Un amor más

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Nunca fui el guapo de la familia.
Era obeso, con mal aliento, sucio todo el tiempo y muy sudoroso.
En la escuela me llamaban "vela"; por todo el sudor que escurría en todo mi cuerpo.
En la Secundaria tuve que tratar de adelgazar, por todo el bullyng que sufría en el primer grado. Me cambiaron de escuela antes de terminar de cursar ese grado, ya que un compañero me empujó hacia las escaleras y me lesioné gravemente el brazo izquierdo.
En esta nueva escuela yo era el más popular del salón; para ese tiempo yo ya había adelgazado lo suficiente, o mejor dicho, lo necesario para estar sano y vivir sin bullyng.
Al entrar a la Preparatoria me sentí aliviado de vivir sin esa sofocante atención que me daban todas esas niñas odiosas de la escuela. Desde luego, no fue por mucho que viví con esa paz, ya que las chicas de mi grupo me coqueteaban e insinuaban otras intenciones. Nunca tuve una atracción de ningún tipo hacia alguna mujer, y es por eso que se fueron alejando, pensando que yo era homosexual. ¡Nada de eso! Simplemente no había alguna chica- o mujer- que me hiciera sentir satisfecho conmigo mismo.
En los últimos dos semestres anteriores todo era normal: yo entraba al salón, me sentaba en cualquier lugar que se me antojara sentarme (casi siempre cerca de la puerta), ponía música- con mis audífonos puestos- y comenzaba a leer lo que Voltaire había escrito para mí; entraban y salían del salón las chicas y los chicos, entraba el profesor o profesora de aquella asignatura y daba comienzo a la clase. Todo simple, y para mí fascinante. Nunca creí que para el siguiente Semestre cambiaría por completo mi simplicidad cotidiana.

Al entrar a quinto semestre me encontré con la agradable sorpresa de que a nadie le interesaba. Estaba solo, sin ningún amigo o conocido. No los necesitaba, sólo me necesitaba a mí para poder entender lo que el mundo estúpido quería explicarme, y casi nunca podía entender.
Me agradaba esta soledad tan llena de paz que había en mi alrededor.

Llegué a mi lugar, me puse mis audífonos y me dispuse a leer un libro que mi padre me había enviado desde Alemania (obviamente adaptado al español castellano), cuando de repente escuché una risa un tanto peculiar, y me sorprendí, ya que el volumen estaba excesivamente alto, y no se podía escuchar nada a mi alrededor, levanté mi mirada hacia la puerta y me di cuenta que en mi nuevo grupo de Matemáticas existía una chica realmente hermosa, con cabello corto color azul oscuro, lentes grandes y redondos, con un vestido de lunares negro. Nunca había visto chica más bonita que ella, hasta que recordé- como si alguien me hubiera pinchado con un alfiler- que siempre decía lo mismo al ver una chica que, ciega y tontamente creía, era perfecta para mí y para el mundo.

"No te hagas ilusiones Dan, es sólo un amor más."

Y de nuevo, seguí con mi lectura.

El Novio PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora