Ese día Catarina estaba ayudando al cocinero sin Namir cómo vigía. El cocinero era un hombre corpulento y malhumorado con un acento árabe muy marcado. La tripulación de La morisca era en su mayoría hombres moriscos pero también había muchos marroquíes. Entre ellos hablaban en árabe y muchas veces se dirigían a Catarina en ese idioma para que ella no los entendiera y así hacer burla de eso. Pero esta vez, Abdul, el cocinero hablaba en español lo que hizo sonreír a Catarina. Por lo menos un tripulante, además de Namir, estaba empezando a tratarla como una más.
- Mujer.
La voz fuerte del cocinero la quitó de sus pensamientos. Algunas cosas no cambiaban. Catarina suspiró y levantó la vista.
- ¿Sí?
- Aprisa con las patatas. Tengo que terminar el estofado. Si no está listo a su hora te enfrentarás tu sola a un centenar de hombres hambrientos – Los ojos oscuros de Abdul se clavaron con dureza sobre los de ella – y no sólo de comida.
Y con aquellas palabras los pensamientos anteriores de Catarina desaparecieron de un plumazo. Pasaron el resto del tiempo en absoluto silencio interrumpido a veces por las órdenes de Abdul. De pronto escucharon unos fuertes gritos y pisadas provenientes de la cubierta. Abdul salió como una exhalación de la cocina, cuchillo en mano. Catarina en cambio salió con más dudas pero le intrigaban que podrían ser esos gritos. Cuando salió a cubierta vio a un grupo de hombres asomados por el costado de estribor y otros tantos dándose órdenes en árabe, aquel idioma a Catarina le empezaba a resultar familiar. Se acercó a la borda para ver qué era lo que el resto estaban mirando. Atisbó un barco de velas negras que se acercaba a ellos y el nerviosismo por parte de la tripulación era notorio. ¿Era un barco enemigo? Pero, si era así, ¿no tendrían que estar preparándose para un ataque? Unas fuertes manos agarraron a Catarina y la apartaron de la borda. Con el impacto la muchacha chocó contra el pecho de aquel hombre que la sujetaba firmemente. Alzó la vista para encontrarse con aquella plata que la miraba con furia. Salim agarró su muñeca y la llevó adentro de la cocina.
- No te muevas de aquí. – Fue lo último que le dijo el capitán antes de salir.
Catarina seguía confusa y con mil preguntas en su cabeza. ¿Qué pasaba con aquel barco? ¿Por qué tanto nerviosismo? Catarina se pasó la mano por el pelo mientras soltaba un gruñido, no le agradaba tener tantas preguntas sin respuesta. Continuó pelando el saco de patatas que Abdul le había ordenado en un inútil intento de mantener su mente ocupada. Por fin apareció el cocinero con un semblante preocupado.
- Abdul, - lo llamó Catarina en cuanto éste se había sentado en su butaca - ¿de quién es ese barco?
- Es el capitán Blame.
- ¿Es enemigo?
- No es de tu incumbencia, mujer. – Abdul escupió aquellas palabras.
Catarina siguió con su labor preguntándose cómo pudo haber llegado a sentirse a gusto con aquel hombre. La muchacha agudizó el oído intentando averiguar qué era lo que pasaba fuera y por qué ella no podía estar presente, pero como ya suponía no entendía nada de lo que los piratas decían. De vez en cuando se fijaba en cómo el cocinero se removía inquieto en su asiento o prestaba atención a los sonidos de fuera.
Estaban terminando el estofado cuando un joven marroquí interrumpió en la cocina, le dijo algo en árabe a Abdul, lo que provocó que el cocinero apretase los labios y asintiese en silencio. El muchacho salió igual que había venido. Abdul fue a la bodega y volvió con queso duro y uvas en una pequeña bandeja.
ESTÁS LEYENDO
El olor del mar
Storie d'amoreDespués de una trágica noche, Catarina Galdamiz se ve obligada a huir de su destino embarcándose en el navío de Salim Assad, un pirata morisco famoso por su crueldad. Durante su viaje Catarina se da cuenta de que la vida no es tal le habían enseña...