Presentación

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-¿por qué tengo que hablar con tu hermano?- le pregunté mientras caminábamos hacia la cafetería.

-Porque él está a cargo de mí.

Nos acercamos a una mesa, jalé una silla para que Rosa se sentara, después me senté yo a su lado.

-¿enserio tengo que pedirle permiso?- pregunté después de unos minutos de silencio.

-Si, Franki. En realidad, sólo le afirmarías que ya somos novios, porque ya lo sabe.

-¿Entonces para qué demonios tengo que hablar con él?

-Quiere saber cuán comprometido estás conmigo, y que tan enserio tomas esta relación.

Tomé sus manos y besé dulcemente sus labios.

-Jamás había estado tan comprometido con alguien- dije sin dejar de mirar sus ojos.

-Lo sé- dijo sonrojada- pero mi hermano no quiere que vaya a pasar lo mismo que con Héctor- solté sus manos enojado, mirando hacia otro lado mientras cruzaba mis brazos.

-No soy igual a ese perro idiota.

-Por supuesto que no- dijo con un tono burlón.

-Yo no te haría llorar. Soy un caballero, y tú una hermosa dama, y si te he de hacer llorar será de risa.

Enrojeció aún más, recostándose en mi hombro.

-¿lo prometes?- preguntó mientras tomaba mi mano.

-Lo juro, Rousse- contesté besando su dulce mano.

...

Saliendo de la escuela fuimos directo a su casa. Antes ya le había llamado a mi madre, diciéndole que llegaría tarde a la casa.
Mientras caminábamos trataba de relajarme y en pensar en las palabras correctas para pedirle permiso a su hermano. Me resultaba algo deschabetado lo que iba a hacer.

-¿por qué a tu hermano y no a tus padres?- pregunté con mucha intriga.

-Porque ellos casi nunca están, se la pasan trabajando y él es el único que está al pendiente de mí.

-¿qué edad tiene?

-tiene veintitrés.

Tragué saliva tan fuerte que ella soltó una carcajada.

-¿enserio tienes miedo?- dijo burlándose de mí.

-Por supuesto que no- contesté indignado, tomando su mano firmemente.

-Está bien, cariño- contestó abrazando mi brazo.

Llegamos y ella buscaba sus llaves en su bolso.

-¿le dijiste que yo iba a venir?

-No- saca las llaves y las mete en la cerradura- quería que fuera una sorpresa- abre la puerta y ella entra primero.

-Ay...Rousse- dije siguiendo sus pasos.

Cerré el zaguán tras de mí. Había un perro amarrado cerca de la puerta, dentro de una casita para él. Había un patio enorme, con muchísimas plantas, y macetas con sólo tierra. Caminamos hasta la puerta de los cuartos que estaban al final del patio. Al entrar vimos sentada en una silla mecedora una anciana con una falda rosa y una blusa negra, con huaraches, tejiendo un chal.

-Hola abuela- saluda Rosa.

-Buenas mi'jita- contesta la anciana.

-¿y mi hermano?

-Salió a comprar la comida.

-¿acaba de salir?

-No, ya tiene rato- tosió amargamente- no ha de tardar.

-¿estás bien?- preguntó preocupada- ¿quieres agua? ¿ya tomaste tu medicina?

-Tranquila hija- contesta sonriente- estoy bien, mejor dime quién es este buen moso- señalándome cambió de conversación.

-Bueno...- comienza a tartamudear- él...bueno...vino a...quiero decir...

-Muy buenas tardes señora- comienzo a hablar- soy Dante Francisco López Urbano, y vengo a pedirle a su familia que nos permita ser novios.

Rosa me miró con ojos bien abiertos, impactada por lo que acababa de decir. Su abuela me miró fijamente, con ojos interrogantes, al final volvió con su chal y empezó a mecerse de nuevo.

-Está bien- respondió después de unos segundos- me alegra mucho mi'jita que ahora sí te des tu lugar- mira a Rosa- y que hayas encontrado tan buen partido.

Sonríe sonrojada por las palabras de su abuela, de repente escuchamos que la puerta de la entrada se abre y cierra detrás de nosotros.

-¡Mi'jito, llegas justo a tiempo!


El Novio PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora