Capítulo ocho

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Las suaves sabanas estaban enredadas en mí cuerpo. Las ventanas estaban empañadas debido al frío que invadía a la ciudad. Me estire dentro de la cama para luego restregar mis ojos. Dormía en la habitación de visitas de la casa de los Parker.

Mis pies hicieron contacto con la suave alfombra. La calefacción estaba puesta por lo que no sentía la baja temperatura. Me encamine al baño, dispuesta a tomar una ducha. Deje correr el agua hasta que estuviera un poco tibia. Me deshice de la ropa que cubría mi cuerpo y deje que las gotas empaparan mi piel.

Al salir, me vestí con un atuendo cómodo y abrigador. Logan había ido por mi ropa ayer. Solo Bridget estaba en casa por lo que se le hizo fácil.

Salí de la habitación y de inmediato me encontré con mi sonriente amigo que, al parecer, iba a despertarme.

 ––Buenos días––me mostro su deslumbrantes sonrisa.

 ––Buenos días––le sonreí de vuelta.

 ––Mamá preparo tostadas francesas, no querrás perdértelas.

 ––Por supuesto que no.

Ambos bajamos rápidamente las escaleras. Al entrar en la cocina, la señora Parker terminaba de preparan las tostadas junto a la pequeña Jane.

 ––Buenos días––las salude a ambas con una sonrisa.

 ––Buenos días Keith––saludo con alegría la mujer––. Siéntate, en unos minutos estas delicias estarán listas––reí.

 –– ¡Keith!––gritó la pequeña de seis años corriendo hacia mí.

 ––Hola Jane––revolví su cabello.

 ––Genial, cambiaste a tu hermano––se quejó el pelinegro cruzándose de brazos.

 ––No seas celoso––reí golpeándolo con el codo.

 ––Chicos, siéntense antes de que se les enfríe––ordeno la mujer de rizos negros sirviendo cuatro platos.

Luego de desayunar, Logan salió con Jane a hacer las compras mientras yo me quede en casa ayudando a la señora Parker a ordenar un poco, era lo menos que podía hacer ya que me había dejado quedar en su casa.

 ––Señora Parker––dije por lo bajo mientras tendíamos las sabanas de la cama en la que había dormido.

 ––Si escucho señora Parker una vez más, siento que hablaran con mi suegra––reí––. Solo dime Lisa.

 ––De acuerdo––sonreí––. Yo quería... agradecerle por dejar que me quedara aquí, no solo a usted, sino también al señor Parker.

 ––Linda––apoyo su mano en mi hombro mientras me sonreía dulcemente––. Eres parte de esta familia, no tienes de que preocuparte––le sonreí de vuelta.

 ––Muchas gracias.

 ––Sé que tus padres estarían agradecidos––era cierto, después de todo, se conocían hace años––. Ya les dije que estabas aquí.

 ––Lo se––dije cabizbaja mientras me sentaba en la cama––. No era mi intención ponerlos en medio...––mis ojos comenzaban a llenarse de lágrimas.

 ––Cariño...––se sentó a un lado mío––. No tienes que preocuparte. Puedes contar conmigo––me sonrió.

 ––Muchas gracias––solloce. La mujer me dio un cálido y tierno abrazo.





Mi Ángel GuardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora