Capitulo 16: Gira para mi

1.1K 67 2
                                    


Maratón 2/4

Jade

Nueve kilómetros en cuarenta minutos y todavía sigo fuerte. No estoy en lo más mínimo preocupada con el hecho de que mi corazón lata tan fuerte que es probable que explote, o que haya una nube de humo que se escapa del motor de la cinta de correr. Voy a sacar a Perrie fuera de mí o morir en el intento. Duele más de lo que pensaba que sería, su regreso a casa feliz de una cita con alguien que no era yo. No debería estar dolida. Debería estar emocionada por ella y encantada de que se esté involucrando con alguien que no es una completa idiota. Yo fui quién la empujó para hacer el intento con Ariana en primer lugar. Pero no estoy emocionada o encantada en absoluto. Lo único que siento es desazón.

Salgo de la cinta y otra vez a las pesas. Normalmente, alcanzo un máximo de cerca de diez kilos pero esta noche estoy empujándome al máximo con quince. Estoy casi completamente cansada después de unas cuantas repeticiones con el brazo derecho, así que rápidamente cambio al izquierdo. Si sigo forzándolo, sé que me voy a lastimar, pero no me importa. Mi antebrazo apenas comienza a arder cuando mi codo colapsa. De inmediato, un dolor abrasador brota de mi brazo y fluye directamente a través de mi muñeca. Sin duda alguna, me dio un tirón en algún lugar, pero casi ni me importa. Dejo caer la pesa en el estante, me apresuro por el pasillo a la máquina de hielo y agarro un montón de cubos en una toalla.

Meto el codo en hielo . ¡Maldita sea! No puedo estar magullada e hinchada en la alfombra roja de Time Zone. Lawrence y James se turnarán para regañarme si estoy vilmente amoratada delante de la prensa. Perrie está ocupada enviando mensajes de texto a alguien cuando me deslizo patéticamente a través de la puerta. Ella está a mi lado en un nanosegundo después de ver el estado en que estoy.

-¿Qué demonios te ha pasado?

-Tranquila, no me lo rompí -bromeo. Ella acuna mi brazo suavemente y retira el improvisado paquete de hielo. La zona del codo ya es una sombra profunda de color violeta. Jadea al verlo-. ¡No mires! Es asqueroso! -trato de jalar mi brazo, pero ella no lo suelta.

-Jade, para. Esto se ve mal. Tenemos que ir al hospital.

-¿Para que podamos sentarnos en la sala de espera durante horas solo para tener a algún médico ignorante diciéndome que no puede hacer nada por esto? Sí, yo paso. Gracias. -Ella suspira.

-Al menos déjame poner una bolsa de gel frío en él y envolverlo en un vendaje elástico.

-No tengo ninguna de esas cosas - digo, sonando como una auténtica idiota. Ella me mira con una expresión de absoluta incredulidad en su rostro.

-¿Qué? Nunca los he necesitado antes. Normalmente no soy tan torpe.

-Sí, lo eres. -Ella sacude la cabeza con desaprobación mientras agarra las llaves de la mesa de café-. Voy a la farmacia. Mantén el hielo en mi ausencia -ordena y se va antes de que pueda protestar. Veinte minutos más tarde, atraviesa de nuevo la puerta. Descarga el contenido de una bolsa de plástico sobre la barra de la cocina: dos paquetes de gel frío, un vendaje de compresión, una botella de ibuprofeno, y una barra de chocolate.

-¿Una barra de chocolate?

-Créeme, lo vas a necesitar -hace un gesto para que me siente en un taburete. Observo como hábilmente rasga la cinta, envuelve el paquete de gel en una toalla de papel y lo presiona contra mi piel. Ata el paquete a mi brazo con un vendaje.

-¿Está demasiado apretado?

-No.

-Bien. -Abre el refrigerador, vierte un vaso de agua, y lo coloca frente a mí, junto con dos pastillas de ibuprofeno-. Te sentirás mejor dentro de un rato. -Me trago las pastillas y sonrío.

La Gravedad Entre Nosotras (Jerrie Thirlwards)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora