Capítulo 7: Atrapado

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Sigo viva, sigo viva, sigo- repite la autora escribiendo este capitulo.

Disclamer: Los personajes de Hetalia no me pertenecen su dueño es Hidekaz Himaruya 

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—Muévanse es una orden— ordeno Alemania entrando a su casa jalando a Francia del brazo derecho hasta llegar un pequeño cuarto atravesando la cocina —Aquí te quedaras— hablo para luego encadenarlo con los brazos estirados arriba de su cabeza junto a los pies separados y encadenados.

–Tu ne peux pas me laisser ici!— le grito el francés a al tercer Reich escupiéndole en su cara —¡Espero que te pudras en el infierno!— grito nuevamente intentando zafarse —Quédate aquí tú a pudrirte— fue lo único que dijo Ludwig para luego cerrar la gran puerta de hierro.

—Hermano Francia ¿me escuchas?— dijo Bélgica al otro lado de la puerta —Te escucho a la perfección Bella— contesto el francés con ligera una sonrisa —Ten cuidado Francis por lo que veo llamaron a Japón.

La noche ahí fue un tanto incomoda, al ser las primera de los casi cuatro años que estaría ahí, las ganas de querer ir al baño se encendieron cuando se hizo en los pantalones y se avergonzó totalmente de esa acción llorando de la vergüenza.

Al día siguiente tal fue su sorpresa al encontrarse con Gilbert trayéndole desayuno dándole de comer como un niño pequeño —Te pido que seas fuerte Franc ha llegado Japón y por lo que veo tienen pensado entretenerse contigo— hablo mientras veía la expresión del galio —Ayúdame Gil puedes sacarme de aquí que las tontas ideas de tu jefe no te afecten como a tu hermano, hazlo por él—rogo Francia —No puedo, no puedo dejar a mi hermano en esto solo— fue lo único que dijo para luego retirarse.

En la noche, con la obscuridad casi cubriendo en su totalidad el cuarto de encierro del francés la puerta se abrió mostrando a Japón junto con Alemania—Es él— apunto el alemán mientras entraban a la habitación cerrándola —Empecemos— hablo el nipón sacando su espada.

Lo primero que saco Ludwig fue la fusta y golpearlo con esta en la espalda mientras Kiku lo mantenía con la cabeza en alto apretándola fuertemente.

—La venganza siempre llega Francia— le susurro el japonés al oído —Como le llego a China y como le llegara a Inglaterra— continuo hasta que los parpados de Francia cayeron del dolor que estaba sintiendo si esto era el infierno ¿Cómo lo viviría Inglaterra?

Inglaterra.

En Inglaterra todo era un caos ya que había iniciado la guerra contra ellos con ataques aéreos y la destrucción de importantes embarcaciones.

—Soy una isla el mar es mi amante— repetía en voz baja Arthur mientras era llevado junto a su jefe e hijo a los campos de aterrizaje —Soy una isla el mar es mi amante— repitió como un rosario —Me han informado que varios pilotos americanos se han unido a nuestra causa Arthur tal vez es una señal de señor Estados Unidos— comento el hombre sin mirar la expresión del canadiense que era una de total desgano al oír el nombre de su hermano gemelo.

Al llegar al lugar fue saludado por cientos de pilotos británicos —Yo no soy un hombre que le guste estar en trincheras como Francia pero pilotear un buen avión dibuja una sonrisa en mi rostro— dijo mientras los hombres le indicaban los vestidores.

Al salir de los vestidores junto a Matthew se dirijieron a sus aviones respectivos asignados y más fue su sorpresa al encontrarse con un Supermarine Spitfire —Por el amor de los reyes esto es lo mejor que he visto en mi jodida vista— impresionado se acercó y lo toco —Un nombre rápido que quiera ponerle Arthur— propuso su ministro con una sonrisa —Lady Elizabeth— lo nombro subiéndose.

Los recuerdos más dolorososWhere stories live. Discover now