Capítulo 9: Esta vez no

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Después de que Aitana nos explicara lo bien que le había ido en enfermería, lo mucho que había aprendido y las ganas que tenía de seguir trabajando ahí, me preguntaron por el trabajo en la lavandería.

Les conté lo simpática que había sido Mimi conmigo y lo sorprendentemente bien que no habíamos llevado. También les comenté como Miriam, por primera vez, no me había hablado mal y además no me había quitado ojo de encima.

-Bua pues yo creo que le gustas eh- dijo Amaia muy ilusionada.

La verdad es que yo también lo pensaba aunque lo que había pasado en las duchas me había confundido bastante.

-Yo también lo creo, pero tienes que ir con cuidado- Añadió Aitana.

-Lo sé lo sé, aún así, no tengo tan claro que yo le guste. Hace un rato, cuando he salido de la ducha, hemos estado a punto de besarnos, pero de repente se ha marchado no se porque.-dije yo con un poco de tristeza en la voz.

Aitana y Amaia se sorprendieron al oír que casi nos besamos y empezaron a hacerme mil preguntas sobre cómo había sido, que más había pasado, y que me hubiese gustado que pasara.

No me dió tiempo a contestar muchas porque la sirena que indicaba que era la hora de cenar sonó y nos tuvimos que ir al comedor.

En la misma mesa donde habíamos desayunado y comido se encontraban únicamente Nerea y Mireya. Cuando cojimos la comida nos fuimos a sentar con ellas. Empezamos una conversación sobre cómo nos había ido el dia pero yo no podía parar de pensar en dónde estarían Miriam y Mimi.

Llegaron pocos minutos después entre risas y con el pelo revuelto.

-Mira a esas dos, llegando tarde como siempre, a ver si se buscan otras horas para follar.- soltó Mireya a modo de reproche pero sin mala intención.

Las miradas de Aitana y Amaia se dirigieron a mí, que en ese momento estaba paralizada. El hecho de pensar en Miriam acostándose con Mimi me dolió demasiado. No tenía derecho a que me afectase, no nos habíamos ni besado, pero aún así me hizo daño.

La del flequillo que estaba sentada a mi lado, puso su mano en mi pierna para intentar reconfortarme. Después de la conversación que habíamos tenido en la celda, era de esperar que se hubiese dado cuenta de que a mí sí me gustaba la leona.

Vinieron a sentarse con nosotras como era de esperar. Aunque no levanté la mirada del plato en toda la comida, estuve atenta a la conversación:

-Amigas a ver si os buscáis otras horas para lo vuestro, que sino siempre llegáis tarde.- dijo Mireya con tono burlón en cuanto se sentaron.

Miriam y Mimi se miraron y se echaron a reír y pararon cuando, por lo que me pareció ver, la leona me miró y se dió cuenta de cómo me había afectado.

-Bueno amiga no te preocupes que hoy era el último.- afirmó Miriam.

No sabía si iba en serio pero ojalá lo fuera y lo hubiese decidido por mí.

-Si bueno eso es lo que dices siempre.- le replicó Mimi entre risas.

No iba a serlo.

Cambiaron de tema rápido, yo seguí con los ojos clavados en mi comida y intentandome concentrar en eso únicamente, para así no darle vueltas al tema de Miriam y Mimi.

Estaba entre enfadada y triste. Me daba mucha rabia que antes nos hubiésemos estado a punto de besar y que cuando se fué seguramente fue en busca de Mimi para acostarse con ella cuando podría haberlo hecho conmigo. Estaba triste porque si la leona tenía algo con la otra rubia era imposible que yo lo consiguiera y me había hecho demasiadas ilusiones.

Miriam me dirigió un par de miradas más al largo de la cena. Era obvio que se había dado cuenta de que enterarme de que se estaba acostando con su amiga me había dolido.

Fuí la primera en levantarme de la mesa. Recogí rápido y volví a la celda.

Estaba tumbada en la cama cuando entró Miriam. No me levanté, simplemente giré la cabeza para mirarla. Esperaba que me dijese algo sobre lo que había pasado en las duchas y hacía un rato en el comedor pero no fue así. Se tumbó en su cama y se giró para darme la espalda.

Me estaba empezando a cansar la actitud de Miriam. Me estaba volviendo loca, primero me amenazaba y me trataba fatal, después casi me besaba y ahora me ignoraba. No entendía nada.

A los diez minutos llegaron Amaia y Aitana. Se sentaron las dos en la cama de debajo mía y estuvieron hablando un buen rato hasta que las puertas de las celdas se cerraron indicando que era hora de dormir.

Ni Miriam ni yo nos habíamos movido de nuestras camas desde que nos tumbamos después de la cena.

Sobre la misma hora de la noche anterior la leona se levantó supongo que con intención de irse en busca de Mimi.

Seguía cabreada por todo lo que había pasado además de que arrastraba el cansancio de la noche anterior en la que no había dormido. Sin pensárselo dos veces baje de la cama de un salto plantandome delante de Miriam.

-¿Vas a follarte a Mimi otra vez?- dije yo llena de rabia pero con tono burlón.

-Eso a ti no te importa.- me contestó intentando ir hacia la puerta.

-La verdad es que si que me importa si tienes en cuenta que antes nos hemos estado apunto de besar y te has pirado sin motivo aparente.- repliqué cerrandole el paso.

Intentó volver a pasar pero no se lo permití. Nos quedamos a escasos centímetros la una de la otra.  Notaba su respiración y ella la mía. Se estaba repitiendo la escena de las duchas pero no iba a permitir que terminase igual así que le susurré:

-Esta vez no me vas a dejar con las ganas.

VOLVER A SER INVISIBLE~wariam~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora