Réquiem bajo la luna azul

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Mientras la batalla entre Favio, Gin, William y por parte del bando del conocimiento, y Cheshire y Kaiser del bando del poder se llevaba a cabo, Fabrizio dejaba el lugar y se dirigía hacia otro punto de la cuidad, bajo el resguardo de una maravillosa luna azul que se dejaba ver por los ojos mortales cada 2.5 años durante una sola noche en la cual el poder de ciertos elementos se veía fortalecida entre ellos el del viento y el metal.

– ¿La ves no es así? –murmuró Hermes.

– Sí, la veo –respondió el panda rojo.

– ¿Imaginas lo que significa para tu composición verdad?

– ¿Qué la última partitura está cerca? Lo sé, pero ahora no tenemos tiempo, si Kaiser o alguien de su bando logra derrotarnos la Sonata del diablo sera una simple idea loca en mi cabeza.

– No del todo. El caso es que aún sin tu runa o sin mí, el poder de la Sonata del Diablo es tan real como la magia en este mundo, salvo por la condición de que solo podrá ser usada en algunas contadas ocasiones como hoy. Una luna azul, una luna roja y una luna en el día son los tres momentos en que esa sonata podrá tener tanto poder con o sin runa.

El joven del pelaje del color del fuego se detuvo en seco y miró al cielo antes de sonreír y seguir su camino.

– Quien diría que incluso esta luna me recuerda a ella.

– Porque naciste precisamente en una noche de luna azul.

Una risa tranquila y una mirada seria se dibujaron sobre el rostro del de rojo pelaje mientras a lo lejos una melodía empezaba a ser interpretada en un piano sobre uno de los edificios de la ciudad que despuntaba con un color negruzco pero pulido, el cual reflejaba la luz de la luna la cual terminaba por bañar las calles en un despliegue de luces y sombras que junto a los golpeteos de la caja de resonancia de aquel piano generaban una atmosfera llena de deseos, de ilusiones y sueños rotos por igual.

– Qué opinas Hathor. ¿Crees que nuestro acompañante musical llegue esta noche? –susurró una figura bicolor sobre el rascacielos mientras miraba la luna y ejecutaba la melodía en el piano.

– Es posible ciertamente, la pasión de tus notas y la magia cargada en el aire son señal de ello, solo tienes que tocar con más fuerza para que tus notas lleguen hacia él y el vals de esta noche de comienzo.

– Dalo por hecho.

Las notas se cortaron mientras la extraña figura preparaba otra partitura y se disponía a tocarla mientras que Fabrizio se acercaba a esa misma estructura.

– Se ha detenido Hermes.

– Esto parece una especie de juego de notas. Ten cuidado, no sabemos que pueda suceder. Recuerda que nos enfrentamos a uno de los miembros del otro bando y que esto no sera sencillo.

El panda rojo tomo su violín y miró a lo alto del edificio y sonrió de una manera que no solía hacer, era como si el cosquilleo de aquellas notas pasadas despertara al niño que nunca fue.

– Vamos hacia ahí entonces Hermes.

El joven tocó un Melodía que fue realizando un crecendo desde las notas suaves de <<mi>> y <<la>> hasta un <<do>> sostenido que rompió el silencio solemne en la azotea de aquel edificio que, junto a las luces de seguridad y el sonido del viento y las estrellas, se convertía en un terreno sagrado para la música sin que Fabrizio y la extraña figura se dieran cuenta.

– O vaya, así que si llegaste –espetó un panda saliendo de las sombras mientras colocaba una mano sobre el piano hecho de marfil.

– Así que tú eres el guardián de la runa de viento del bando del poder.

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