Capítulo 12: ¿Fumas?

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Al final pasamos gran parte de la mañana en el patio sin hacer mucho más que hablar. Surgió de nuevo el tema de porqué estábamos ahí. Yo ya sabía porque habían condenado a Aitana y ella sabía porque me habían condenado a mí pero las dos nos moríamos de curiosidad por saber el porqué de Amaia. Tenía cara de buena persona pero sin embargo tenía que haber un motivo por el cual estaba encerrada igual que nosotras. Una vez la del flequillo y yo hubimos contado nuestra historia, no hizo falta que le preguntáramos a Amaia, ella misma tuvo la iniciativa de explicarnos que la había metido en la cárcel:

-Bua es que la verdad es que soy culpable totalmente, en el juicio no quise pedir ningún abogado o abogada porque era consciente de que tenía que asumir las consecuencias. La verdad es que me da un poco de vergüenza contarlo pero bueno vosotras lo habéis hecho así que... En verdad tampoco tiene mucho secreto la cosa eh, simplemente maté a mi novio, bueno, exnovio.

Mi cara y la de Aitana seguramente serían un cuadro en ese momento. El hecho de que Amaia, una chica jovencita y de apariencia inocente, hubiese matado a una persona realmente nos desconcertó. No sabía si preguntarle algo al respecto o no decir nada, la verdad es que tampoco parecía que se arrepintiera de ello.

-¿Y porque lo hiciste?- se atrevió Aitana a preguntar.

-A ver no os creáis que fue por celos eh porque yo no soy celosa, bueno un poco sí, pero es que el muy cerdo de Alfred se acostó con un chico de nuestra clase de música, Agoney, que la verdad es que está buenísimo y su acento canario me ponía muchísimo pero bueno eso da igual, la cosa es que me compinché con el novio del chico, Raoul. Él tuvo la idea y me ayudó a hacerlo.

-Y al chico este, Agoney, ¿su novio no le hizo nada?- me atreví yo esta vez.

-Claro claro, a él también lo matamos. Ahora Raoul también está en la cárcel, pero en la de chicos claro.

No podía creérmelo, con lo buena persona que parecía Amaia, lo último que me esperaba es que fuese una asesina. Aitana y yo nos lanzamos una mirada cómplice para cambiar de tema y no decir nada más al respecto. Aún así Amaia siguió contándonos cosas sobre ella. Nos contó que ahora era lesbiana, pasaba totalmente de los tíos; que estaba muy bien en la cárcel ya que nunca se había sentido tan arropada por gente a la que acababa de conocer y algunas otras cosas sobre su vida antes de entrar aquí.

Poco a poco se iba acercando la hora de trabajo y no tenía ni las más mínimas ganas de verme encerrada en una habitación con Mimi y Miriam. Estaba claro que algo iba a salir mal y aunque Amaia y Aitana me intentaron animar, no lo consiguieron.

Sobre las cuatro de la tarde me dirigí a la lavandería, intentando no darle muchas vueltas a lo que iba a pasar. Llegué y ahí me encontré con Nerea, a la que saludé de lejos, y como no, con Mimi y Miriam. La leona se dió cuenta de mi entrada, la sala no era muy grande y era imposible no enterarse cuando alguien entraba o salía, aún así, no me dijo nada. Me dirigí al mismo sitio donde había estado trabajando el día anterior con Mimi. Levantó la mirada y una enorme sonrisa apareció en su cara. No entendía nada, pensaba que estaba enfadada conmigo pero para mi sorpresa me saludó efusivamente y empezamos a trabajar como si nada. Obviamente Mimi no sabía que yo había escuchado su discusión con Miriam esa mañana y por eso mismo me desconcertaba tanto su comportamiento hacia mi.

-¿Fumas?-me preguntó sin venir a cuento.

-Fumaba, aquí no tengo tabaco.- dije yo

-Si quieres después de currar te invito a un cigarro en el patio, se un sitio donde los de seguridad no te dicen nada.- me propuso con una sonrisa en la cara mientras me acariciaba el brazo y me comía con los ojos.

