13. Justo Hoy

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Victorio

Me limpié las lágrimas por ese sueño, mis recuerdos me atormentaban desde que todo había terminado entre nosotros. No me gustaba recordar lo que me había hecho sufrir cuando tenía dieciséis años. Solo sabía que había sido uno de los momentos más felices de mi vida, pero ese maldito la había cagado toda.

Miré al suelo apenado, tenía que hacer algo para dejar de pensar en él. Si tan solo Carter no le hubiera pasado lo del accidente, con él se sintió tan feliz durante su único mes juntos, y ahora que hacía dos meses que se encontraba en estado de coma por el choque, no lo tenía para mí. Negué con la cabeza a velocidad para despabilarme de los malos momentos, debía hacer algo para sentirme bien otra vez, quería ser feliz de nuevo.

Me levanté de mi cama y miré la hora, eran las seis de la tarde, al menos había dormido un par de horas. Además... tenía que buscar alguna forma de despejar mi mente, ¡que no sea con alcohol! Lo único que recordaba era un sueño que había tenido esa noche, de haberme acostado con Carter, aunque era ridículo en mi opinión, solo demostraba lo necesitado que estaba de querer acostarme con él, de cómo quería estar en sus brazos y sentirme querido como desde hacía mucho tiempo no o era. De todas maneras, hacía un mes que no me imaginaba al rubio, había perdido un poco el recuerdo de esos ojos verdes tan preciosos que tenía y desde hacía seis semanas que no lo visitaba en cuidados intensivos. No quería verlo en ese estado, solo me haría llorar como el cobarde que era, incapaz de afrontar otra vez una realidad que me dolía.

Caminé hasta su celular y busqué entre los contactos a Iker, él siempre encontraba algo con que despejarme. Cuando lo encontré, la llamada empezó, luego de unos cuantos timbres escuché su voz grave y alegre.

—¡Hola, imbécil! —rio divertido. Una mueca de felicidad se mostró en mi rostro, quería mucho a mi amigo.

—Hola, I. ¿Quieres que hagamos algo? Hoy el día está fantástico —hablé sonriente.

—La verdad que sí, tal vez podríamos ir al club. Tengo ganas de jugar fútbol, además de que la otra vez quedamos empatados.

—Esta vez no te la vamos a hacer tan fácil, Doberman —rio.

Iker era un az en el fútbol. Siendo alto, rápido y siempre lograr hacer la mayoría de los goles del equipo: era perfecto para el deporte. De igual manera, yo tampoco jugaba tan mal; a pesar de no ser alto, era más rápido que este, así que me las ingeniaba.

Mi amigo rio fuerte, ya me imaginaba como negaba con la cabeza repetidas veces.

—Ya vas a ver, Enano. Yo llamo a los chicos, nos vemos allá en una hora.

Corté la llamada al instante de terminar sus palabras, sin importar despedirme, ya que en unos momentos nos veríamos. Caminé hasta mi armario y lo abrí para buscar la ropa. Me puse la camiseta de mi equipo favorito, unos shorts azules y blancos deportivos, medias y unos botines negros bastante desgastados. Luego, preparé un bolso con ropa para luego cambiarme al final.

Salí de mi casa dando pasos cortos, observando indiferente a la gente que pasaba a mi lado, el lugar quedaba cerca, así que no le tomaría más de media hora en llegar a paso lento.

Cuando llegué, me quedé sentado esperando a que los chicos llegaran, no debían tardar mucho más. De todas maneras, estaba realmente distraído, pensando en Brandon de repente. No entendía el motivo de ello, pero de todas formas lo hacía. El día que habíamos pasado juntos había sido espectacular y tenía ganas de que volviera a suceder alguno parecido. Me había sentido muy a gusto con el sujeto. Además... No podía evitar notar lo guapo que era: El cabello castaño claro y esos ojos oscuros me resultaban simpáticos y carismáticos, era bastante delgado y tenía una postura muy derecha y sus argumentos y temas triviales eran muy inteligentes y maduros para mí. Aunque tenía unos siete años menos que él, y mi posición económica era muy poca al lado de su familia tenía una empresa multinacional de venta de telas muy finas; pensándolo era razonable.

Exquisita AtracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora