...—propone, lanza una mirada a Jenn—A solas—concluye con aires de suficiencia.

—Eso no sonó muy cortez de tu parte, Justin—le recrimino al chico frente a mi.

Suspira con cansancio y restriega sus manos sobre todo su rostro, vuelve a mirar a Jenn pero esta vez con una mirada penetrante que hace temer a cualquiera. Jenneryn se encoge en su sitio nerviosa y habla:

—Te veo después—dice con un hilo de voz. Se va sin voltear atrás, cobarde.

—¿Y?—lo ínsito a hablar de una buena vez.

—¿Sabes? Creo que ya sé quien sera mi próxima víctima—informa con su típica sonrisa ladeada.

¿Por qué demonios me informa algo como eso? Claro, él sabe que aún siento algo por él y hace eso como una "venganza" por mi supuesto engaño hacia su persona, desde ese día siempre me mantiene al tanto de las chicas con quien se acuesta. Muy nefasto de su parte.

—Bien por ti, galán—finjo indiferencia hacia la información que me acaba de dar—¿Quién es la desafortunada?—las palabras se me salen sin que yo pudiese evitarlo siquiera.

—Tu—susurra, su mirada penetrante aparece de nuevo y esta sobre mi.

Un escalofrío pasa por todo mi cuerpo volviéndolo gelatina en un santiamén. No puede estar hablando en serio.

—Pudrete Justin, no caeré tan bajo—escupo con un odio falso.

—Ya caíste una vez, Ena—se burla en mi cara.

—¿Por qué yo?—le pregunto, mi voz suena notoriamente quebrada por el dolor de saber que quiere que sea su juego. Una más.

—Por ser la única que pudo romperme el corazón—responde con una sonrisa amarga—¡¡Por ser una perra igual que las demás, por ser tan ingenua, por ser también la chica más dulce que he conocido, por destruirme, por engañarme cuando te amé y te di todo de mi!!—me gritó casi en la cara.

Ambos guardamos silencio, solo nos mirábamos a los ojos, yo estaba a punto de llorar y él estaba con los ojos llenos de furia y con todo el cuerpo tenso. No sé si enfurecerme por decirme perra o sentirme alagada por decirme que soy dulce, quería llorar pero no lo haría, ya lloré mucho por su decepcionante forma de pensar de mi.

Duramos lo que pareció una eternidad de ese mismo modo que hasta, como algunos dicen, la tensión podía cortarse con un cuchillo de plástico.

—¿No dirás nada?—pregunta al fin, esa pregunta pareció más como un ruego.

—Todo fue mentira—me atrevo a revelarle la verdad que oculte por años—Ares lo inventó todo, nunca te engañé, Justin—explico soltando un leve sollozo—Yo te amaba, nunca te haría una mierda como esa, pero decidiste creerle a la sabandija de mi hermano—le recrimino.

—Ese hijo de perra—murmuró más que enfadado.

—Hey relajate, también es mi madre—lo golpeo suavemente en el hombro—Él esta aquí—informo refiriéndome a mi hermano.

—No me digas que...—no concluye su oración porque empieza su camino con pasos fuertes como su quisiera romper el piso en dos hacia mi hermano.

—¡¡¿Justin, a donde crees que vas?!!—grito y voy tras él, pero es demasiado rápido para alcanzarlo.

No responde, solo se dedica a caminar a grandes zancadas hacia el salón de mi hermano ¿cómo rayos sabe donde esta? Ya sabia que estaba aquí, estoy segura de eso.

Para mi mala suerte, Ares esta hablando animadamente con un chico frente a los casilleros. Justin se apresura a quedar frente a él empujando muy lejos a su amigo.

—Eres un mal nacido, Clark—escupe con tal odio casi pegando su frente a la de Ares.

Ares sonríe egocéntrico frente al rostro lleno de ira de Justin para burlarse de él y darle a entender que le valía una mierda lo que él pudiera hacerle.

—No me digas, ¿ahora por qué?—pregunta con diversión.

—¡Sabes lo que hiciste, me dejaste creer que tu hermana era una maldita perra todo este jodido tiempo!—reclama, dirige una leve mirada hacia el sitio donde me encuentro parada como una estatua.

Mi cuerpo y el de Justin se tensan al oír la fuerte y sonora carcajada que sale de lo más profundo de Ares, ¿qué le parece tan gracioso sobre esta abrumadora situación? Sin duda Ares esta desquiciado.

—Ya te enteraste ¿eh?—levanta sus brazos al aire—Pero aquí el idiota fuiste tu, mi amigo—ríe—Tu fuiste quien decidió creerme tan disparatada mentira—su sonrisa nunca abandonó sus labios.

—Te vas a arrepentir de haber hecho una mierda como esa—sentencia antes de desaparecer por los pasillos.

Yo, quien aun no había pronunciado una sola palabra aun, permanecía pegada al piso sin efectuar ni un solo movimiento. Ares y yo cruzamos miradas después de un rato de silencio.

—Eres un bastardo, Ares—comento negando con la cabeza.

Ares solamente bufa y al igual que Justin desaparece de mi vista. ¡Vaya Martes!

Bueno...

Tal vez mañana suba otro capitulo, o tal vez de Amor ilegal, quien sabe.

Cosas de rubiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora