EL OASIS, EL SHIPPEO Y EL PRIMER DESEO

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Un rato después de haber salido de la cueva, Ricky hizo que la alfombra redujera la velocidad y descendieron con suavidad hacia un precioso oasis en mitad de aquel caluroso desierto.

Durante el descenso, el genio, que se había ataviado con ropas de azafato comenzó a hablar:

—Les agradecemos que hayan escogido volar con aerolíneas Merino—Mimi, que abrazaba fuertemente a Ana por la espalda para evitar una caída accidental, se reía de todas las chorradas que soltaba el genio. Le parecía maravilloso—. Les rogamos que no abandonen sus asientos hasta que los motores se detengan.

Nada más detenerse la alfombra generó una escalera en su parte delantera para que Ana y Mimi pudiesen bajar.

—Gracias por viajar con nosotros. Hasta otra—concluyó Ricky con una sonrisa de vendedor nato mientras las chicas bajaban de la alfombra.

Un instante después volvía a tener sus ropas de siempre.

— ¿Y bien?—dijo el genio mirando a Ana con una sonrisa de suficiencia—. ¿Qué te ha parecido eso, Doña Incrédula?

—Ha estado bastante bien. Me has convencido—dijo Ana sonriendo. Luego se llevó la mano a la barbilla, acariciándosela—. Por cierto, ¿y mis tres deseos?

—Espera, que creo que la presión me ha taponado los oídos y he escuchado mal. ¿Tres? ¡Ya has gastado uno!—dijo poniendo su dedo índice levantado frente a Ana.

— ¿Que he gastado uno? Lo siento, pero yo en ningún momento te pedí que nos sacaras de la cueva—Ana tenía en la cara su sonrisa de niña pilla y Mimi supo en ese momento que el genio estaba perdido—. Lo hiciste porque tú quisiste—concluyó.

La boca de Ricky se abrió literalmente hasta el suelo. Eso de que fuera un genio y pudiera hacer con su cuerpo lo que quisiera daba un poco de mal rollo en ocasiones como esas, en opinión de las chicas.

El cuerpo de Ricky se comenzó a deformar hasta transformarse en una oveja.

—Está bien—dijo con voz ovina—, pero eres una chica mala y no, no, no. No te haré yo más rebajas, no, no, no.

Ana se giró a mirar a la rubia.

—Mimi, ¿habías visto alguna vez a un genio oveja cantando un trap?

—No, pero me fascina.

Ricky volvió sonriente a su forma normal, abrazó a Mimi y le llenó la cara de besos.

—Tú sí que me fascinas, maricona—Luego se volvió hacia Ana—. Tienes suerte de tenerla al lado.

—Eso ya lo sé.

Luego la morena se puso a andar por el oasis pensativa.

—Así que tres deseos. No es tan fácil.

Mientras Ana lo pensaba, Mimi y el genio se habían puesto a la sombra y se habían apoyado en una palmera. Ana se giró hacia ellos.

—Ricky, ¿tú que pedirías?

Ricky se llevó la mano al pecho en un gesto de clara sorpresa.

— ¿Yo? Nunca—comenzó el genio—...nunca nadie me había preguntado eso. Bueno en mi caso...No da igual.

Ana se acercó a él y tanto ella como Mimi le pusieron una mano en el hombro.

—Dime, ¿qué pedirías?

—Ser libre—dijo Ricky bajando la cabeza hacia sus manos engrilletadas.

Las chicas miraron la lámpara y finalmente Mimi preguntó:

Analice War:  la leona, la rubia, el hechicero y el genio de la lámparaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora