En un pequeño patio de las afueras del nuevo asentamiento, cerca de donde se posicionaron el clan de los Sigi, cayó una enorme máquina. Uno de los pequeños aesir tuvo miedo por su vida, ya que estaba jugando muy cerca. Él gritó. Sus padres, artesanos y hombres libres, salieron de su precaria casa corriendo y alzaron al niño en sus brazos. Ambos hombres muy asustados prepararon sus armas.
Iron man estaba desmayado dentro de su traje hasta que logró despertar y abrir su casco.
—¿Dónde estoy?
—¡Quién es usted! —gritó uno de ellos. El otro, pelirrojo, lo miró bastante indignado.
—Es el hombre de metal, por supuesto —Y bajó las armas. El castaño se aferró a su hijo.
Tony se levantó dificultosamente del suelo arenoso y miró a su alrededor, desorientado como pocas veces. Al parecer había traspasado con éxito la barrera retrorreflectante que resguardaba la gran ciudad dorada. Miró a lo lejos y reconoció el castillo fácilmente.
—¿Qué hace aquí? Esto nunca puede ser un buen augurio, Corey. ¿Quiere... qui-quiere decir que... los príncipes no sobrevivieron?
Stark volteó a verlos, cayendo en cuenta de que tal vez Loki no se encontraba bien.
—¿Qué pasó con Loki?
No dijeron una palabra, y fue entonces que salió volando hacia el castillo, en tanto Bo y Corey soportaron el llanto de su pequeño hijo adoptivo. La noticia a medias de que su príncipe quizá murió en manos de la muerte personificada, descompuso cada parte del estado anímico de ambos artesanos. Y algo que aterraba a los campesinos desde el Ragnarök era una nueva guerra con el Inframundo mismo. Temían que el Padre de Todo fuera uno de los principales blancos otra vez, porque sabían que Thor falló de forma miserable al intentar proteger su planeta la última vez.
El hombre de hierro vagabundeó por algunos lugares del gran castillo. Buscó con desesperación en todas partes, sin embargo no encontró a nadie más que sirvientas que se escabullían buscando escudos y afilando espadas y hachas. Algunas pocas, muy jóvenes para luchar lloraban por el príncipe y el rey, quienes habían partido hace más de mediodía. Y aunque ninguna le confirmó que hayan muerto, estaban preocupadas por el tiempo que transcurrió sin noticias, pues nada bueno podría esperarse.
—Pero díganme dónde, yo iré. ¡Iré a donde sea, me necesitan y lo saben! —suplicó Stark, como si ir derecho a la muerte aminoraría su pena. Las mujeres corrieron a sus quehaceres cuando una más vieja llegó y habló con él.
—No sabemos dónde señor, ¿quién de nosotros podría saberlo más que muriendo? Y muriendo mi señor, no creo que usted ayude mucho a su enamorado.
Las palabras de la señora fueron claras y confusas al mismo tiempo. La había visto antes y sabía que de magia no entendía nada. Era quien se limitaba a tender camas y limpiar trastos, trabajando felizmente por un techo y nada más. Necesitaba a Heimdall, a Kaira o al menos a Thor. Aunque más que seguro él estaba con su hermano librando batalla, y eso de algún modo lo tranquilizaba.
—¿Hay alguien aquí que pueda guiarme a allá? —preguntó como último recurso.
—¿Guiarlo? —dijo Astrid— Dudo mucho que alguien más que un hechicero pueda y Agnes fue enviada a sus tierras al terminar su trabajo, y casi todos en el castillo partieron con el príncipe, incluyendo Heimdall.
Stark se rascó la cabeza, al borde de un colapso de ansiedad. Sintió como sus músculos le dolieron por la tensión, como temblaba y respiraba costosamente; como su mente se nublaba y sentía en su garganta un nudo profundo.
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Vestigios de Alma » Ironfrost
Hayran KurguLuego del Ragnarök algunas cosas cambian, los príncipes de Asgard han encontrado un lugar para su pueblo en Midgard y también algunos sentimientos. Loki se enfrentará a un enemigo que sabe mucho de él, Stark deberá decidir si podrá seguir con alguie...