Capítulo 2: Quirk del dolor.

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Era una tarde tranquila, una tarde apacible en cierto parque colorido. La hora era perfecta y el clima también lo era, muchos niños jugaban alegremente, algunos en los columpios, otros en las resbaladillas y unos más competían al correr, no había necesidad de usar sus dones, no eran violentos, no tenían nada que demostrar como ciertos abusivos, eran buenos niños y sobre todo estaban en presencia de sus padres, así era su rutina, así era su dulce infancia.

En otra parte apartada donde la naturaleza sobresalía, se escuchaba un jadeo infantil, este niño, este peliverde desde hace menos de una hora se encontraba sudando, sucio y con signos de cansancio extremo. Aun así intentaba con todas sus fuerzas treparse al enorme roble que se puso como oponente, fracasando a mitad del camino.

-AAAAh – Grito asustado, para después tocar el suelo – Aahg... casi lo logro... - Se quejó viendo sus manos, estas estaban sucias, llenas de yagas y pequeños cortes. Unas lagrimillas amenazaban caer de sus ojos. -"No, tengo que ser fuerte, no voy a llorar, no lo haré" – Cerró su mano y como pudo, aguanto el dolor. Se devolvió al árbol que se propuso escalar. Después de recordar ese día, después de la última paliza que le dieron, se decidió una sola cosa: Entrenar.

Pero era un niño, de no más de nueve años ¿qué tipo de entrenamiento podría darse a sí mismo? Uno adecuado, propio de su mente infantil. Cuando llegaba al parque corría, pasado los diez minutos este perdía el aliento; cerca de un arroyo arrojaba piedras intentando que estas saltaran por lo menos unas tres veces, solo conseguía que se hundieran al primer tiro; y por último, como pueden ver ahora, intentaba llegar a la cima de ese árbol, no podía hacerlo, no lo conseguía, lo único que conseguía es desprenderse del tronco y... ¿flotar?

-¿Eh? – El peliverde estaba confundido, unos centímetros antes de volver a comer el polvo, se detuvo y se hallaba levitando, pero al pasar unos segundos - ¡Ahg! – Volvió a caer de cara, al menos estaba vez no desde tanta altura.

-Lo siento, ¿estás bien? – Agachándose junto a él, una castaña le hablo preocupada.

- ¿Ochako-chan? – Termino de sobar su cabeza - ¿Por qué estás aquí? – Ante esa pregunta, la castaña empezó a jugar con sus dedos, poniéndose algo nerviosa.

-Eto... yo, solo pasaba por aquí y te vi jugando – Por ratos, sus ojos veían hacia varios lados, era obvio que mentía, desde hace algunos días, ella se percató de las actividades de su amigo por lo que siempre lo seguía y se escondía para observarlo, para cuidar de él, a ella le preocupaba bastante que se hiciera daño.

Izuku tomó asiento, recargo su espalda a un árbol y la castaña lo siguió. Tímidamente y a unos pocos centímetros, se sentó junto a él.

-¿Por qué sigues subiendo ese árbol? ¿No tienes miedo de caer? – Pregunto la niña, su tono era preocupado, puesto que observo atentamente la ropa y cuerpo del niño.

-sí, tengo miedo, pero tengo que hacerlo, quiero ser convertirme en un héroe – Respondió algo cohibido. Una mirada todavía más preocupada apareció en ella.

-También lo haces por Bakugou-kun ¿Verdad? – El niño se sorprendió, simplemente no se esperaba esa pregunta.

-Si – Asintió débilmente. – Quiero ser fuerte para que....para que dejen de molestarme, para que pueda proteger a otros niños – Confeso, aunque algo inseguro, puesto que tenía mucho pavor hacia cierto rubio.

-"Dice que quiere ayudar a otros pero solo se lastimara, no quiero eso, no me gusta que Izuku se haga daño" – La pequeña junto sus manos, como si hiciera una plegaria. Apreciaba mucho a Izuku, no quería verlo sufrir, lo protegería, eso es lo que se propuso – Te ayudare entonces, vamos a volvernos fuertes juntos – Declaro alegremente.

El único (Boku no hero academia)Where stories live. Discover now