¿Se me estaba insinuando o era cosa mía? Realmente no sabía si lo estaba haciendo con intención de hacerme alguna putada o simplemente yo le gustaba como había insinuado Miriam durante su discusión. Lo que no entendía era porque querría ella algo conmigo si le había prohibido a la leona hacer lo mismo. Esta situación me tenía muy descolocada pero la verdad es que prefería no negarme a su oferta.

-Claro, me encantaría. -le respondí sonando más necesitada de lo que pretendía.

Seguimos trabajando entre bromas y risas, la verdad es que pasé un buen rato a pesar de no poderme sacar de la cabeza las intenciones que Mimi podía tener conmigo. No pensé mucho en Miriam durante ese rato y creo que ella tampoco lo hizo porque no me dirigió ni una sola mirada.

Como habíamos dicho, cuando terminaron las horas de trabajo, Mimi me condujo a una zona de la pista donde los guardias no podían vernos a no ser que se acercaran. No era muy amplio así que el espacio que quedó entre nosotras no superaba los treinta centímetros. Sin apartar su mirada de mí, sacó un cigarro de su escote junto con un mechero. Se lo puso en los labios y lo encendió. Esa situación me estaba poniendo entre tensa y cachonda. No era ningún secreto que Mimi estaba buenísima y desde luego sabía cómo usar sus encantos para seducir.

Después de soltar el humo de la primera calada se me acercó más todavía y en un susurro me dijo:

-Como me enteré de que te acercas a Miriam me voy a asegurar de que acabes muerta.

Aquello que me acababa de decir me dejó desconcertada, en aquel momento era lo último que me esperaba, me había autoconvencido de que las intenciones de Mimi eran buenas y eso me había dejado sin palabras. Un escalofrío recorrió mi cuerpo haciendo que el miedo que las palabras de la rubia me habían transmitido se apoderase de mí.

-Así que más te vale mantener las distancias.- añadió antes de lanzarme una mirada de desprecio y marcharse.

Contuve las lágrimas que deseaban caer por mis mejillas y me dirigí a la celda lo más rápido que pude. Nada más entrar subí a mi litera y me tumbé bocabajo mientras intentaba contener la rabia y el miedo que sentía en mi interior. 

-¿Estas bien?- como no, era Miriam.

No contesté.

-¿Ana?- insistió.

No quería hablar porque sino sabía que no podría contener el llanto.

-¿Ha pasado algo?

Su voz sonaba preocupada y eso me enterneció pero a la vez me entró una rabia debido a que el simple hecho de besarla me haría acabar muerta.

-Miriam déjame en paz ¿vale?- dije levantando la cabeza, con tono cortante y mirándola fijamente a los ojos. Mi voz sonó dura pero entrecortada por pequeños sollozos.

-Pero qué la pasa a esta ahora, ni que te hubiese hecho algo ahora.- me contestó desquiciada por mi desprecio.

No quería hablar, solo quería besarla y continuar lo que la noche anterior habíamos dejado a medias pero las palabras de Mimi seguían clavadas en mi memoria y el miedo me hacía incapaz de hacer nada que no fuese rechazar cualquier contacto con la leona.

Con lo cabezota que era Miriam estaba segura de que no la podría convencer fácilmente de que se fuese así que me levanté en silencio y cogí mis cosas para irme a dar una ducha, necesitaba estar sola y estaba claro que en la celda no lo conseguiría.

Entré a paso apresurado a los baños comprobando que se encontraban vacíos, estaba a punto de romper a llorar y prefería que fuese debajo del agua donde mis lágrimas se unirían a las demás gotas y donde nadie me escuchara.

Cerré la cortina y abrí el agua, en cuanto esta rozó mi cabeza no pude aguantarlo más y me puse a llorar.

Aún y estar inmersa en el sonido de mis sollozos y del agua golpeando el suelo y mi cuerpo, pude oír un portazo de la puerta del baño. Alguien había entrado.








Holaa

Estos dias estoy tardando más en actualizar pero quiero intentar hacerlo dia si dia no(aunque no creo que lo consiga).

Espero que os este gustando. No me odieis mucho por hacer que Mimi sea la "mala"🙄

Me despido ya y hasta el próximo capítulo.

Un beso❤️

VOLVER A SER INVISIBLE~wariam~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora