dos.

599 88 17
                                    

La joven pareja entrelazó sus manos mientras caminaban con tranquilidad, ambos estaban contentos y emocionados, pero ¿quién no lo estaría en su segundo aniversario?
Aunque no tenían algo preparado como una cena especial o algún regalo, estaban conformes con sólo estar juntos ese día tan especial, y es que no siempre podían estarlo por sus diferencias en agendas.

Dongmin era maestro de preescolar y Moonbin coreógrafo, les era difícil poder encontrarse, algunas veces ni siquiera se veían por semanas. Esto logró hacerlos más unidos, en ciertas ocasiones la distancia alimenta el amor.

–¿Quieres ir a la cafetería que te dije ayer? - preguntó el menor llamando la atención del contrario, llevó su brazo a los hombros de Min y lo abrazó.

– Sí, vamos.- afirmó divertido el castaño, le encantaba ese tipo de contacto inesperado. Hablaron de temas sin importancia en el camino hacia al local, además de algunas otras demostraciones de cariño.

El lugar era agradable y fresco, con el delicioso olor a café en el aire, música aleatoria con volumen bajo y algunas personas ocupando las mesas, algo muy tranquilo.
Se sonrieron entre sí, fue buena decisión ir ahí, se sentaron en una pequeña mesa lejana a las demás, querían su espacio. No pasó mucho cuando un lindo joven de labios abultados llegó a pedir sus órdenes.

– En un momento les traigo sus pedidos, con permiso.- el dulce chico se despidió con una linda sonrisa para la pareja.

– Parece un buen lugar.- dijo Dongmin sonriendo y admirando la cafetería, ¿cómo nunca había visto ese local?

– Minhyuk me lo recomendó, dijo que los meseros eran lindos.- rió Bin recordando las palabras de uno de sus mejores amigos.

– ¿Vienes sólo por los meseros? - el mayor se fingió ofendido, mientras miraba a su novio con el ceño fruncido y los brazos cruzados.

– Sabes perfectamente que no.- sonrió.– Aunque vendría a diario si tú trabajaras aquí.- murmuró, ambos rieron leve, el castaño negó divertido.
El tañido de la pequeña campana del establecimiento sonó, la pareja volteó y observaron entrar a un padre con su hija en brazos, algo bastante lindo pues la infante estaba dormida en el hombro del adulto.

– Quiero uno.- murmuró el menor de ambos chicos, embobado mirando al padre, Dong lo miró sin entender.

– ¿Eh? ¿A qué te refieres? - miró confundido a su novio, quién no despegaba la vista de aquel par.

– Quiero un hijo.- finalmente su mirada se dirigió a Lee, éste estaba más que sorprendido, no esperaba esa confesión tan de repente.

– Pero, B-Binnie...- no sabía que decir, estaba sin palabras, y estaba muy seguro que Moon decía la verdad, su rostro serio hablaba por sí sólo.– N-nosotros aún no somos aptos para tal responsabilidad, Binnie.- mordió su labio con nerviosismo.

– Creo que sí lo estamos.- tomó la mano del castaño, sus ojos se encontraron y continuó.– Minnie, a ti te encantan los niños y a mí también, somos buenos cuidando de ellos y lo hemos comprobado.- apretó la mano contraria.

– N-no lo sé, Bin.- la inseguridad se veía en sus pupilas, era claro que dudaba.– Además nosotros no podemos...

– Claro que podemos, existe la adopción.- interrumpió al mayor; un pequeño brillo apareció en su mirada, se estaba emocionando.

– Binnie no es tan fácil, nuestras vidas cambiarían de forma drástica y recuerda que no siempre logramos vernos.- para Dongmin, la idea de criar un hijo junto a Moonbin era fantástica pero tenía que ser realista y de cierta forma le asustaba.

– ¿No crees que sería bueno cambiar las cosas? - sonrió levemente confundiendo una vez más al mayor

– ¿Cambiar? - Moonbin asintió emocionado, mordió su labio inferior.

– ¿Vivir juntos, tal vez? - los ojos de Lee se abrieron grande, el menor estaba lleno de sorpresas.


Me disculpo por cualquier error ortográfico y/o de redacción.

¡Muchas gracias por leer!





— Lnrg.

La torta antes del recreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora