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Dos días después.

8:00am.

Luego de que transcurrieran dos días desde el entierro de Jacob, el escuadrón del capitán Wallace fue solicitado en Trípoli para ayudar a unos civiles que habían sido víctimas de los ataques terroristas; Keith pidió que el grupo de misioneros también fuera para allá, debido a que necesitarían ayuda con los niños.

Y al escuchar que pequeños seres inocentes estaban en medio del caos, no pude decir que no.

Por lo que ahora estábamos en unas todoterrenos en dirección a la capital de Libia, el viento árido y caliente de la mañana golpeaba mi rostro mientras que el teniente Clark conducía la camioneta en donde íbamos nosotros.

-Es triste saber que los niños inocentes están envueltos en todo este asunto de política y guerra. -Gwen suspiró con tristeza sentada junto a mí.

Yo solamente asentí en respuesta, estaba observando el desierto y no quise responder con palabras en esos momentos.

Miré entre mis manos el walkie talkie que Keith me había dado, presioné el botón para comunicarme y acerqué mi boca al altavoz del aparato.

-Aquí Ayleen, cambio.

Se escuchó una interferencia del otro lado, hasta que la voz profunda y relajada del capitán se escuchó por el altavoz.

-Recibido, señorita Cielo, le habla Black Wolf al otro lado, cambio.

Un momento, ¿señorita Cielo? ¿Black Wolf? ¿Qué mosquito le había picado ahora?

-¿Eh? ¿Qué onda con esos apodos raros? -Pregunté soltando una risita debido a la gracia que eso me causó.

Pude escuchar la grave risa de Wallace al otro lado en el altavoz.

-No se usan los nombres reales a la hora de hablar en los walkie talkie, así evitamos que enemigos nos intercepten y sepan qué escuadrón somos. Por eso cada uno de nosotros tiene un apodo, y yo acabo de darte uno, Cielo.

-¡Tsk!, mira que eres muy confianzudo al creerte con derecho de ponerme un apodo, eh. Cambio y fuera. -Sonreí negando con la cabeza a la par que guardaba el walkie talkie en mi bolso.

Gwen y Clark reían entre ellos debido a mi conversación con Keith, yo solamente les fulminé con la mirada y recosté mi espalda en el asiento. Minutos después ya nos encontrábamos todos en la capital de Libia, Keith y su grupo ya habían llegado de primeros al lugar.

Todos nos reunimos frente a él.

-Muy bien. -Ajustó sus lentes de aviador Ray Ban para luego seguir hablando.- tenemos la obligación de evacuar a los civiles de aquí y llevarlos hasta la ciudad de Sabha, usaremos uno de los aviones de la base militar nuestra.

-¿Y en caso de que aparezcan militares de ISIS? -Preguntó uno de los soldados, era el chico de tez morena que nos recibió junto con Clark el primer día.

Keith miró con seriedad al muchacho.- Disparen sin remordimientos.

Y tras decir eso último, desplegó a las tropas para que fueran por los civiles.

Mi grupo y yo fuimos con Keith para buscar a los niños, ellos eran los primeros en ser traslados a la base.

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La cantidad de personas era considerable, más el grupo de niños rescatados era menor en proporción a las personas adultas que sacamos.

Yo me mantuve cerca de ellos en la base, ya que el avión que llevaría a los civiles no era capaz de transportar a tantas personas, así que los niños quedaron bajo mi cuidado y el de Gwen.

-A ver, ¿creen ustedes en alguien Todopoderoso? -Sonreí hablando en árabe hacia ellos dentro de la sala de reuniones, donde se daban las clases bíblicas a los soldados.

Los niños alzaron sus brazos en alto como respuesta afirmativa, cosa que me hizo sonreír.

-Bien, pues ése ser Todopoderoso se llama Dios, y Él es quien los creó a ustedes. Incluso creó al mar con todos los peces dentro, a las aves, a los animales terrestres y todas las plantas del mundo.

-¿En serio? -Preguntó fascinada una niña del grupo.

Yo asentí sonriendo encantado.- Por supuesto, todo lo que ven a su alrededor ha sido creado por Dios.

Gwen hacía unos dibujos en el pizarrón acrílico mientras hablaba.

-Señorita Ayleen, ¿Dios también puede quitar las guerras?

Uno de los niños me hizo esa pregunta, la cua realmente me tomó desprevenida por completo. Pero atiné a sonreír levemente y me agaché a la altura de ellos.

-Las guerras son terribles, muchos sufren con ellas es verdad... pero créanme cuando les digo, que Dios los ama tanto a ustedes que dice que Su Reino les pertenece a ustedes. En ése Reino no habrá más guerra ni dolor, y ustedes vivirán felices por siempre.

Los niños aplaudieron gritando de alegría, algo que me hizo enternecerme desde lo más profundo de mi alma.

-Bien, ¡hora de jugar! -Sonreí animada hacia ellos mientras que gritaban eufóricos por la idea.

Gwen y yo los reunimos en círculos para que jugaran un juego de preguntas sobre historias bíblicas, y pude notar que Keith nos observaba recostado desde el marco de la puerta con una indescifrable sonrisa.

-Hey. -Lo saludé en cuanto me hube acercado a su lugar.

-Eres excelente con los niños, y tampoco pensé que hablaras árabe también. -Comentó alzando las cejas ante el inesperado descubrimiento.

Me encogí de hombros y le sonreí divertida.- Hablo más de un idioma, en realidad.

Abrió desmesuradamente los ojos y luego se rió negando con la cabeza.

-Vaya, Cielo, no sabía que fueras tan inteligente. -Bromeó divertido sin dejar de mirarme.

Puse mis ojos en blanco al escucharlo decirme así.

-¿Seguirás con ése apodo? -Inquirí alzando una ceja mientras me cruzaba de brazos.

-Claro que sí, ¿no perteneces al Cielo de Dios de todos modos?

Me guiñó un ojo y se retiró, dejándome allí con la palabra en la boca.

Señor, te pido me des paciencia con este sujeto...

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¡Dios les bendiga!

𝙷𝚘𝚖𝚋𝚛𝚎𝚜 𝚍𝚎 𝙷𝚘𝚗𝚘𝚛 🔚 novela cristiana.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora