18. Ser fuerte

26 3 3
                                    

Victorio

Abrí los ojos con lentitud, despertando por la luz que espiaba curiosa entre la persiana. Los brazos de Brandon me rodeaban llenos de calidez, me hacían sentir que realmente tenía a alguien a mi lado, que disfrutaba de mi compañía. Yo sabía que era así, pero no de la manera que a mí me gustaría que fuera. La respiración del mayor bajaba y subía en un compás infinito y relajante. Esa expresión de tranquilidad que emanaba su rostro era una obra de arte que admiraría por horas y horas. Por algún extraño motivo, no deseaba que parase, más allá de las consecuencias que sabía que podía traerme. Brandon estaba por casarse, mientras yo solo era el amante capaz de cumplir todas sus fantasías. Mientras lograra que este siguiera pensando de esa manera, no me dejaría. Debía ser impenetrable.

Me recosté en su pecho, acunado por el ronroneo de su respiración, su calor, ese latido que nunca paraba en su pecho. ¿Por qué había reaccionado de esa manera, más allá de que había recordado la verdad? ¿Por qué me estaba rebajando a estar con una persona más allá de que esté con alguien? Esto en un pasado, me había prometido que no lo volvería a hacer jamás, y ahora solo la historia se repetía. La diferencia era, que más allá de conocer la verdad, el deseo de mi corazón no se apartaba. ¿Estaba enamorado de él? ¿Era eso? Hasta hace poco pensaba que mi alma le pertenecía a Carter, por amarme más allá de lo que realmente era. Ese rubio me amaba. ¿Por qué lo estaba traicionando con su mejor amigo? Era el peor ser posible. Quizá yo no había tenido suficiente tiempo para aprender a amarlo.

Los brazos del castaño me apretaron más hacia él, sacándome de mi transe masoquista. Una pequeña sonrisa se posó en mis labios y me dejé ser, la satisfacción ante ese gesto superaba los límites de lo conocido. No quería que se apartara de mí por nada.

Los belfos de Brandon acariciaron mis cabellos. Había despertado de su sueño profundo, causado por el encuentro carnal en la noche. Sentí como aspiraba mi aroma. No lo veía, pero podía imaginar su expresión. Me deseaba y no parecía tampoco querer apartarse de mí. La esperanza me invadió, pero mi rostro no expresó nada. Expresar mi necesidad solo lo espantaría. Ambos sabíamos la verdad. Él me deseaba pero amaba su prometido, pero ninguno de los dos podía darle la otra cosa que él quería.

—Buenos días —susurró a mi oído, estremeciéndome por el aire que acarició el bello de mi nuca—. Espero que hayas dormido bien. La pasé de maravilla anoche contigo. No me molestaría volver a repetirlo.

—Eso dependerá mucho de mis tiempos —dije elevando mi cabeza para poder mirarlo con claridad. Se veía tan hermoso que dolía el hecho de que su corazón no me perteneciera—. Tengo que ir a trabajar en un rato. No todos tenemos una empresa multimillonaria que pronto se volverá internacional —indiqué risueño elevando una mano para acariciar su mejilla. Su piel era extremadamente suave. Tocarlo era todo un privilegio.

—¿Pero no puedes aunque sea quedarte un poco más? ¿Aquí, conmigo? Podríamos ver una película como a ti te gusta. No me molesta la idea de estar abrazados, aunque sea un rato y reírnos un poco como amigos.

El comentario me hirió en gravedad, pero sin embargo sonreí y volví a acariciar su rostro. Mi dedo hizo una línea imaginaria, trazando su mejilla, seguido hasta su labio inferior.

—¿Seguro que lo que te interesa es ver una película, Lizarraga? —pregunté jugueteando con este, sin dejar de mostrar un aire misterioso. Tenía que capturarlo de alguna manera, y esta es la que mejor conocía. El arte de la seducción era de las pocas cosas que me habían salido perfectas durante toda mi vida. No era coincidencia que haya terminado en un prostíbulo después de todo.

Los ojos de Brandon se encendieron de deseo. Una de las cosas que parecía hacer perder su propio autocontrol, era el deseo. El deseo pasional provocaba que dejara de ser ese chico bueno que conocía perfectamente y era solo una bestia que se alimentaba del placer. Yo no era ningún tonto ante eso, y no pensaba dejar la oportunidad si con eso conseguía que se acercara a mí, que me quisiera a mí en vez de él. No había caído en cuenta de lo celoso que podía llegar yo a ser y lo poco que me interesaba perjudicar a otros con tal de conseguir lo que realmente quería. Yo quería ser amado por este hombre, no solo deseado. Y sabía que haría lo que sea por conseguirlo.

Exquisita AtracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora