Antes de nada, perdón por tardar tanto en actualizar. Una que se pone a veranear y deja los deberes para el último momento -.- Palabrita de boy scout que no voy a tardar tanto la próxima. Ahora sí, os dejo con el capítulo ^^
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- ...y líbranos del mal, amén.
Catarina repetía esa frase una y otra vez. Desde que se había enterado del romance entre Omaira y Adel, la castellana les servía de centinela. Habían escogido aquella frase porque, a pesar de tener muchísimos defectos, Ilham permitía que Catarina profesase su fe. Más por burla que por tolerancia pensaba Catarina cuando lo veía dedicarle una sonrisa socarrona. Esta vez no fue distinto, Ilham pasó por su lado con esa sonrisa en los labios sin dejar de mirarla. Al momento salía Omaira de su escondite donde había compartido unos cuantos besos con su amante. La bereber le lanzó una mirada picaresca a Catarina acompañada de un gesto de abundancia. La castellana rodó los ojos pero sonrió con sinceridad a la muchacha morena que no paraba de sonreír.
- ¿No podías aguantar ni un minuto? – Medio regañó a su amiga cuando el amo ya estaba fuera de visión.
- No. – La muchacha revoloteó a su lado mientras movía las caderas coquetamente.
No era difícil saber qué es lo que había visto Adel en aquella mujer exuberante, tenía el cuerpo voluptuoso, los ojos de color miel y una larga y espesa melena negra que contoneaba de lado a lado al caminar. Además de su buen humor y las ideas claras. Catarina envidiaba todo de ella, su cuerpo no era tan curvilíneo; ella era estilizada y delgada, de piel blanca y el cabello lacio y rubio. El canon de belleza de su país, lo que hacía que le disgustase todavía más. Toda su vida tuvo que comportarse como una muñeca maleable. Sus padres le habían inculcado buenos modales y exigían que así fuese su comportamiento en todo momento. El resto del pueblo tan sólo con ver su apariencia esperaban que fuese una muchacha sumisa, elegante y buena. Esas ideas estaban tan arraigadas a su mente que cuando se encontró aquella noche con el alguacil no supo deshacerse de él sin faltarle al respeto y aquello había provocado un suceso terrible. Todavía actuaba como esperasen que ella lo hiciese, aunque desde que se marchó de su hogar se atrevía a decir las cosas que pensaba sin luego sentirse culpable. Aunque no sabía si exactamente fue desde que se marchó de su casa o desde que se encontró con aquel hombre morisco que tanto la frustraba. Era un sentimiento un poco injustificado, en sí no le había hecho nada malo pero a veces la trataba con mucho cuidado, luego la ignoraba y después la miraba con aquellos ojos grises como si quisiera comérsela. Catarina no sabía cómo comportarse con él. La muchacha ladeó la cabeza para desechar aquellos pensamientos. Ya no estaba con él, estaba en la casa de aquel mercader en algún punto del norte de África.
Las sirvientas siguieron caminando hasta la salida donde les esperaba su escolta. Hoy era el primer día que Catarina salía del hogar del mercader. Les habían encomendado ir al mercado a por suministros. Cuando se lo dijeron casi empieza a dar palmadas de alegría ya había perdido la cuenta de los días que había pasado allí dentro. Después del incidente de los cristales dejaron a la muchacha tranquila, las esposas seguían dedicándole miradas celosas y de desprecio pero nada más allá de aquello. Catarina tomó el velo y se lo colocó en la cabeza para tapar su cabello y sus hombros. Omaira hizo lo mismo y volvió a tomarla del brazo, no sin antes dedicarle una mirada coqueta a Adel, éste le guiñó un ojo tan sutilmente que casi pasó desapercibido.
El sol calentó la piel de Catarina al instante, que inspiró profundamente y echó la cabeza hacia atrás para que los cálidos rayos del sol abarcasen más superficie.
- Es renovador, ¿verdad? – Omaira estiró su brazo libre e imitó a Catarina – Bueno, sigamos. No nos está permitido permanecer mucho rato fuera.
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El olor del mar
RomantizmDespués de una trágica noche, Catarina Galdamiz se ve obligada a huir de su destino embarcándose en el navío de Salim Assad, un pirata morisco famoso por su crueldad. Durante su viaje Catarina se da cuenta de que la vida no es tal le habían enseña...