X: Føʟᴇʟsᴇʀ: Eʟ Tʀᴏᴛᴀᴍᴜɴᴅᴏs ʏ Lᴀ Asᴇsɪɴᴀ

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Silencio —ordenó Frigga mirando a sus dos hijos menores. Ambos voltearon luciendo sus más inocentes caretas y la mujer no tuvo otra opción más que girar con una sonrisa para prestarle atención otra vez al rey, su esposo, quien seguía dando su más cordial discurso en honor a su nieta.

Thor se acercó a Loki y lo saludó nuevamente por ser padre de la más gloriosa guerrera de Asgard, mientras éste sólo asentía con una sonrisa, e intentaba obedecer a la Madre de Todo.

Tanto Thor como Loki lucían orgullosos por Hela, al igual que, probablemente, toda la muchedumbre presente en aquel evento de festejo.

Mi adorada Hela, siempre fiel al trono, y eternamente fiel a su pueblo —dijo Odín. Se detuvo cuando vio que todo el mundo lo observaba con atención, consciente de que estaban pendientes de su anuncio. Pero antes el Padre de Todo volteó a ver a su hijo con una sonrisa, y comentó: —Loki, hijo mío, quiero que me concedas el permiso de poder revelar, el día de hoy, un decreto para el futuro de tu dulce Hela en los próximos años.

Loki, sin la más pálida idea de lo que anunciaría, sentado en la mesa del banquete sólo pudo ofrecer su mejor sonrisa, mientras apretaba la mano de su esposa Angrboda, antes de asentir en sincronía:

Te lo concedemos, papá.

Ser el menor y más consentido de los hijos tenía sus ventajas. Loki había frecuentado Midgard más veces de las que podía contar y le gustaba usar dialectos y modismos propios de esa tierra. A Odín en realidad no le molestaba, más allá de eso, pensaba que su hijo resultaba algo excéntrico a veces. Eso sin contar las travesuras (casi crímenes que había cometido, y que ahora cargaba sobre sus hombros), las cuales habían sido demasiadas como para dejarlo deambular solo. Debido a eso, Heimdall, como vigilante de Asgard, tenía la expresa orden de mantener un ojo sobre él.

Su hija, por otro lado, siendo apenas una joven, se había ganado gran confianza por sí misma, el amor incondicional de Odín, y la fama de ser la mejor guerrera que haya existido jamás. Tal así, que el dios de dioses la quería muchísimo y cada tanto, se aseguraba de mimar a esa que, proveniendo de Loki, había sido su primera nieta. Algo que ni siquiera los gemelos, o Thor se preocuparon de hacer —lo cual, en parte, se debía a la temprana contracción de nupcias que tuvo con Angrobda. Aunque claro, eso era básicamente por las ansias de Loki por abandonar su hogar. No diría que las cosas le habían salido mal, más bien todo lo contrario: Loki era feliz y útil para la paz de dos reinos.

El Padre de Todo adoraba con toda su esencia a Hela, y con ello Loki se había ganado su respeto. Ni siquiera lo pensó dos veces cuando tuvo que organizar un gran banquete en su nombre para festejar su cumpleaños. Además claro, de la última victoria en la campaña de expedición que habían tenido por los alrededores del reino.

Tantas eran las habilidades y conocimientos de Hela, que Sif e incluso las Valkirias ocupaban puestos de menor importancia respecto a la jerarquía militar. Thor humildemente, obedecía sus órdenes cada vez que debían combatir juntos. Y todo se debía a que la joven, Hela era una estratega del mayor calibre, tenía destreza al blandir las pesadas espadas asgardianas y rara vez había recibido daño en medio del combate. La razón de ello era que Loki siempre solía cubrirla con un manto de ritos amparadores y su madre nunca olvidaba poner en su cuello un yelmo protector que la devolviera a casa en las mismas condiciones a las que partía a batalla.

A pesar de que el menor de mis hijos ha traído numerosos problemas a Asgard —pícaramente recordó el Padre de Todo—, no puedo negar el hecho de que le ha regalado también uno de sus más importantes tesoros; eso más allá de armas, así como también paz y gloria —comenzó. Su anillo, el martillo de Thor y el propio matrimonio de Loki eran prueba de ello—. Hoy, con toda la dicha el más magnífico obsequio que me ha otrogado, está cumpliendo años—. Odín estaba de muy buen humor, tanto así que ofreció su mano a Hela quien la tomó felizmente, y caminaron hacía el trono, donde contemplaron por un momento el asiento de honor; Hásæti.

Vestigios de Alma » IronfrostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora