Capítulo 2: Extraño

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Disclamer: Los personajes de Hetalia no me pertenecen  su dueño es Hidekaz Himaruya

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Diciembre 1939

Para Inglaterra saber que tenía que luchar en otra guerra solo le mantuvo los pelos de punta tal vez la ganaría en cuatro años como la anterior pero ¿a qué precio? Se cuestionó ¿ahora que sería? ¿Sus hijos, la rana o su pueblo?

Tal vez todo junto.

Se encontraba en el parlamento británico escuchando como todas esas personas discutían por la situación actual y por amor a los reyes daban un dolor de cabeza.

Era Diciembre y parecía que no existiera guerra alguna seria porque para pelear con él debían pasar por Francia haciéndolo recordar sus épocas como el gran imperio conquistador de tierras colonizador y amado padre.

Y aunque no quería admitirlo abiertamente extrañaba a su hijo más querido (otra cosa que no quería admitir) Estados Unidos recordaba la última vez que lo vio estaba tan decaído llorando en el baño de las salas de reuniones o cuando la última vez que hablo para reclamarle sobre la crisis económica del 29 este solo le colgó no sin antes decir:

¿Es lo único que vas a decir? Si es así colgare.

—Maldito seas— murmuro cruzándose de brazos ¿qué podía hacer? Estaba perdido o tal vez no, se empezaba a alistar ante cualquier invasión, ya tenía todo preparado inclusive empezaba a pensar en una derrota.

Pero que tonterías estaba pensando.

Se levantó de su asiento y camino hacia la salida no sin antes mirar como aquellos humanos seguían discutiendo y salió del recinto.

Las calles de Londres no reflejaban ningún indicio de guerra —realmente no parecía que estuviesen en una guerra— y a pesar de ya tener a sus colonias listas para la batalla no se sentía con la misma sensación con la cual había empezado la primera, se sentía con miedo cosa que nunca había sentido en la gran guerra hasta que su hijo fue afectado por gases mortales.

Tal vez caminando se quitaría aquellos pensamientos tan deprimentes que rondaban por su cabeza.

—Me da aquellas  rosas blancas— pidio la nación a una vendedora ambulante de muy avanzada edad —¿Son para su novia?— le cuestiono la mujer con una sonrisa —Usted sabe para quién son señorita Elizabeth— contesto avergonzado entregándole el dinero —Me saluda al señor Francia de mi parte.

Odiaba cortar las rosas de su jardín además ya se había acostumbrado a comprarlas con la señora más amable que hubiera conocido desde hace demasiados años antes de iniciar el nuevo siglo.

Amaba a su pueblo eran gente que podrían tener una actitud un tanto "especial" como los habían calificados los representantes de diferentes países pero aun así los quería era como ver a muchos Arthurs de diferente género, edad, color y forma de hablar.

Se rio en pensar aquella escena.

24 de Diciembre

Arreglo la mesa con toda la comida que había mandado a hacer (obviamente nunca la volvería a hacer desde que su intento de pavo exploto hace navidades) miro los regalos acomodados bajo el pino navideño decorado con diferentes accesorios como luces y muchas esferas de diferentes colores.

Fue a arreglarse con lo que ya tenía preparado desde la mañana al terminarse de arreglar espero sentado al lado del teléfono esperando alguna llamada o llamar a alguien.

—Buenas noches me podría pasar a Estados Unidos soy el Reino Unido de gran Bretaña e Irlanda del norte soy su padre.

—Lamento decirle esto señor Arthur pero el señor Alfred no se encuentra desde el lunes ¿Desea dejarle algún recado?— le cuestiono la joven secretaria, Inglaterra apretó más el teléfono con su mano —Solo dígale que su padre lo esperaba para navidad porque tenía muchos regalos que darle y había mandado a hacer la comida es un pavo— y colgó sintiendo sus lágrimas bajar por sus mejillas  volvió marcar a otro número esperando que esta vez sí contestara su otro hijo.

Los recuerdos más dolorososWhere stories live. Discover now