I: Cᴇʟᴏs

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Tiempo había pasado desde que, por un infortunio, hayan aterrizado a la tierra de forma desastrosa. Las ruinas del Ragnarok los persiguieron hasta Midgard. Aunque el pueblo, al igual que la relación de los hijos de la corona, se había reconstruido... al menos en un poco.

Thor estableció pactos con los héroes de Mannheim para poder asentarse allí y Loki luchó por adaptarse a un precario palacio (en comparación al lugar donde se crió) y olvidar todo lo que dejó atrás. En cuanto, el príncipe conoció mejor a los vengadores, trabajó duro y se ganó su confianza; Thor con sus actitudes, de alguna manera, siempre pareció desaprobarlo. Amaba que fuera bueno, pero no quería que pasara demasiado tiempo con ellos.

Loki, inicialmente, no pudo definir del todo si eran celos o desconfianza. No obstante, en cuando el gran hombre de hierro y él tuvieron algo más que camaradería, lo entendió: Thor estaba celoso, lo cual sonaba hasta ridículo. Parecía no soportar que estuviera mirando a uno de sus hermanos de armas con buenos ojos, pues obviamente se enamoró. Y aunque no se lo haya dicho con palabras, Loki se veía distinto estando con él, Thor jamás sería tan estúpido de no notarlo.

Una vez Thor dijo: "tu deber está con el reino que nuestro padre nos heredó, recuérdalo". Tonterías. Su hermano quería alejarlo de Stark, con quien empezó a pasar más y más tiempo. En aquel tiempo el jotun brindó ayuda, pero tampoco dejó de visitar a Stark.

Sí, después del Ragnarök muchas cosas cambiaron. Y aunque no lo crean, él cambió. Había perdido a su madre y a su supuesto padre, a quien siempre había odiado; atravesaba un amplio duelo, sin embargo, las cosas en Midgard funcionaban bien para él y le gustaban. Sólo eran Thor y Loki. Loki y Thor por Asgard. Hasta que cierto día, algo ocurrió.

—Y... esto es un juguete —Loki decidió que se divertiría con una inocente broma hacia Thor.

—¿Cómo lo utilizo? —preguntó curioso el rubio. Una sonrisa adorable apareció en la cara de Loki; se acercó a su hermano.

Estaban en una localidad calurosa de Arizona, en los cerros despoblados; los aesir habían construido pequeñas viviendas para sus familias, y para ellos había un castillo modesto, que a costa de muchos hechizos fallidos del dios de las mentiras, se había materializado al fin.

—Oh, sí... es uno de los artefactos que he querido enseñarte desde hace tiempo, hermano —dijo Loki, tan elocuentemente—. Debes ponerlo... así —ubicó el pequeño bastón en el pecho de su hermano y echó una risita como hace mucho no se le escuchaba. Ante Thor parecía... inocentemente ¿feliz?—. Ahora, vamos, oprime el botón.

Bastó sólo un momento: la habitación retumbó en un grito del nuevo rey, los guardias y consejeros reales entraron corriendo. Thor estaba en el piso y Loki reía a carcajadas.

—¡Es una maldita picana, idiota! Como el arma de la Valkiria —indicó, al momento en que los guardias apuntaban lanzas (ahora precarias) a él. Realmente el nivel de seguridad de la Nueva Asgard era una porquería, quería remediarlo—. ¿Cómo es que jamás investigaste lo suficiente sobre las armas en Midgard?

Thor se levantó del piso e hizo una señal a los guardias para que descansarán y dejarán de apuntarle a Loki con aquellas cosas, al mismo tiempo que dijo:

—¿Qué demonios te pasa?

—¿Qué? ¿No te sientes honrado de ser el primero en probar las armas nuevas de nuestros soldados? —preguntó, fingiendo sorpresa. Thor observó con ojos desconfiados.

—¿De dónde las sacaste?

—Oh, Tony me mostró algunas cosas, dijo que podemos pedirle armas para cuidar nuestro reino. Sólo quiere algo de oro a cambio, realmente no me parece la gran cosa, podríamos pedirle un arsenal entero —comentó, revisando un ridículamente pequeño bolso del que, de forma inesperada, salían un arco y flechas modernos, bastante grandes. —De todas maneras nuestros hombres son físicamente más fuertes, eso es lo que dijo. Me dio un discurso estúpido sobre no matar personas, ¿puedes creerlo?

Vestigios de Alma » IronfrostDonde viven las historias. Descúbrelo ahora