Capítulo 42

502 21 0
                                    

Cindy:

Cornelio al oir mi voz se separo rápido de Fernanda.

-Cindy -me dijo sorprendido.

En este mundo había dos tipos de chicas en esta situación. La primera era la sensible que se iba corriendo a su cuarto a llorar, la segunda, que era yo, la agresiva que se agarra de las greñas con los dos.

Caminé hacía Fernanda tratando de agarrarla pero Cornelio me agarró.

-¡Sueltame, imbécil! -exclamé.

-Fernanda, salte de aqui -dijo Cornelio.

Ella se apresuro a salir de la cocina, rápido vi un vaso de vidrio en la mesita lleno de algo transparente, supongo que agua, lo tome y se lo avente, le cayo en la espalda mojandola toda y haciendo que se rompiera. Note como unos pedazos le cayeron a su pierna desnuda ya que traía una falda un poco larga y la cortó. Ella se quejo y salió de la cocina.

-¡Cindy! -exclamó molesto.

Me dio la vuelta bruscamente y me tomo de los hombros viendome. Me acordé de algo, mis pastillas. Si minimo dejaba de tomar pastillas por un día tendría una recaída inmediata.

-¿Qué demonios te pasa? -me preguntó molesto.

La puerta de la cocina se abrió.

-¡¿Qué tienes, Cindy?! -se escuchó un grito de mi mamá.

Voltee a verla y caminaba hacía mi.

-¿Por qué diablos le lanzaste el vaso a Fernanda? ¡La cortaste!

Y de ahí entro mi hermana. Los tres comenzaron a reprocharme que porque había hecho eso, me dolía la cabeza, odiaba que me gritaran. Bruscamente me solté de Cornelio, salí corriendo, subí las escaleras y entre a mi cuarto. Busqué en una mochilita mis pastillas y me pase las dos sin agua. Me acosté en la cama y cerré mis ojos, mi cabeza quería explotar, odiaba tanto que me gritaran, necesitaba darme un baño para relajarme.

Cornelio:

Cuando Cindy salió corriendo solo suspiré.

-¿Por qué hizo eso? -me pregunto Elizabeth.

-Sucedió algo -dije.

Salí de la cocina y comencé a buscar a Fernanda. Estaba sentada en el sofá con la tía de Cindy curandole. Me senté a su lado y la miré.

-Perdonala por eso -le dije y ella negó con la cabeza.

-Ella debe de perdonarme a mi por eso -dijo ella apenada.

-Disculpa a Cindy -dijo su tía- Ella suele ser muy agresiva cuando algo le molesta.

Me levanté y subí por las escaleras, me dirigí al cuarto de Cindy y entré esperando verla sentada en la cama pero no. Entré cerrando la puerta con seguro, me di cuenta de que se estaba bañando, me acoste en su cama y bostece. Y así estuve unos 15 minutos hasta que por fin salió, vestía un short de pijama y un top blanco.

-¿Qué demonios haces aquí? -me pregunto al verme.

Me senté en la cama y palmee mis piernas.

-Ven, quiero hablar contigo -le dije.

-Yo no -dijo ella viendome molesta- ¿Por qué te estabas besando con ella?

Suspiré.

-Sientate -le dije y ella negó con la cabeza.

-Si me dolió que hayas hecho eso -dijo viendome directamente a los ojos, agh, puta madre.

-Perdoname -le dije.

Me levanté y caminé hacía ella, pusé mi mano en su mejilla y la comencé a acariciar.

-Estaba molesto contigo por lo de Axel y ese tal Arturo, pasaste todo el día con él y...

Me interrumpió.

-Eso no te da derecho a besarla -me dijo.

-Ya lo sé, y me arrepiento, enserio que no...

Ella rápidamente me dió una fuerte cachetada y la miré sorprendido mientrás me tocaba la zona. Después se lanzó a mi tomandome de la cara y me besó. Mis manos se fueron a su cintura y las de ella a mi cabello jugando con él. Cortamos el beso y la miré.

-Me dolió -le dije y ella rió.

-Te lo mereces -dijo y volvió a besarme.

Noté como se ponía de puntitas y alzaba mucho la cabeza para besarme ya que ella era muy bajita. En un movimiento rápido la cargé y la acosté poniendome sobre ella en la cama aún besandola. Ella comenzo a bajar sus besos hasta mi cuello y lancé un suspiro.

-Cindy, para -dije con dificultad.

Ella siguió besando mi cuello, ella abrió un poco sus piernas, me puse enmedio de ella y cerro sus piernas en mi cadera. La volví a besar en los labios y la mordí. Me estaba poniendo ya demasiado alegre, demonios. Ella quitó mi camisa mientrás volvía a besar y morder mi cuello. Me moví sobre ella y sentí como mi amigo rozó su zona, Cindy gimió. Me volvió a besar, sus manos bajaron por mi abdomen hasta mi pantalón, con su mano derecha trato de desabrochar mi pantalón pero rápido me quite encima de ella.

-¿Por qué te alejas? -me preguntó.

-Vamos a dormir mejor -le dije- Tengo sueño.

Me puse mi playera, me acosté a su lado y la acurruqué a mi lado.

-¿Por qué te quitaste? -me pregunto.

Pusé mi mano en su espalda y comencé a hacerle caricias.

-Por tres razones -le dije- Primero, no tengo protección en mano. Segundo, tienes 15 años. Tercero, eres virgen y la primera vez no es a esta edad y debería de ser en un lugar especial.

-Tu sabes que eso me vale un kilo de verga -me dijo y lancé una carcajada.

-Grosera -le dije.

Ella me abrazo más fuerte.

-Me encanta que hagas eso -susurró.

-¿Qué?

-Que al dormir me abraces y me hagas caricias en la espalda, me relaja demasiado.

-Por eso te lo hago, me gusta verte feliz.

-Mientras este a tu lado seré la más feliz.

Le besé la frente.

-Te amo, niña hermosa.

-No soy una niña.

-Tienes 15 años -le dije burlón- Yo tengo 18.

-No se como a mi familia le guste que este contigo, tú ya eres mayor de edad y yo sigo siendo una bebé.

-Lo sé, imaginate, tenemos sexo y las autoridades se enteran, estaría en la cárcel. Igual esto es ilegal, no puedo andar contigo.

-Si me cortas te denunció.

Volví a reír.

-Jamás haría eso -le susurre en su oído.

-Ya duermete -me dijo.

-Siempre espero a que te duermas tu primero para terminar de hacerte las caricias y dormirme.

Ella me tomó de la cara y me besó. Cortó el beso, me dio un pico y se volvió a acostar.

Como tú || Cornelio VegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora