cinco.

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Una semana había pasado desde su aniversario y de aquellos lindos cuidados -algunos inecesarios- que le había brindado el menor, siete largos días y sus malestares no desaparecían ni disminuían, si no lo contrario, su salud estaba en decadencia. Estaba algo asustado.

Ni siquiera en su trabajo podía estar ni un minuto tranquilo sin que sintiera alguna molestia, sus clases se veían interrumpidas por correr al sanitario y vomitar lo que había comido unas horas antes, comenzaba a estresarse. Unos cuantos de sus pequeños alumnos se preocupaban por él y se acercaban a preguntar cómo se encontraba, un gesto muy tierno por parte de los infantes. Aunque esto lo hacía sentir culpable, pues no quería que a causa suya los pequeños se sintieran mal o con algún tipo de culpa, por lo que prefirió aguantar sus arcadas, comenzó a consumir lo mínimo de comida, de cierta forma le resultó, ahora sólo tenía náuseas.

Pasaron dos días más, desde que sus vómitos se habían reducido, daba su clase de artes como normalmente lo hacía. Caminaba a través de los pasillos del salón, mirando el trabajo de sus alumnos; sonriendo a todos y ayudándolos cuando lo necesitaban, sin duda un maestro ejemplar. Sin embargo, cuando estaba por pasar al lugar de unos de sus estudiantes, sintió un fuerte mareo, con su mano derecha se sostuvo de la pared cercana y cerró los ojos con fuerza, creyendo que así se le pasaría.

- Profesor Lee, ¿está bien? - preguntó preocupada una pequeña de dos coletas a su lado, él suspiró y sonrió de nuevo.

- Claro, Chae.- acarició su cabeza con suavidad.- Estoy bien, ahora ve y termina tu trabajo, ¿bien? - la niña asintió con emoción y corrió a su lugar.

Dongmin siguió con su clase soportando los fuertes mareos y pequeñas náuseas que aparecían, tratando de ignorar sus malestares, procuró estar sentado la mayor parte del día para no sentirse peor. Sin duda, hoy llamaría a Jinwoo, su mejor amigo y también doctor.

- Está bien, nos vemos mañana.- sonreía y movía su mano en forma de despedida.- Joo, termina tu tarea.- ordenó mientras que el último pequeño salía del aula asintiendo, el niño corrió a los brazos de su madre con alegría y fue recibido con una gran apretón junto a un montón de besos por parte de la adulta.

- Muchas gracias, profesor Lee.- dijo la mamá del infante, hizo una leve reverencia junto al chiquillo.

- No es nada.- la dulzura en su voz se notaba.- Hasta mañana.- una vez más, sonrió, al igual que la mujer y el niño, ambos comenzaron a caminar hacia la salida del lugar y en algún momento la madre cargó a su hijo. Dongmin observó cada momento, ¿cuánto tardaría en tener una familia?, se sonrojó al momento en que recordó las palabras de su novio. Ambos querían un hijo, ¿por qué tardaba tanto en decir un simple "sí"?

Suspiró y se adentró en el salón, se acercó al escritorio para comenzar a guardar sus cosas pero de pronto sintió otro mareo, aferró sus manos en la mesa y cerró los ojos, con sumo cuidado se sentó en la silla. Su malestar persistía, así que buscó su teléfono y marcó a su hyung, le pidió que lo visitará en su apartamento lo más pronto posible, no quería seguir de esa manera.
Cuando logró estar más estable, terminó por guardar sus pertenencias, ordenó un poco el salón y se llevó los trabajos hechos, salió con rapidez hacia su casa.


























- Lnrg

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- Lnrg.


La torta antes del recreoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora