Capítulo diez

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El reloj de pared anunciaba las cinco y treinta de la tarde. Había terminado mi práctica con el profesor Blake. Hace más o menos tres semanas comenzamos y acordamos que practicaríamos tres veces a la semana. En unos días elegiríamos la mejor pieza, teníamos cuatro opciones y una de ellas debía ser la elegida para deleitar al jurado. Estaba muy nerviosa y aún faltaba un mes y medio para la audición.

Salí del campus cargando mi enorme instrumento sobre mi espalda mientras la fría brisa golpeaba contra mi rostro. El castaño se encontraba ahí parado y sonriente como siempre. Sentí un calor en mis mejillas y no pude evitar acelerar el paso. No hemos hablado de lo que había ocurrido hace semanas, sin embargo nuestra relación se estaba volviendo más cercana.

 ––Hola pequeña––pronuncio sin dejar de sonreír.

 ––Hola Alex––dije aun con mis mejillas un poco rojas–– ¿Qué haces en el campus? Tus clases terminaron hace horas.

 ––Vine a buscar a una chica linda para invitarla a salir.

Damas y caballeros, ahora si era un completo tomate.

 –– ¿Me acompañas?

 ––Claro––sonreí.

El chico se ofreció a cargar mi instrumento a lo cual acepte con un poco de timidez. Caminamos por las calles de San Diego hacia una pequeña cafetería. Nos adentramos al acogedor lugar el cual no se encontraba mucha clientela. El castaño saludo a una señora de avanzada edad y luego subió las escaleras pidiéndome que lo siguiera.

La terraza era bastante hermosa. Flores y enredaderas adornaban el lugar por todos lados y, una pequeña mesa estaba situada en medio de todo. Nos sentamos en ella y un joven nos trajo un café para cada uno y una bandeja llena de pastelillos.

 –– ¿Cómo es que tienes acceso a esto?––pregunte con curiosidad mientras bebía mi café.

 ––Tengo mis secretos––dijo orgulloso––. Keith...––pronunció mi nombre con delicadeza––. Tengo algo para ti.

Lo mire con extrañeza mientras él se ponía de pie y, de uno de los pilares, sacaba una hermosa guitarra color azul metálico. Subió a un pequeño tabladillo de madera y me sonrió antes de comenzar a tocar una tranquila melodía. Una hermosa y armónica letra comenzó a emerger de sus cuerdas vocales. Su voz... era hermosa y delicada.

Mi nombre fue pronunciado en la letra de su canción. Me estaba cantando, no era posible, me estaba dedicando una canción y escrita por él. Mis ojos comenzaban a llenarse de lágrimas de emoción y a la vez de nostalgia. Daniel fue el último en dedicarme una canción pero... esta vez era diferente, la canción estaba escrita a puño y letra del chico que estaba parado en frente a mí, y no solo me estaba cantando... se me estaba declarando.

En cuanto termino, un color rojo se apodero de mis mejillas cuando el comenzó a acercarse poco a poco hacía mí. Se detuvo a solo unos centímetros de distancia y me sonrió.

 ––Te pido que no me respondas aun––me detuvo en cuanto separe mis labios dispuesta a decir algo––. Sube allí y toca algo que represente lo que sientes.

Hice caso y lentamente me puse de pie. Saque mi majestuoso instrumento de su estuche y me encamine al pequeño escenario de madera. Acomode el instrumento de cuerda entre mis piernas y comencé a tocar una bella pieza que sabía que reflejaba plenamente lo que sentía.

Me deje llevar deslizando––como siempre––los dedos lentamente sobre las cuerdas del instrumento. Mis ojos permanecían cerrados mientras interpretaba aquella hermosa pieza.

Al finalizar, abrí mis ojos lentamente y observe al castaño quien se encontraba––para variar––sonriendo ampliamente sin apartar su mirada de la mía. Se dirigió hacia mí y al momento de estar en frente pronunció.

 ––Tocas muy hermoso ese instrumento––dijo poniéndose de cuclillas––. Y sé lo que quisiste decir con aquella bella melodía.

 –– ¿Enserio?––dije nerviosa.

 ––Sí––dijo tomando mi mano entre las suyas––. Keith... siento algo por ti que es inexplicable––mis mejillas se pusieron más rojas aún.

 ––Alex yo...––dije con la voz un poco temblorosa. Tome aire y procedí––. Siento lo mismo por ti––sonreí.

El castaño sonrió y acorto nuestra distancia uniendo nuestros labios. Me besaba con delicadeza y con suavidad. Sus manos acariciaban con cuidado mi rostro mientras las más se alojaron en su nuca jugueteando con su cabello.

Sus besos me hacían sentir en las nubes. Sus caricias me causaban escalofríos y a la vez me producían protección. Era una sensación extraña pero agradable, jamás había experimentado algo igual. Éramos opuestos pero a la vez iguales. Era una complementación perfecta.

Nos separamos por la falta de oxígeno. No pude evitar lamer mis labios en cuento él se distancio. Estos me punzaban a pesar de la delicadeza que Alex tuvo al besarme. Sonreí al momento en que abrí mis ojos y me encontré con su sonrisa, algo ya habitual.

 ––Keith––pronunció logrando devolverme al mundo real––. Se mi novia.

 ––Será un placer––respondí sonriente.

Me tomo en sus brazos con felicidad y me elevo en el aire dándome vueltas. Oculte mi rostro en su hombro mientras reía inundándome en el exquisito aroma de su colonia. 

Mi Ángel GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora