Capítulo veintisiete

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Keith


El agua temblada chocaba suavemente contra mi piel. Las lágrimas que aun salían se confundían con el agua que caía de la regadera. Por más duchas que tomara, seguía sintiéndome sucia, asquerosa, repugnante...

Las marcas en mi piel dolían y hacían que esa horrible escena volviera a mi memoria, esa espantosa escena.

Seguía preguntándome como es que fui tan ingenua, tan idiota, estúpida, imbécil...

Logan me lo había dicho, muchas veces me lo advirtió, pero yo solo lo ignore. El solo intentaba protegerme, como siempre lo ha hecho, pero lo único que hice fue ser una maldita arrogante.

Abrí la puerta del pequeño cuarto para buscar algo con que cubrir mi delgado y frágil cuerpo cuando la presencia de Logan logro que me quedara petrificada. De inmediato cerré la puerta dejando al chico con la palabra en la boca.

—Keith... necesito hablarte—suplico al momento en que yo retrocedía—. Tienes que oírme, es importante—insistió—. No quiero asustarte... pero debemos irnos, ahora.

Esas palabras me descolocaron, logrando que me acercara con suma rapidez y abriera solo un poco para lograr ver los ojos marrones del pelinegro.

—¿Q-Que dices? —mis labios temblantes me impedían hablar con claridad.

—No quiero asustarte... pero... está aquí, y debemos irnos.

Mi acción de inmediata fue cerrar la puerta de golpe. No. No podía ser verdad. Esto tenía que ser una mentira, una espantosa y terrible mentira.

Me deje caer en el suelo al mismo tiempo que un grito de dolor, que raspo mis cuerdas vocales con fuerza, salía con desesperación de mi boca. De inmediato las lágrimas comenzaron a brotar y mi cuerpo a temblar por el temor más que por el contacto con la fría cerámica con mi cuerpo desnudo.

—Pequeña...—la suave voz de Logan me saco de mi crisis, pero no levante la vista. Mi cabello cubría mi rostro generando una barrera entre él y yo—. Sé que tienes miedo, pero, estoy contigo, no dejare que nada te pase y te ayudare a salir de esto—el tomo mi mentón con suma delicadeza obligando a mis ojos a dirigirse a los de él—. Solo confía en mí—sorbí la nariz y asentí.

El chico me dio algo de su ropa a lo cual yo me vestí con rapidez. Bajamos las escaleras con lentitud cuando oí unos cristales romperse. Mierda.

De inmediato mi cuerpo comenzó a temblar contiguo mi respiración se aceleraba y mi corazón latía como si hubiera corrido una maratón. Sentí el agarre de Logan. Su mano tomando la mía me indicaba que intentaba darme seguridad mientras oíamos como el tipo gritaba como un desquiciado.

—¡KEITH!

—No...—ahogue un grito—. Esta aquí, mierda Logan está aquí—dije entre llantos—Logan, Logan está aquí.

—Tranquila—me abrazo con fuerza mientras empapaba su pecho con mis lágrimas—. Ve a mi habitación y ocúltate. Volveré por ti, lo prometo.

—No. No puedo—negué rotundamente—. Prometiste que no me dejarías.

—Ocúltate en la habitación de Jane y pase lo que pase, no salgas—me advirtió—. Ten—me extendió su teléfono—llama a alguien.

—Logan...

—No salgas hasta que yo te lo indique—me ordeno y deposito un suave beso en mi frente para luego bajar por las escaleras.

Corrí a la habitación de Jane con dolor en mis pies y lágrimas en mis ojos.

Asegure la puerta y, para procurar que nadie entrara, coloque—con cierta dificultad—el pequeño guarda ropa en ella. Me oculte bajo la cama sintiendo mi corazón golpear contra mi pecho y apretando con fuerza el teléfono en mis manos. Estaba aterrada, con miedo y con una angustia enorme que me apretaba el pecho.

Mi Ángel GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora