Capítulo uno

215 11 0
                                    

Era un veintisiete de octubre por la mañana, el ambiente estaba frio y el viento soplaba con fuerza. Un ligero rayo de sol, que se coló entre mis cortinas, llego directo a mis ojos logrando que me despertara. Me levante con pereza y me dirigí hacia el baño dispuesta a tomar una ducha.

Las tibias gotas temperaban mi cuerpo quitando las impurezas y cualquier rastro de sudor. Era relajante.

En cuanto salí, busque entre mi ropa el vestido color damasco que él me había regalado para mi cumpleaños. Complete el atuendo con unas vans negras y un pequeño bolso del mismo color. Me maquille algo ligero, algo de delineador y lápiz labial. Cepille mi cabello y lo deje suelto logrando que pequeñas ondas se formaran en las puntas de este.

Baje por las escaleras y vi a mis padres junto a mi hermana. Todos se veían muy bien.

Nos subimos al auto y nos dirigimos hacia aquel lugar donde él siempre está. Hoy se cumplía un año.

Papá estaciono el coche frente al sitio. Nos bajamos del carro y yo por mi parte fui a comprar unas lindas flores de su color favorito, azul.

Caminamos entre los angostos pasillos hasta que encontramos su nombre.

"Daniel Andrew Shepard.

1990 - 2017.

Adorado hijo y hermano"

Hasta la fecha aún me siento culpable, lo último que hicimos fue discutir y por algo estúpido. Jamás supe a donde me llevaba.

–– ¿Quieres decirle algo?––dijo mi padre sacándome de mis pensamientos.

––Él ya sabe...––suspire.

Nos dirigimos a casa. Papá compro comida china con algunos reproches de parte de mi madre. Desde que Daniel falleció, mi padre intenta pasar más tiempo con nosotras y se esfuerza en reducir las horas de trabajo, lo cual es un poco difícil.

Mamá no me habla mucho, supongo que siente que soy culpable. Bridget en tanto, solo me dice que esta dolida por perder a su único hijo.

–– ¿Tomaste tus pastillas?––pregunto Brig.

–– Sí––respondí.

Después del accidente comencé a sufrir ataques de pánico y por las noches no lograba dormir. Cada vez que intentaba cerrar los ojos, lapsos de lo sucedido invadían mi mente. Una vez incluso... intente acabar con mi vida, por suerte Logan había llegado por mí.

Logan, mi mejor amigo desde que tengo memoria. Aquel chico siempre estado conmigo, tanto en los buenos como en los malos momentos. Muchos piensan que seremos pareja o que alguna vez ocurrirá algo entre nosotros pero la verdad es que somos como hermanos, hacemos todos juntos; él sabe todo de mí y yo sé todo sobre él.

¿Amigas? La verdad nunca tuve una buena relación con ellas. Creí tenerlas pero siempre hablaban de mí a mis espaldas o solo se acercaban por conveniencia. Si se lo preguntan si, tuve una mejor amiga pero me dejo a un lado por otra chica.

Luego de comer, ayude a mi rubia hermana a lavar los trastos para después dirigirme a mi habitación a cambiar mi atuendo por uno más cómodo. Me desvestí y me mire en el espejo. Una cicatriz adornaba mi abdomen debajo de mi costilla derecha; otras pequeñas, que comenzaban a desaparecer, se alojaban por mi estómago. Pase mi dedo índice suavemente sobre ellas, se sentían ásperas y aun dolían un poco.

El resto de la tarde me la pase leyendo y escuchando una pieza de Mozart. A lo lejos de mi habitación contemple mi viejo instrumento guardado en su estuche. Hace mucho que no tocaba, creo que no vendría nada mal interpretar una pieza.

Mi Ángel GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora