Capítulo once: Ahí estaré. + Maratón.

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[PRIMERA PARTE]

Yo.

El aire fresco de Morioh le calmaba el estómago un poco, había tenido un par de pesadillas la noche anterior pero sin duda aquel pueblo a las 7:00 AM lo hacía feliz de alguna manera. Tenía los pies acalambrados del viaje y la espalda torcida, quería un buen baño y una siesta interminable, sin embargo el espíritu de su maestro estaba más que despierto, para tener treinta y tantos lucía como de veinte y tenía la energía de un joven de quince.

— Profesor, ¿podemos parar un rato de caminar? — jadeó. — Me está dando hambre.

— ¡Oh, Rohan! A eso vamos, aquí cerca hay una cafetería, no tardamos en llegar.

— Está bien... — levantó las maletas y cuadros de pintura y comenzó a caminar de nuevo.

La caminata no duró mucho hasta que llegaron al viejo pero elegante restaurant del que Kakyoin hablaba.

— ¿Sabes? Me gustaría venir aquí con Jotaro, es lindo comer con él.

Rohan se había sonrojado, hablar de amor y noviazgos inalcanzables era difícil de su parte, pues no había romance, sólo arte.

— ¡Cierto! Mañana en la noche haremos una cena en mi casa, la familia de mi esposo vino a Morioh de visita; en especial hay una personita que quiere conocerte...

— ¿A mí? — bebió el té. — No creo que alguien quiera conocerme. — rió cabizbajo.

— Claro que sí, le he contado muchas cosas de ti. — sonrió. — Se llevarán muy bien, créeme...

— ¿Y... cómo se llama...?

— Jolyne. — le miró con un brillo en los ojos. — Mi hija, Jolyne.

Él.

La mano de Josuke colgaba sobre el sofá mientras que el resto de su cuerpo estaba en el filo del sillón de al lado, había dormido toda la noche en aquella posición y sus músculos estaban hechos un desastre.

— Ah... mierda. — se quejó.

Hubiera maldecido todo la mañana de no ser por la extraña ausencia de su madre en el hogar, ¿y las quejas? ¿Y los notables gritos matutinos antes de irse a la escuela? Cierto, hoy era sábado y no había escuela, ysu madre iba en sus días libres a hacer ejercicio o comprar la despensa.

¿Cuánto tiempo dormí? Se preguntó.

— JOSUKE, JOSUKE, JOOOOOOOSUKEEEEEE.

Alguien tocaba la puerta, y ese alguien no esperaría una buena atención de parte del azabache al abrirla.

— ¿Qué? — preguntó yendo a la entrada.

— JOSUKEE, JOSUKE, JOSUKE, JOSUKEEEEEE.

— ¿Queeeeeeé?

— JOSUKE, JOSUKE, JO-

Era demasiado tarde, un puñetazo en la cara era lo que había recibido Nijimura Okuyasu, quien se encontraba del otro lado.

— ¿Qué? — sus cabello zaínos le hacían la mirada más oscura y aterradora.

— Vaya... te ves horrible Higashikata... mira esas ojeras. — le tocó las bolsas debajo de los ojos y se apegó mucho a su rostro.

— Sí, sí. ¿Qué quieres?

— Bueno, a consecuencia de que mi vieja me ha corrido de la casa porque ya se enteró del desastre de la fiesta, yo quería saber si mi tierno, adorable, guapo, hermoso, varonil, con ese peinado que... que... que...

Él. | Rohan & Josuke.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora